13

Corriendo a una velocidad que jamas habia empleado en el hotel, Peter McDermott bajo por las escaleras del entresuelo.

Cuando llego, en el vestibulo se desarrollaba una escena de pandemonio. Se oian alaridos a traves de las puertas del ascensor y los gritos de las mujeres que andaban cerca. Habia un griterio confuso. Frente a una multitud arremolinada un palido ayudante de gerencia y un botones estaban tratando de abrir con una palanca las puertas de metal que daban al hueco del ascensor numero cuatro. Cajeros, empleados de recepcion y de oficina, brotaban desde atras de los mostradores y escritorios. Los restaurantes y bares se estaban vaciando en el vestibulo, los mozos y los barmen seguian a los clientes. En el comedor principal ceso la musica de la hora del almuerzo. Los musicos se unieron al exodo. Una fila de gente que trabajaba en las cocinas aparecia por la puerta de servicio. Una excitada babel de preguntas recibio a Peter.

– ?Silencio! -grito tan fuerte como pudo sobrepasando todas las otras voces.

Se produjo un momentaneo silencio; aprovechandolo exclamo:

– Por favor, retirense un poco, haremos todo lo que podamos.

Se encontro con los ojos de un empleado de recepcion.

– ?Alguien ha llamado al departamento de bomberos?

– No estoy seguro, senor. Pense…

– ?Hagalo en seguida! -espeto Peter. Ordeno a otro-: Llame a la Policia. Digales que necesitamos ambulancias, medicos, alguien que controle la muchedumbre.

Los dos hombres desaparecieron corriendo.

Un hombre alto, delgado, con una chaqueta de tweed y pantalones de dril, se adelanto:

– Soy oficial de Marina. Digame que puedo hacer.

– El centro del vestibulo tiene que estar desocupado. Utilice personal del hotel para formar un cordon. Deje un camino abierto hasta la entrada principal. Plieguen las puertas de entrada giratoria -respondio Peter, agradecido.

– ?Bien!

El hombre alto se volvio y comenzo a dar ordenes. Sintiendo la autoridad del jefe, los otros obedecieron. Pronto una linea de mozos, cocineros, empleados, botones, musicos y algunos huespedes reclutados, se extendia desde el vestibulo hasta la puerta de St. Charles Avenue.

Aloysius Royce se habia unido al subgerente y al botones tratando de forzar las puertas del ascensor. Se volvio, llamando a Peter.

– No lo lograremos sin herramientas. Tenemos que entrar por otra parte.

Un operario en traje de mecanico entro corriendo en el vestibulo. Se dirigio a Peter:

– Necesitamos ayuda en el fondo del hueco. Hay una persona atrapada debajo de la cabina. No podemos sacarla, ni llegar hasta los otros.

– Vayamos alla -Peter se fue por las escaleras de servicio hacia abajo, Aloysius Royce detras.

Un tunel de ladrillo gris, poco alumbrado, llevaba al pozo del ascensor. Aqui se volvieron a oir los gritos que habian escuchado arriba, pero ahora mas proximos y aterradores. La despedazada cabina del ascensor estaba directamente enfrente, pero el camino hasta ella, cerrado por el metal retorcido de la misma cabina y de las instalaciones que habia saltado al producirse el impacto. Cerca del frente los operarios de mantenimiento luchaban con barras y palancas. Otros estaban detras sin poder prestar ayuda. Llantos, gritos confusos, el ruido de la maquinaria proxima, se combinaba con un constante quejido desde el interior.

– ?Traigan mas luces! -grito Peter a los hombres desocupados. Algunos corrieron, desapareciendo por el tunel.

– Suba y traiga aqui a los bomberos -indico al hombre con traje de mecanico que habia acudido desde el vestibulo.

Aloysius Royce, de rodillas al lado de los escombros, grito:

– i Y manden en seguida un medico!

– Si -confirmo Peter-. Envien a alguien para indicarle el camino. Que se haga una llamada. Hay varios medicos en el hotel.

El hombre asintio y se volvio corriendo por donde habia venido.

Estaba llegando mas gente al corredor, y comenzaban a bloquearlo. El mecanico jefe, Doc Vickery, a codazos, se abrio camino.

– ?Dios mio! -El jefe quedo mirando la escena que tenia

delante.- ?Dios mio…! ?Se lo adverti! Les avise que si no gas

taban dinero, algo asi podia… -Tomo del brazo a Peter.- Us

ted me oyo, muchacho. Me lo ha oido decir muchas veces…

– Mas tarde, jefe. -Peter libero su brazo.- ?Que puede hacer para sacar esa gente?

El jefe movio la cabeza con desesperacion.

– Necesitamos un equipo pesado, gatos, herramientas cortantes.

Era evidente que el jefe no estaba en condiciones de hacerse responsable. Peter le indico:

– Revise los otros ascensores. Detenga el servicio si es necesario. No corra el riesgo de que esto se repita. -El mas viejo asintio con pesadumbre. Se inclino, y quebrantado, se marcho.

Peter tomo del hombro a un mecanico, de pelo gris, de la seccion papeleria, a quien reconocio:

– Su tarea es mantener esta zona libre. Todo el que no este directamente ocupado en el salvamento tiene que marcharse en seguida.

El mecanico asintio. Cuando comenzo a ordenar que despejaran, el tunel quedo libre.

Peter volvio al pozo del ascensor. Aloysius Royce, de rodillas y gateando, se habia metido debajo de parte de los escombros y sostenia por los hombros al hombre del mantenimiento herido que continuaba gritando. A la debil luz era evidente que tenia las piernas y la parte inferior del abdomen apretado por una masa de escombros.

– Billyboi -le decia Royce-. Vas a estar bien. Te lo prometo. Te sacaremos de aqui.

La respuesta fue otro alarido torturado.

Peter tomo una de las manos del herido:

– Tiene razon. Ahora estamos aqui. Viene ayuda.

Distante, alla arriba, podia oir el gemido de las sirenas.

14

Las llamadas telefonicas del empleado de la recepcion llegaron a la oficina de Alarma de Incendios del City Hall. No habia concluido su mensaje cuando dos potentes toques -una alerta de alarma mayor- se escucharon en cada una de las estaciones de incendio de la ciudad. Por radio, al instante se difundio un despacho a la caja cero, cero, cero, ocho. Alarma en el «St. Gregory Hotel», Carondelet y Common.

Automaticamente cuatro destacamentos de bomberos respondieron… el Central en Decatur, y los de Tulane, South Rampart y Dumaine. En tres de los cuatro, los bomberos que no estaban de servicio habian salido a almorzar. En el Central, el almuerzo estaba casi listo. El menu era spaggetti con albondigas de carne. Un bombero, que habia tomado su turno como cocinero, suspiro, apago el gas y corrio con el resto. ?Buen momento para una alarma!

Los trajes y las botas estaban en los camiones. Los hombres se quitaban los zapatos subiendose a los vehiculos mientras se ponian en camino. Menos de un minuto despues de la doble alarma, cinco grupos de bomberos con sus maquinas, dos garfios y escaleras, una manguera, elementos de emergencia, unidades de salvamento y rescate, un jefe delegado y dos jefes de distrito estaban en camino al «St. Gregory», sus conductores luchando con el pesado transito del mediodia.

Una llamada del hotel reclamaba todos los servicios.

En otros destacamentos de incendio, dieciseis companias mas, con dos equipos de garfios y escaleras estaban

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