listas para una segunda alarma.

En la Division Comunicados de la Policia de los Tribunales del Crimen, se recibio el aviso por dos conductos… desde la oficina de Alarma de bomberos y directamente desde el hotel. Bajo la advertencia: «Sea paciente con el que llama», dos mujeres empleadas de comunicaciones escribian la informacion en hojas de papel, que un momento despues eran llevadas a un locutor de Radio. El mensaje salio al aire: Todas las ambulancias… Policia y Hospital de Caridad… al.«St. Gregory Hotel».

15

Tres pisos mas abajo del vestibulo de entradas al «St. Gregory Hotel», en el tunel del pozo del ascensor, el ruido, las ordenes urgentes, quejidos y gritos, continuaban. Ahora se oia aproximarse unos pasos rapidos. Un hombre vestido de blanco entro de prisa. Era joven. Llevaba un maletin medico.

– ?Doctor! -llamo Peter con urgencia-. ?Por aqui!

Primero en cuclillas, luego arrastrandose, el recien venido se unio a Peter y a Aloysius Royce. Detras de ellos, colocadas con rapidez, se encendian otras luces. Billyboi gimio nuevamente. Su cara se volvia hacia el medico, implorantes los ojos, distorsionado el rostro por el dolor.

– ?Oh, Dios! ?Oh, Dios! Por favor, deme algo…

El medico asintio, buscando en su maletin. Saco una jeringa.

Peter arremango la manga de Billyboi, dejando el brazo al descubierto. El medico paso un algodon con rapidez e introdujo una aguja.

A los pocos segundos la morfina produjo su efecto. La cabeza de Billyboi cayo hacia atras. Los ojos cerrados.

El medico aplico un estetoscopio al pecho de Billyboi:

– No traigo muchos elementos. He venido de la calle. ?En cuanto tiempo lo pueden sacar de aqui?

– Tan pronto como tengamos ayuda. Ya estan en camino.

Se oyeron pasos que corrian. Esta vez, el pesado andar de muchos pies. Estaban entrando bomberos con cascos. Con brillantes linternas, y equipo pesado…, hachas, poderosos gatos, herramientas cortantes, palancas. Poca charla, palabras cortas dichas en staccato. Grunidos, ordenes rapidas.

– ?Aqui! Un gato alli abajo. ?Quiten estas cosas pesadas!

Desde arriba, el golpear del hacha rompiendo algo. El sonido de metal que cede. Una corriente de luz cuando las puertas del pozo se abrieron a nivel del vestibulo principal. Un grito:

– ?Escaleras! ?Necesitamos escaleras aqui!

Comenzaron a bajar escaleras largas.

El joven medico ordeno:

– ?Necesito que me saquen a este hombre!

Dos bomberos luchaban para poner en posicion un gato, que al funcionar quitaria el peso de encima del cuerpo de Billyboi. Los bomberos, tentando, blasfemando, maniobrando para poder colocarlo. El gato era demasiado grande.

– ?Necesitamos un gato mas pequeno! Se necesita otro gato, para colocar el grande en su lugar. -La demanda se repitio por una radio portatil.- ?Traigan el gato pequeno del camion de rescate!

– Tengo que sacar en seguida a este hombre de aqui -decia la voz del medico con insistencia.

– ?Las palancas alli! La mas alta. Si la mueve, levantara las mas bajas; dejen espacio para el gato -era la voz de Peter.

– Hay veinte toneladas. Alli. Cambien algo; todo puede venirse abajo. Cuando empecemos lo haremos despacio -advertia un bombero.

– ?Probemos! -exclamo Aloysius Royce.

Royce y Peter, hombro con hombro, y las espaldas bajo la barra mas alta, con los brazos entrelazados, hicieron fuerza hacia arriba. Nada. ?Con mas fuerza aun! ?Todavia con mas fuerza! Los pulmones estallando, la sangre afluyendo, perdiendo el sentido. La barra apenas se movia. ?Aun con mas fuerza! ?Hacer lo imposible! Se perdia la conciencia. Se perdia la vision. Solo una niebla roja. Estorzandose, moviendose. Un grito.

