arriba. Un momento despues las puertas se abrieron en el noveno piso.

Durante un instante el duque vacilo. Un segundo antes le parecio oir un grito de su esposa. Estuvo tentado de volverse, pero decidio no hacerlo.

Entro en el ascensor numero cuatro.

Dentro habia algunas personas incluyendo una atractiva muchacha rubia y el jefe de botones, que reconocio al duque.

– Buenos dias, su Gracia.

El duque de Croydon, distraido, saludo con la cabeza mientras las puertas se cerraban.

10

A Keycase Milne le llevo la mayor parte de la noche y de esa manana decidir que lo que habia ocurrido era realidad y no alucinacion. Al principio, al descubrir el dinero que se habia llevado tan inopinadamente de la Presidential Suite, le parecio que estaba dormido y sonando. Habia caminado por su habitacion tratando de despertarse. Era inutil. En su sueno aparente, parecia que ya estaba despierto. La confusion mantuvo a Keycase bien despejado hasta poco antes de la madrugada. Luego cayo en un profundo sueno tranquilo del que no desperto hasta media manana.

Era tipico de Keycase que, a pesar de todo, no se perdiera la noche.

Si bien dudando de que este increible golpe de suerte fuera verdad, trazaba planes y tomaba precauciones por si era una realidad.

Quince mil dolares en billetes era algo con lo que nunca se habia encontrado Keycase durante todos sus anos de ladron profesional.

Aun mas extraordinario era que en apariencia solo habia dos problemas para marcharse del hotel con todo el dinero. Uno era como y cuando salir del «St. Gregory Hotel». El otro era el transporte del dinero.

La noche anterior habia llegado a una decision para ambas cosas.

Al abandonar el hotel, trataria de atraer un minimo de atencion. Es decir, marcharse en forma corriente pagando su cuenta.

Hacer otra cosa seria una locura, proclamando un delito e invitando a que lo persiguieran.

Era una tentacion marcharse en seguida. Keycase la rechazo. Irse a altas horas de la noche, enredandose quizas en una discusion con respecto al tiempo o a que no se cobrara un dia extra por la habitacion, seria como encender un faro. El cajero de la noche lo recordaria y podria describirlo. Tambien podrian hacerlo otros si el hotel estaba tranquilo, como era muy probable que estuviera.

?No! La mejor hora para marcharse era a media manana o mas tarde, cuando mucha gente hiciera lo mismo. De esa manera, podria pasar inadvertido.

Por supuesto que era peligroso demorarse. El duque y la duquesa de Croydon podrian descubrir la desaparicion del dinero, e informar a la Policia. Eso significaria que habria policias en el vestibulo y el escrutinio de todos los huespedes que se marcharan. Pero, por otra parte, no habia nada que relacionara a Keycase con el robo, ni siquiera que lo comprometiera como sospechoso. Aun mas, parecia improbable que se abriera y registrara el equipaje de cada uno de los huespedes.

Tambien habia algo intangible. El instinto le decia a Keycase que la presencia de una suma de dinero tan grande en billetes (precisamente donde y como los habia hallado) era extrano, hasta sospechoso. ?Se daria la voz de alarma? Por lo menos habia la posibilidad de que no la dieran.

Reflexionando, penso que esperar era el riesgo menor.

El segundo problema era sacar el dinero del hotel.

Keycase penso mandarlo por correo, utilizando el conducto del hotel, enviandolo a su nombre a otro hotel en alguna ciudad distinta a donde el mismo llegaria a buscarlo uno o dos dias despues. Era un metodo que habia utilizado con exito antes. Luego, apesadumbrado, decidio que la suma era demasiado grande. Necesitaria muchos paquetes separados, que por si mismos podrian llamar la atencion.

Tendria que llevarselo en persona. Pero ?como?

Era evidente que no lo haria en el maletin en que lo habia sacado de la suite del duque y la duquesa de Croydon. Antes de cualquier cosa, tenia que destruirlo Keycase se aplico a hacerlo con cuidado.

