hombre tenia puesto un esmoquin, la mujer, un vestido de noche pasado de moda, largo y de saten blanco hueso. Daban la impresion de una pareja recien llegada de un cotillon de Nochevieja. La mujer estaba cuidadosamente maquillada y llevaba unos pendientes de diamantes que relucian cada vez que el fotografo de la policia disparaba. El hombre parecia haberse recortado el bigote, poblado y canoso, y haberse peinado con laca. En el bolsillo de la chaqueta llevaba un panuelo doblado de seda roja que aportaba una nota de color al traje negro, un detalle que le prestaba un toque de dandi desenfadado incluso despues de muerto.
Sobre una mesilla de noche habia un tubo de somniferos vacio, junto a dos copas de champan medio llenas. Una botella de Perrier Jouet, con las flores estampadas sobre el vidrio verde, se erguia en solitario en un cubo de plata para hielo.
Ojala hubieran dejado una nota de suicidio. Sin embargo, la pareja se habia preocupado de dejar todo el papeleo importante, polizas de seguros, copias de sus testamentos, la hipoteca, las cuentas del banco, en un ordenado montoncito sobre la mesa del comedor. En el balcon habia una mesa con varias plantas en macetas, y salio a tocar la tierra de cada una de ellas para ver si estaba mojada. Inspiro una profunda bocanada del aire humedo que precedia al amanecer. Volvio la vista hacia el mar mientras la oscuridad nocturna iba disipandose a medida que transcurrian los minutos para dar paso al amanecer.
Volvio a entrar en la casa. En el dormitorio, el detective jefe estaba tomando notas sobre el doble suicidio, y Robinson se aproximo a el.
– Tambien regaron las plantas -informo.
– Imagino que se ocuparon de todo -dijo el otro policia-. Hasta dejaron un paquete de sobres dirigidos a los familiares y una lista de instrucciones para la funeraria.
– ?Alguna idea de por que?
El otro asintio con la cabeza.
– Observa el primero.
Entrego a Robinson un sobre de papel manila y este extrajo los papeles que contenia. Eran informes y una carta de la consulta de un medico, grapados a un folleto titulado «Entender la enfermedad de Alzheimer».
– Supongo que lo entendieron muy bien -anadio-. No resulta dificil imaginar lo que les aguardaba. Mejor marcharse ahora que intentar luchar contra esa enfermedad perversa.
Robinson sacudio la cabeza.
– Pues no lo entiendo -dijo-. No entiendo que se pueda renunciar a un solo minuto de vida, por muy desgraciada que sea.
– Vaya, ?y que tiene de especial la vida?
Robinson iba a contestar cuando le sono el busca en el cinturon. Fue a la cocina para telefonear.
La operadora del centro de mensajes de Miami Beach tenia una voz grosera y artificial.
– Inspector, tengo dos mensajes. Han llegado casi a la vez.
– ?Si?
– Tiene que llamar a la senorita Martinez a su despacho. Y tengo una solicitud urgente de que se reuna con un tal sargento Lionel Anderson, de la policia de Miami City.
– ?Lionel?
– Me ha dado una direccion: Apartamentos King. Ha dicho que usted ya sabria cual de ellos. Y que tiene usted un problema con un testigo.
– ?Un problema?
– Eso ha dicho. No ha especificado que clase de problema.
Robinson colgo y llamo a Espy Martinez. Cuando esta contesto, bromeo:
– Hay una cancion que dice que hay que trabajar mucho para poder terminar en el turno de noche.
Ella sonrio a pesar del cansancio.
– No quisiera acostumbrarme a ello.
– ?Has tenido suerte?
– Si, me parece que si.
Robinson alzo las cejas con un deje de sorpresa.
– ?Que has conseguido?
– Un hombre que conocio a la Sombra durante la guerra.
– ?Donde esta?
– En Berlin. Es viejo y esta enfermo, y tiene una hija que no quiere que hable de esa epoca con nadie. Solo esta dispuesto a hablar con alguien personalmente.
– Adelante -dijo Robinson impulsivamente-. Ve ahora mismo.
Ella exhalo despacio.
– Eso he pensado yo tambien.
– Pues ve a hablar con ese hombre. Sea lo que sea lo que descubramos…
– He hecho una reserva. ?Podrias acompanarme?
– Me encantaria, pero me parece que no. Los jerifaltes jamas me autorizarian un viaje con resultado incierto.
– ?Tu crees que lo es?
– En este caso nada es lo que parece. Asi que ve y habla con el. ?Puedes volar hoy mismo?
– Esta tarde hay un vuelo que hace escala en Londres. Puedo dormir en el avion.
– A lo mejor te da un nombre, y entonces lo unico que tendre que hacer sera buscar a ese cabron en la guia telefonica, conseguir una bonita orden de detencion, y todo el mundo podra volver a su horario normal de trabajo.
– Nada es tan facil. ?Que vas a hacer mientras yo me voy de paseo a Europa?
– Pues en este preciso momento ir a ver a nuestro testigo principal. Me han mandado un mensaje de «hay un problema con Jefferson».
– El maldito senor Leroy Jefferson. ?Que tipo de problema?
– No lo sabre hasta que llegue. Lo mas seguro es que este quejandose de que han subido los precios de la cocaina mientras estuvo en la carcel y quiera responsabilizarme de ello. Voy a verlo ahora mismo. Dime a que hora llega tu vuelo de regreso e ire a buscarte. ?Que era ese tipo, un nazi?
– Nazi y policia.
Robinson sonrio.
– Joder. De eso nos acusan todos los matones que detenemos y todos sus abogados. Sera interesante conocer a uno que lo fue de verdad.
Las primeras luces del amanecer parecian perseguirlo por la calle, mientras conducia de la playa a Liberty City en direccion a
De manera que, si no seguro del todo, por lo menos tenia la impresion de tenerlo todo encarrilado. Bostezo y se froto la frente mientras bajaba sin prisas por la Vigesima Segunda Avenida y giraba en direccion a la casa de Jefferson.
Lo primero que vio fueron los coches de policia; eso hizo que le desapareciera todo el cansancio de los ojos. Despues descubrio la furgoneta de los tecnicos de escenas del crimen, lo cual le provoco una descarga electrica de ansiedad. Acerco el coche hasta el bordillo con movimientos bruscos y se abrio paso por entre un pequeno corro de curiosos, a los que la clara luz de primeras horas de la manana prestaba un color palido y ligeramente