Las palabras fueron dichas con cortesia y gracia. En boca de cualquier otra persona, penso Peter McDermott, hubieran parecido huecas o exageradas. Pronunciadas por Warren Trent, tenian una conviccion curiosamente conmovedora.

Albert Wells pestaneo. Con la misma cortesia, Warren Trent le tomo del brazo y procedio a hacer las presentaciones.

Christine cerro la puerta y se unio a los otros en la mesa:

– Entiendo que ya conoce a mi ayudante, miss Francis: y a mister McDermott.

Albert Wells sonrio con su sonrisa de pajaro:

– Si, hemos tenido algun contacto -hizo un guino a Peter-. Creo que tendremos mas.

Fue Emile Dumaire quien abrio la sesion.

Los terminos de la venta, senalo el banquero, ya estaban acordados en lo sustancial. El proposito de la reunion que presidia, a peticion de mister Trent y de mister Dempster, era decidir las tramitaciones incluyendo la fecha del traspaso. Al parecer no habia dificultades. La hipoteca sobre el hotel vencia hoy, habia sido tomada temporalmente por el «Industrial Merchants Bank», bajo garantias de mister Dempster, en representacion de mister Wells.

Peter sorprendio una ironica mirada de Warren Trent, quien, durante meses, habia tratado infructuosamente de obtener la renovacion de la hipoteca. El banquero saco un proyecto de convenio que distribuyo. Hubo una breve discusion sobre su contenido, en la que participaron los abogados y mister Dempster. Luego comenzaron a analizar el proyecto punto por punto. Durante la mayor parte de lo que siguio tanto Warren Trent como Albert Wells permanecieron como espectadores; el primero, meditativo; el hombrecillo, hundido en su silla como si deseara diluirse en el fondo. En ningun punto mister Dempster se refirio a Albert Wells, ni siquiera miro hacia su lado. Era obvio que el hombre de Montreal conocia las preferencias de su jefe en cuanto a evitar llamar la atencion, y estaba acostumbrado a tomar las decisiones por si mismo.

Peter McDermott y Royall Edwards respondieron a las preguntas, cuando surgieron, relativas a la administracion y a las finanzas. En dos ocasiones Christine abandono la reunion y volvio, trayendo documentos de los archivos.

A pesar de su pomposidad, el banquero presidio bien la reunion. Al cabo de media hora se habia terminado con los asuntos principales. La fecha oficial para hacer la transferencia se fijo para el martes. Otros detalles menores se dejaron para que los arreglaran los abogados.

Emile Dumaire dirigio una rapida mirada a las personas en la mesa:

– Si no hay nada mas…

– Tal vez una cosa. -Warren Trent se inclino hacia delante; su movimiento reclamo la atencion de todos.- Entre caballeros, la firma de documentos no es mas que una formalidad aplazada, confirmando compromisos honorables ya vigentes. -Miro a Albert Wells.- Me imagino que esta de acuerdo.

– Por supuesto -respondio mister Dempster.

– Entonces por favor, considerense en libertad para comenzar a tomar en seguida cualquier disposicion que hayan previsto dentro del hotel.

– Gracias. -Mister Dempster asintio apreciativamente.- Hay algunas cosas que deseariamos poner en movimiento. Inmediatamente despues del traspaso el martes, mister Wells desea que se cite a una reunion de directores, en la cual lo primero que se propondra sera su eleccion, mister Trent, como presidente de la junta.

Warren Trent inclino graciosamente la cabeza.

– Tendre el honor de aceptar. Hare cuanto pueda para ser un digno ornamento.

– Mister Wells desea que yo asuma la presidencia.

– Un deseo que comprendo bien.

– Con mister Peter McDermott como vicepresidente ejecutivo.

Un coro de felicitaciones se dirigio a Peter, de los que estaban alrededor de la mesa. Christine sonreia. Con los otros, Warren Trent estrecho la mano de Peter.

Mister Dempster espero hasta que la conversacion se apagara.

– Todavia queda pendiente otro punto. Esta semana estaba en Nueva York cuando salio esa publicidad desagradable con respecto al hotel. Me agradaria que me aseguraran que eso no se repetira, por lo menos antes del cambio de administracion.