El maletin era de un cuero muy costoso y estaba solidamente armado. Con esmero, lo separo, luego con una hoja de afeitar lo corto en pequenos pedazos. El trabajo era lento y tedioso. De cuando en cuando, se detenia para arrojar los pedazos por el inodoro, espaciando el uso de este para no llamar la atencion de las habitaciones contiguas.

Eso le llevo mas de dos horas. Al fin, lo unico que quedaba del maletin eran las cerraduras y bisagras de metal. Keycase se las metio en el bolsillo. Saliendo de la habitacion camino hasta el corredor del piso octavo.

Cerca de los ascensores habia muchos recipientes de arena. Barrenando en uno con los dedos, introdujo las cerraduras y bisagras, bien adentro. Podrian ser descubiertas por casualidad, pero antes pasaria bastante tiempo.

En ese momento faltaban una o dos horas para amanecer, y el hotel estaba silencioso. Keycase volvio a su habitacion y recogio sus pertenencias, salvo algunas cosas de ultimo momento. Utilizo las dos maletas que habia traido el martes por la manana. En la mas grande metio los quince mil dolares, entre varias camisas usadas. Luego, todavia mareado e incredulo, Keycase se durmio.

Habia puesto el despertador en las diez, pero no lo oyo, o no sono. Cuando desperto eran casi las once y media; el sol entraba, brillante, en la habitacion.

El sueno logro una cosa. Keycase al fin se convencio de que los sucesos eran reales y no una ilusion. Un momento de deprimente fracaso, gracias a la magia de la Cenicienta, se habia convertido en un brillante triunfo. Ese pensamiento levanto su espiritu.

Se afeito y vistio con rapidez, luego termino de recoger y cerro con llave las dos maletas.

Dejaria las maletas en su habitacion, mientras pagaba la cuenta y reconocia el vestibulo.

Antes de bajar se deshizo del excedente de llaves… de las habitaciones 449, 641, 803, 1062 y la de la Presidential Suite. Mientras se afeitaba habia observado una chapa para la inspeccion de las canerias, en la parte de abajo de la pared del cuarto de bano. Destornillando la chapa, dejo caer las llaves dentro. Una a una las oyo golpear muy abajo en el fondo.

Retuvo su propia llave, 830, para entregarla cuando saliera de la habitacion por ultima vez. La partida de «Byron Meader» del «St. Gregory Hotel» tendria que ser normal en todo sentido.

En el vestibulo podia verse el trajin de siempre, de todos los dias, sin senal de ninguna actividad extraordinaria.

Keycase pago su cuenta y recibio una amable sonrisa de la cajera:

– ?Queda la habitacion libre, senor?

– Quedara dentro de unos minutos. -Keycase devolvio la sonrisa.- Tengo que recoger mis maletas, nada mas.

Satisfecho, volvio a subir.

En la habitacion 830 hizo un ultimo y cuidadoso recorrido. No habia dejado nada; ni un pedazo de papel, ni la mas minima cosa como una caja de fosforos, ninguna clave que pudiera denunciar su verdadera identidad. Con una toalla mojada, Keycase repaso las superficies que podrian retener impresiones digitales. Luego, tomando sus maletas se marcho.

Su reloj marcaba las doce y diez.

Cogio con fuerza la maleta mas grande. Ante la perspectiva de tener que atravesar el vestibulo para salir del hotel, el pulso de Keycase se acelero, sus manos traspiraron.

En el piso octavo llamo el ascensor. Esperando, oyo que uno bajaba. Se detuvo en el piso de arriba y volvio a bajar, luego se detuvo otra vez. Frente a Keycase, la puerta del numero cuatro se abrio.

Lo primero que vio fue al duque de Croydon.

Por un instante horrible tuvo el impulso de dar la vuelta y echar a correr. Se domino. En ese mismo instante el sentido comun le dijo que el encuentro era casual. Rapidas miradas lo confirmaron. El duque estaba solo. Ni

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