– Las puede recoger luego, senor. Estaran cuidadas.

– No, ahora.

Otra voz intervino:

– ?Cristo! Si quiere sus maletas, deje que las lleve. Cualquiera que haya tenido semejante accidente tiene derecho…

El joven policia tomo las maletas y escolto a Keycase hasta la puerta que daba a St. Charles Avenue.

– Si espera aqui, por favor, senor, vere cual es la ambulancia -dejo las maletas en la acera.

Mientras el policia se marchaba, Keycase cogio las maletas y se mezclo con la muchedumbre. Nadie lo observo mientras se alejaba a pie.

Continuo caminando sin prisa, hasta la plaza de estacionamiento exterior donde habia dejado el dia anterior su coche, despues del afortunado pillaje de la casa de Lakeview. Tenia una sensacion de paz y confianza. Ahora no podia pasarle nada.

El estacionamiento estaba lleno, pero Keycase diviso su «Ford» sedan por sus placas distintivas verde y blanco. Recordo que el lunes habia estado preocupado por las chapas que podian atraer la atencion. Era evidente que su preocupacion habia sido injustificada.

El coche estaba tal cual lo habia dejado. Como siempre, el motor arranco no bien lo toco.

Desde el centro, Keycase condujo el coche con cuidado hasta su motel en la carretera de Cher Menteur, donde habia ocultado sus robos anteriores. Tenian poco valor, comparado con los gloriosos quince mil dolares en efectivo, pero aun asi valian la pena.

En el motel, Keycase coloco el coche proximo a su habitacion antes de abrir la maleta grande para asegurarse de que el dinero todavia estaba alli. Asi era.

Habia guardado muchos efectos personales en el motel; ahora volvio a hacer sus distintas maletas para que todo cupiera. Al final, vio que no tenia espacio para los dos abrigos de piel, y la fuente y bandeja de plata que habia robado en la casa de Lakeview. No tenia espacio para colocarlos, salvo que volviera a hacer las maletas.

Keycase sabia que debia hacerlo. Pero los ultimos minutos pasados le habian advertido que sentia una tremenda fatiga, una reaccion, supuso, de los sucesos y tensiones del dia. Tambien el tiempo corria y era importante que saliera de Nueva Orleans lo antes posible. Decidio que los abrigos y plateria estarian seguros sueltos en la maletera.

Asegurandose de no ser visto, cargo las maletas en el coche, colocando los abrigos y plateria al lado.

Se marcho del motel pagando el saldo de su cuenta. Algo de su cansancio parecio aliviarse cuando partio.

Su destino era Detroit. Deseaba hacer el viaje en etapas faciles, deteniendose cuando tuviera ganas. En el camino podria pensar seriamente en su futuro. Durante muchos anos Keycase se habia prometido que si alguna vez se apoderaba de una suma sustancial de dinero, la utilizaria para comprar un pequeno garaje. Abandonaria su errante vida de delito para establecerse a trabajar honradamente por el resto de sus dias. Poseeria habilidad. El «Ford» que tenia en sus manos era la prueba. Y quince mil dolares era un comienzo comodo. La pregunta que se hacia era: ?Habia llegado el momento?

Keycase ya estaba analizando la posibilidad, mientras conducia cruzando la parte norte de Nueva Qrleans, hacia el Pontchartrain Expressway, camino a la libertad.

Habia argumentos logicos que apoyaban la posibilidad de establecerse. Ya no era joven. Los riesgos y las tensiones lo cansaban. Esta vez en Nueva Orleans habia sido tocado por la mano del temor.

Y sin embargo… los sucesos de las treinta y seis horas pasadas le daban una nueva confianza, un nuevo vigor. El afortunado robo en la casa; el dinero en efectivo como un prodigio de Aladino; salir vivo del desastre ocurrido en el ascensor, solo una hora antes… todo esto parecia sintoma de invencibilidad. Seguramente, sumados eran un augurio que le indicaba lo que debia hacer.

Quiza despues de todo, reflexiono Keycase, deberia seguir por la vieja senda durante un tiempo mas. El garaje vendria despues. En realidad, tenia mucho tiempo.

Habia conducido desde la carretera de Chef Menteur hasta Gentilly Boulevard, por el City Park, dejando atras las lagunas y los antiguos y copudos robles. Ahora, en City Park Avenue, se acercaba a Metarie Road. Era aqui donde los cementerios mas nuevos de Nueva Orleans (Greenwood, Metarie, St. Patrick, Firemans Charity Hospital, Cypress Grove) extendian un mar de lapidas hasta donde alcanzaba la vista. Arriba, por encima de todas ellas estaba el elevado Pontchartrain Expressway. Keycase podia ver ahora el Expressway, una ciudadela en el cielo, una bendicion celestial. En pocos minutos estaria en ella.