– ?El gato calzo! -se acabo el esfuerzo. Hacia abajo… Libre. El gato giraba, levantandolo todo; tambien los escombros.

– ?Podemos sacarlo!

– No hace falta. Acaba de morir -anuncio el medico en voz baja.

Los muertos y heridos fueron subidos por la escalera, uno a uno. El vestibulo se convirtio en un lugar de separacion donde se prestaba rapida ayuda a los que todavia estaban vivos y se identificaba a los muertos. Se sacaron los muebles a un lado. Los camilleros llenaban la parte central. Detras del cordon, las gentes, ahora silenciosas, se apretaban unos contra otros. Las mujeres lloraban. Algunos hombres se marchaban.

Fuera esperaba una fila de ambulancias. St. Charles Avenue y Carondelet, entre las calles Canal y Gravier, estaban cerradas al transito. Se estaba reuniendo una multitud detras de las barreras de la Policia en ambos extremos. Una a una, las ambulancias partian de prisa. Primero, con Herbie Chandler, luego el dentista herido, que murio; un momento despues la mujer de Nueva Orleans con heridas en la pierna y la mandibula. Otras ambulancias iban mas despacio, hacia el deposito de la ciudad. Dentro del hotel, un capitan de Policia interrogaba a los testigos, inquiriendo el nombre de las victimas.

De las personas heridas, Dodo fue la ultima en salir. Un medico, al bajar, le habia aplicado una venda de compresion a la herida abierta en la cabeza. Su brazo estaba en una tablilla plastica. Keycase Milne, desechando los ofrecimientos de ayuda, se habia quedado con Dodo, sosteniendola, guiando al equipo de rescate adonde ella yacia. Keycase fue el ultimo en salir. El congresista de la «Gold Crown Cola» y su esposa lo precedieron. Un bombero pasaba las maletas (las de Dodo y Keycase), desde los restos del ascensor al vestibulo. Un policia uniformado las recibia y cuidaba.

Peter McDermott habia vuelto al vestibulo cuando subieron a Dodo. Estaba palida e inmovil, su cuerpo empapado en sangre; la compresa, roja. Mientras se la puso en la camilla, dos medicos se ocuparon de ella brevemente. Un joven interno, el otro un hombre mayor. El mas joven movio la cabeza.

Detras del cordon se oyo una conmocion. Un hombre en mangas de camisa, agitado, gritaba:

– ?Dejeme pasar!

Peter volvio la cabeza, luego se acerco al oficial de Marina.

El cordon se abrio. Curtis O'Keefe paso precipitadamente. Con el rostro distorsionado, camino al lado de la camilla. Cuando Peter lo vio, estaba en la calle, rogando ser admitido en la ambulancia. El interno asintio. Las puertas se cerraron. Sono la sirena, y la ambulancia partio velozmente.

16

Todavia sacudido por la conmocion, casi sin poder creer en su propia salvacion, Keycase trepo por la escalera colocada en el hueco del ascensor. Un bombero venia detras. Unas manos se tendieron para ayudarlo. Los brazos lo sostenian cuando llego al vestibulo.

Keycase descubrio que podia tenerse de pie y moverse sin ayuda. Sus sentidos se recuperaron. Una vez mas su cerebro estaba alerta. Habia uniformes por todas partes. Lo atemorizaron.

?Sus dos maletas! ?Si la mas grande se hubiera abierto…! Pero no. Estaba con algunas otras ahi cerca. Se dirigio hacia ellas.

– Senor, hay una ambulancia esperando -le advirtio una voz detras de el. Keycase se volvio. Era un policia joven.

– No necesito…

– Todos tienen que hacerlo, senor. Es una revision. Para su propia proteccion.

– Necesito mis maletas -protesto Keycase.

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