Hubo un repentino silencio.

El abogado mas viejo parecio asombrado. En un murmullo audible, el joven le explico:

– Fue porque despidieron a un hombre de color.

– ? Ah! -El abogado mayor asintio, comprensivo.

– Quiero dejar aclarada una cosa -mister Dempster se quito los anteojos y comenzo a limpiarlos con cuidado-: no sugiero que haya ningun cambio basico en la politica del hotel. Mi opinion, como hombre de negocios, es que deben respetarse los puntos de vista y las costumbres locales. Lo que me preocupa es que, si surge una situacion parecida, produzca un resultado similar.

De nuevo se produjo un silencio.

De pronto, Peter McDermott advirtio que el foco de la atencion se habia fijado en el. Tuvo una repentina y helada intuicion de que aqui, y sin previo aviso, se habia producido una situacion critica: la primera y quiza la mas significativa del nuevo regimen. La manera con que la tratara podia afectar al futuro del hotel y al suyo propio. Espero hasta estar bien seguro de lo que queria decir.

– Lo que se ha dicho hace un momento -Peter hablaba con tranquilidad, asintiendo al joven abogado-, por desgracia es verdad. A un miembro de una convencion en este hotel, con una reserva confirmada, se le nego alojamiento. Era un dentista, y entiendo que muy distinguido, e incidentalmente, negro. Lamento decir que fui yo quien lo despacho. Desde entonces tome la decision personal de que eso no sucedera jamas.

– Como vicepresidente ejecutivo, dudo que se vea en esa situacion… -acoto Dumaire.

– Ni de permitir que se haga una cosa similar en un hotel que este a mi cargo.

– Es una declaracion demasiado absoluta.

– Ya hemos hablado de todo esto -subrayo Warren Trent volviendose con rapidez hacia Peter.

– Caballeros -mister Dempster se puso otra vez los anteojos-, creo que dije con claridad que no estaba sugiriendo ningun cambio fundamental.

– Pero yo si, mister Dempster.

Si habia de haber algun choque, penso Peter, mejor seria que fuera ahora mismo y se terminara. Seria el quien dirigiera o no el hotel. Esta parecia una buena oportunidad para ponerlo en evidencia.

– Quiero estar seguro de entender su posicion -declaro el hombre de Montreal inclinandose hacia delante.

Una cauta voz interior le aviso a Peter que estaba mostrandose demasiado inquieto. La desoyo.

– Mi posicion es muy simple. Insistire en una completa integracion del hotel, como condicion para aceptar mi cargo.

– ?No se precipita demasiado en dictar los terminos?

– Imagino que su pregunta significa que estan enterados de ciertas cuestiones personales… -respondio Peter con tranquilidad.

– Si, estamos enterados -admitio mister Dempster.

Peter observo que los ojos de Christine estaban fijos con intensidad en su cara. Se pregunto inquieto que pensaria ella.

– Precipitado o no -dijo-, creo que es honrado que conozcan mi punto de vista.

Mister Dempster limpiaba una vez mas sus anteojos. Se dirigio a todas las personas:

– Supongo que todos respetamos una conviccion sostenida con firmeza. Si bien me parece que este es el tipo de problema en que podriamos contemporizar. Si mister McDermott esta de acuerdo, podiamos posponer una decision definitiva. Luego, dentro de uno o dos meses, el tema puede ser reconsiderado.

Si mister McDermott esta de acuerdo. Peter penso que con astucia diplomatica, el hombre de Montreal le habia ofrecido una salida.

Seguia un patron establecido. Primero se insistia, se apaciguaba la conciencia, se declaraba la fe. Luego venia la concesion moderada. El razonable compromiso a que llegan los hombres razonables. El tema puede ser reconsiderado. ?Que podria ser mas civilizado, mas eminentemente sensato? ?Acaso no era la actitud moderada, sin violencia, la que la mayor parte de las personas deseaban? Los dentistas, por ejemplo. Su carta oficial, con la resolucion deplorando la actitud del hotel en el caso del doctor Nicholas, habia llegado hoy.

Tambien era cierto: habia dificultades que encaraba el hotel. El momento era

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