– Aqui solo estamos buscando una sombra. Alli hay alguien que conoce a ese hombre.
– Hace cincuenta anos.
– Pero lo conoce, y eso nos resultara muy valioso cuando montemos la trampa.
– ?Estas seguro? Podria ser que estuvieran todos muertos. O que no estuvieran dispuestos a hablar.
– Siempre es posible, pero si no lo intentamos…
– …no lo sabremos. Ya, te entiendo.
– Miralo de esta forma. Si fueras reportero del
– Probablemente.
– Bueno, pues nosotros tambien. Y contamos con mas recursos. ?Por que no hacer que la senorita Martinez se valga de su cargo? Un fiscal impresionara a la policia alemana. Y recuerda que siempre estan enviando esos malditos turistas alemanes aqui, a Miami Beach. Puede que esten deseosos de ayudar. -Simon Winter sonrio-. Tal como lo veo, cuando la Sombra caiga en nuestra trampa, el foco con que lo iluminaremos sera bastante intenso para que no le quede ninguna escapatoria.
Walter Robinson se encogio de hombros y penso que aquella idea era un imposible. Y luego, con la misma rapidez, penso: ?Y por que no?
22 La llamada esperada
Espy Martinez telefoneaba sin pausa, con insistencia, no segura del todo de que fuera a encontrar lo que necesitaba, pero tampoco de que no fuera a encontrarlo.
Tal como habian sugerido Walter y Simon, habia empezado por Procesos Especiales del Departamento de Justicia, solo para descubrir que aquel era, en el mejor de los casos, un nombre inapropiado. Se habia enterado de que Procesos Especiales era una pequena oficina y que sus funcionarios ya no trabajaban a jornada completa. Era mas bien una denominacion asignada a todo fiscal al que le hubieran asignado un caso sobre un probable nazi. En otro tiempo habia sido una oficina de verdad, pero ahora tenia un caracter muy secundario. A medida que pasaban los anos iba apartandose de las oficinas principales y languideciendo con la misma erosion que el tiempo imponia a las personas a las que se pretendia detener. Habia solo dos casos en curso: el de un carnicero de Milwaukee que habia sido guardia del campo de concentracion de Treblinka, y el de un sacerdote de un monasterio de Minnesota que habia sido miembro de un batallon de exterminio
El Departamento de Estado habia sido ligeramente de mas ayuda; tras media docena de llamadas, cambiando de un despacho a otro, una secretaria le proporciono el numero del enlace policial en la Embajada de Estados Unidos en Bonn.
Habia persistido, trabajando hasta bien entrada la noche, y finalmente la pusieron con un tipo de voz alegre y simpatica que por casualidad era oriundo de Tallahasee y estaba encantado de hablar con alguien de su estado. El hombre le confirmo que las autoridades alemanas probablemente estarian dispuestas, pero no exactamente entusiasmadas, a ayudarla en su busqueda… pero solo despues de que ella les proporcionara un nombre.
– Son nazis a los que estoy buscando -replico ella.
– Si, senora, lo comprendo. La policia de aqui esta tomando medidas energicas contra toda clase de actividades neonazis.
– No me interesan los neonazis -dijo Espy, pensando que a lo mejor la distancia y lo tarde de la hora estaban dificultando la comprension de lo que decia-. Se trata de nazis autenticos. Nazis originales, nazis de la Segunda Guerra Mundial.
– Oh. Bueno, puede que eso sea un problema.
– ?Y por que?
– Bueno, despues de la guerra los Aliados, y a continuacion las autoridades de la Alemania Occidental, acusaron a varios criminales de guerra, pero eran de los rangos superiores, los tipos que se encargaban de la teoria y la planificacion. Los que llevaban las ordenes a la practica, bueno, esos fueron reasimilados en su mayoria.
– ?Quiere decir que volvieron a sus actividades de antes de la guerra?
– Si, senora. Eso fue lo que ocurrio mayormente. Vera, si hubieran intentado procesar a todos los que fueron nazis o trabajaron para ellos, o los ayudaron de un modo u otro, diablos, todavia hoy se estarian celebrando juicios. Claro que siempre hay excepciones. Los oficiales de los campos de concentracion, las personas que tomaron parte en ejecuciones masivas. Pero no tengo noticia de que ninguno de esos casos haya sido llevado a juicio ultimamente. Si consulta las leyes del Bundestag sobre esta cuestion, se encontrara con una marana de amnistias, perdones y redefiniciones de que crimenes eran que cosa. Y despues se topara con un monton de estatutos y limitaciones. Diablos, si hasta han votado un par de veces leyes distintas intentando definir que es un asesinato en tiempo de guerra.
El hombre hizo una pausa y luego anadio:
– La memoria es algo muy curioso, senora. Por lo que parece, cuanto mas nos alejamos de la guerra, menos personas quieren recordar. Y luego tiene a todos esos nuevos fascistas organizando manifestaciones por las calles contra los extranjeros, y cometiendo atracos e incluso asesinatos, y agitando esvasticas, y leyendo
– Pero las listas… los miembros, toda la documentacion…
– Ya, en eso tiene razon, senora. En alguna parte existe una lista, probablemente una que contenga los nombres que le interesan a usted. Pero dar con ella, en fin, ahi radica el problema. Aqui cuentan con un enorme centro de documentacion, pero aun estan clasificandolos y catalogandolos. Y no es tarea sencilla, ahora que los rusos y los ex alemanes orientales estan enviando millones de papeles. Si viniera por aqui y se mostrara muy insistente, supongo que encontraria a alguien que le encontraria lo que anda buscando. Obtenga los nombres, y despues mis contactos policiales los encontraran, si es que aun estan vivos. Pero es un trabajo tremendo. ?De cuanto tiempo dispone, senora?
– No mucho.
El hombre se mostro pesimista.
– Vera, senora, el problema es que lo que usted busca no se considera un asunto policial. Ya no. Ahora corresponde a los historiadores. El mundo quiere seguir adelante. ?Sabe?, por aqui es un tema de debate lo que se explica de esa epoca en las aulas. Hay un porcentaje significativo de gente que no quiere que se hable de ello o piensa que en realidad no fue tan malo. Excepto los perdedores, claro esta.
Espy suspiro y se pregunto en que momento el asesinato habia salido del territorio de la policia y los fiscales y habia pasado a ser tema de postulantes a un doctorado.
El hombre, con su acento del norte de Florida, parecio titubear, como si estuviera pensando.
– En fin, senora, no soy yo quien deberia sugerirselo…
Ella presto atencion.
– ?El que?
– Bueno, mi opinion es que deberia preguntar a las unicas personas que aun siguen a la caza de nazis. Personas que no tienen interes por lo que pueda decir el Bundestag al respecto. Me refiero a que hay algunas personas que piensan que algunos crimenes cometidos entonces siguen mereciendo ser juzgados.
– ?Y quienes son esas personas?
– No voy a darle ningun numero -replico el enlace-. No la conozco, y lo negare si alguna vez me preguntan, ya sabe. Cooperamos con los alemanes, que son nuestros mejores amigos, pero se vuelven muy quisquillosos en lo referente a los antiguos nazis. No son muy abiertos que digamos. Sobre todo cuando la indagacion proviene de fuera de sus fronteras. No les gusta que les recuerden esas cosas. Y la verdad es que no les gusta demasiado ese tipo. El y su gente les recuerdan su, como diria yo, su lado oscuro.
– ?Y su numero es…?
– De hecho, es lo unico que hacen, recordarselo a la gente. A mi me parece algo muy honorable, pero claro,