Acercandose al empalme de Canal Street y City Park Avenue, la ultima etapa antes de la rampa del Expressway, Keycase observo que los semaforos de la interseccion no funcionaban. Un policia dirigia el transito desde el centro de la carretera en el lado de Canal Street.

A pocos pasos de la interseccion, Keycase advirtio que un neumatico se habia pinchado.

El patrullero Nicholas Clancy, de la Policia de Nueva Orleans, habia sido acusado cierta vez por su amargado sargento de ser «el policia sin galones mas tonto de la compania».

La imputacion era cierta. A pesar de su larga prestacion de servicios que lo habia convertido en veterano, Clancy no habia avanzado en el rango, ni siquiera habia sido considerado para una promocion. Sus antecedentes carecian de gloria. Casi no habia hecho arrestos, y ninguno de importancia. Si Clancy perseguia a un automovil que huia, su conductor podia estar seguro de evadirse. Cierta vez, en un desorden, le dijeron a Clancy que pusiera las esposas a un sospechoso a quien otro policia habia capturado. Clancy todavia estaba luchando por sacar las esposas de su cinturon cuando el sospechoso estaba a cientos de metros de distancia. En otra ocasion un ladron de Banco muy buscado, que era religioso, se entrego a Clancy en una calle de la ciudad. El bandido le tendio la pistola, que Clancy, al coger, la dejo caer. El arma se disparo sobrecogiendo al hombre, que cambio de idea y se fugo. Estuvo implicado en asaltos durante un ano y medio mas, antes de que se le volviera a capturar.

Hubo algo, en tantos anos, que evito que Clancy fuera dado de baja: su caracter sumamente bondadoso, al que nadie se podia sustraer, mas una humilde tristeza de clown que se daba cuenta de sus propias deficiencias.

Algunas veces, en su intimidad, Clancy deseaba poder alcanzar un momento que valiera la pena, si no para equilibrar su concepto, al menos para que no fuera tan malo. Hasta ahora habia fracasado.

Habia solo una cosa, dentro de sus obligaciones, que no significaba para Clancy el menor problema: dirigir el transito. Le gustaba hacerlo. Si de alguna manera Clancy hubiera podido volver atras en la historia para evitar la invencion de los semaforos, lo habria hecho con gusto.

Hacia diez minutos, cuando advirtio que las luces de Canal y City Park no funcionaban, paso por radio la informacion, estaciono su motocicleta, y se hizo cargo de la interseccion Esperaba que los operarios de reparacion de las luces de las calles tardaran en llegar.

Desde el otro lado de la avenida, Clancy vio el «Ford» sedan gris que aminoraba la marcha y se detenia. Con calma cruzo la calle. Keycase estaba sentado, inmovil, como cuando el automovil se detuvo.

Clancy inspecciono el neumatico de atras que descansaba en el aro.

– ?Una rueda desinflada?

Keycase asintio. Si Clancy hubiera sido mas observador, habria advertido que los nudillos de las manos en el volante estaban blancos. Keycase, a traves de un velo de amarga autorrecriminacion, recordaba el unico y simple factor que sus elaborados planes habian pasado por alto. La rueda de recambio y el gato estaban en el portaequipajes. Para sacarlos tenia que abrirlo, y revelarian los abrigos de piel, la bandeja y fuente de plata y las maletas.

Espero, sudando. El policia no mostraba senales de marcharse.

– ?Supongo que tendra que cambiar la rueda, eh?

Nuevamente Keycase asintio. Calculo. Podia hacerlo de prisa. Tres minutos a lo sumo. ?Gato! ?Sacar la rueda de auxilio! ?Quitar las tuercas! ?Sacar la rueda! ?Poner la de repuesto! ?Ajustaria! ?Arrojar la rueda y el gato y la llave en el asiento de atras! ?Cerrar el portaequipajes! Podria irse. Estar en el Expressway. Con solo que el policia se marchara.

Detras del «Ford», otros coches aminoraban la marcha, algunos tenian que detenerse antes de entrar en el canal central. Uno arranco demasiado pronto. Detras de el, se oyo crujir un neumatico. Una bocina sono protestando. El policia se inclino hacia delante, apoyando sus brazos en la puerta del lado de Keycase.

– Esto se esta llenando.

– Si. -Keycase trago saliva.

El policia se enderezo, abriendo la puerta.

– Debe comenzar a mover las herramientas.

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