Colgo y se reclino en su sillon y observo como avanzaba la manilla del segundero del reloj de pared. El agotamiento empezo a embotarla y se paso una mano por la cara. Apoyo la cabeza en la mesa.
La desperto el telefono. Sobresaltada, casi perdio el equilibrio cuando alargo el brazo para coger el auricular. Lanzo una mirada al reloj y vio que eran casi las cinco de la manana, y experimento un momentaneo mareo al contestar. Era el enlace policial en Bonn.
– ?Senorita Martinez?
– Si.
– Veo que esta quemandose las pestanas. Debe de tenerle muchas ganas a ese individuo. ?Que tiempo hace en casa?
Ella se sacudio la somnolencia lo mas rapidamente posible.
– Pues, que yo pueda decirle, dentro del Palacio de Justicia tenemos una temperatura constante de veinte grados. Llevo horas sin salir a la calle.
– Como lo echo de menos. Aqui no hay palmeras, ni tampoco hace ese maravilloso calor pegajoso de Florida. Uno no sabe lo que tiene hasta que se va a vivir a un lugar frio como Alemania.
– Supongo.
– En fin, le dire lo que le he conseguido. De esos cinco nombres, solo dos han dado algun resultado introduciendo el factor de la edad y la ubicacion. Son los hombres que usted calcula que tenian el rango de sargento. El apellido de uno de ellos, Friedman, es como Smith en Nueva York: hay cientos de ellos. El otro, el tal Wilmschmidt, es menos comun. Aun asi, he encontrado dos docenas de coincidencias repartidas por todo el pais. Si quiere, puedo enviarle la lista entera por fax.
– De acuerdo -respondio ella en tono cansado-. Seria estupendo. Puedo empezar…
– Bien, se la enviare, pero hay un apellido que me ha llamado la atencion especialmente.
Espy se irguio.
– Le escucho.
– Bueno, la edad es la adecuada y todavia vive a las afueras de Berlin, pero lo importante es que segun los archivos es un policia jubilado. Estuvo en activo en los anos cuarenta. ?Se acuerda de que le dije que muchos fueron asimilados durante la Ocupacion?
– Claro.
– Bueno, pues recuerde como estaba este pais en 1945. No habia mas que muerte y escombros. Asi era. ?Recuerda la historia? ?El puente aereo de Berlin? Fuera como fuese, alguien tenia que imponer el orden, asi que los Aliados escogian a personas que tuvieran experiencia. De modo que si uno habia pertenecido a la Gestapo, no le resultaba dificil dar el salto a la policia. No es mas que una suposicion, pero yo empezaria a buscar por ahi a mi hombre misterioso. Hasta ahora ha tenido suerte, ?por que no prueba con el?
Espy anoto el numero y le dio el numero de fax de la fiscalia de Dade. Se quedo contemplando el numero, intentando ordenar los pensamientos y sacudirse el agotamiento.
?Por que no?, se dijo. Merecia la pena intentarlo.
Marco el numero, no muy segura de lo que iba a decir.
Hubo media docena de tonos antes de que contestaran.
–
– Quisiera hablar con el senor Klaus Wilmschmidt. ?Es usted?
–
El telefono enmudecio, y poco despues hablo una voz titubeante, mas joven:
– ?Diga? ?Quien llama, por favor?
– ?Habla usted ingles?
– Si. ?Quien es, por favor?
– Me llamo Martinez. Soy fiscal del condado de Dade en Miami, Florida. Tengo entendido que el senor Klaus Wilmschmidt puede facilitarnos cierta informacion respecto a una investigacion de asesinato. Quiero hablar con el.
– Si, esta es su casa. Yo soy su hija. Pero… ?un asesinato? No entiendo. Mi padre nunca ha estado en Estados Unidos.
Espy oyo al fondo a alguien que preguntaba algo en aleman, pero la mujer lo mando callar.
– La informacion que estamos buscando data de hace cincuenta anos -anadio Espy-. De la seccion 101 de la Gestapo en Berlin, durante la guerra. ?Era ahi donde trabajaba su padre?
No hubo respuesta.
– ?Senorita Wilmschmidt?
La linea permanecio muda.
– ?Senorita Wilmschmidt?
Al otro lado se oyo un torrente de palabras en aleman, un dialogo breve y tenso, y despues la hija contesto:
– Eso pertenece al pasado. Mi padre no puede ayudarla. Yo no lo permitire. -Le temblaba la voz.
Espy hablo deprisa.
– Intento averiguar algo acerca de un hombre que trabajo en esa seccion. Alguien que quizas haya cometido asesinatos actualmente. Es importante. A lo mejor su padre posee alguna informacion…
– No quiere hablar de esa epoca. Pertenece al pasado, senorita… no recuerdo su nombre…
– Martinez.
– Senorita Martinez, mi padre ya es mayor, y esa epoca ha quedado muy atras en nuestra historia. El ha llevado una vida decente, senorita Martinez. Fue policia y un buen hombre. No pienso hacerle recordar esos tiempos. Ahora es mayor y no se encuentra bien, y se merece terminar su vida en paz. Asi que no voy a ayudarla, no.
– Senorita Wilmschmidt, por favor, solo una pregunta. Preguntele si conocio a un hombre llamado
– Lo siento. Mi padre no se encuentra bien. Se merece un poco de paz.
– Senorita Wilmschmidt…
Antes de que pudiera terminar la suplica, volvio a oir al fondo la voz aspera que exigia algo en aleman, seguida de una serie de toses. La mujer le respondio enfadada, y hubo un airado intercambio de frases antes de que la hija volviera al telefono.
– ?Que nombre ha dicho, senorita Martinez?
–
Espy oyo que la joven se apartaba del auricular y pronunciaba el nombre en cuestion. Hubo un silencio. Tras una pausa considerable, oyo mas palabras en aleman. Luego la mujer regreso al auricular, con cierta vacilacion en la voz, como si de pronto se hubiera asustado.
– ?Senorita Martinez?
– ?Si? -Percibio que la hija del policia luchaba por reprimir un sollozo.
– Mi padre dice que esta dispuesto a hablar con usted si viene aqui personalmente.
– ?Sabe algo?
– Estoy sorprendida. Nunca ha hablado de aquellos tiempos, por lo menos con… -Tomo aire y continuo-. ?Vendra? El no puede viajar, esta demasiado enfermo. Pero esta dispuesto a hablar con usted.
Al fondo se oyo hablar en aleman otra vez.
– No entiendo nada -dijo la mujer.
– ?Que pasa? -quiso saber Espy.
– Ha dicho que ha esperado esta llamada suya todos los dias durante cincuenta anos.
23 El hombre que una vez enseno a matar
Walter Robinson se encontraba a pocos metros de los cuerpos de dos ancianos, hombre y mujer. Estaban el uno al lado del otro, tendidos en la cama conyugal, en un apartamento caro y bien cuidado que daba al mar. El