– Puede no ser…

Cortando su protesta, se oyo un clic cuando el que habia llamado corto la comunicacion.

– ?Quien era? ?Que queria? -El duque se aproximo, tenso. Su rostro delgado parecia mas palido que antes.

Momentaneamente, la duquesa cerro los ojos. Tenia un desesperado anhelo por sentirse aliviada de la direccion y responsabilidad de ambos; de tener alguien que asumiera el peso de la decision. Sabia que era una esperanza vana, lo mismo que habia sido siempre, desde que recordaba. Cuando se nace con un caracter mas fuerte que los que te rodean, no hay escape. En su propia familia, en la que la fortaleza era una norma, los otros se volvian hacia ella instintivamente, siguiendo sus directrices y respetando su consejo. Hasta Geoffrey, con su verdadera habilidad y obstinacion, siempre la escuchaba al fin, como acababa de hacerlo. Cuando volvio a la realidad, el momento habia pasado. Abrio los ojos.

– Era el detective del hotel. Insistio en venir aqui dentro de una hora.

– ?Entonces lo sabe! ?Gran Dios, lo sabe!

– Era obvio que estaba al tanto de algo. No dijo de que.

Sorprendentemente, el duque de Croydon se enderezo, su cabeza se irguio y los hombros se le cuadraron. Las manos se hicieron mas seguras y su boca adquirio un gesto firme. Era el mismo cambio de camaleon que habia exhibido la noche anterior. Dijo con tranquilidad:

– Aun ahora, podia salir mejor si yo fuera…, si admitiera…

– ?No! ?Absoluta y definitivamente no! -Los ojos de su mujer relampaguearon.-• Comprende una cosa: nada que puedas hacer podria mejorar la situacion en lo mas minimo -hubo un silencio, luego la duquesa dijo con aire protector-: No diremos nada. Esperaremos que venga ese hombre, y descubriremos que es lo que sabe y que es lo que intenta hacer.

Por un momento parecio que el duque iba a discutir Luego cambio de opinion, y asintio con mansedumbre. Ajustandose la bata escarlata, se dirigio a la habitacion contigua. Poco despues volvio trayendo dos vasos de whisky. Cuando le ofrecio uno a su esposa, esta protesto:

– Sabes que es demasiado temprano.

– Eso no importa. Lo necesitas. -Con una solicitud muy poco usual, puso el vaso en su mano.

Sorprendida, pero vencida, ella tomo el vaso y lo bebio; el licor sin agua ni soda, quemaba, quitandole el aliento, pero un momento despues la envolvia en un calor muy agradable.

9

– Bien, sea lo que fuere, no puede ser tan malo – comento Peter.

En su escritorio, en la oficina exterior de la suite del director gerente, Christine Francis habia estado cenuda mientras leia la carta que tenia en la mano. Al oirlo, levanto los ojos para ver el rostro alegre y vigoroso de Peter McDermott, espiandola desde la puerta entreabierta.

Animandose, respondio:

– Es otro ataque. Pero despues de tantos, ?que importa uno mas?

– Me gusta ese razonamiento -Peter deslizo su alta figura por la puerta.

Christine lo miro apreciativamente:

– Parece usted muy despierto, considerando lo poco que ha debido de dormir anoche.

El sonrio:

– Esta manana temprano tuve una sesion con su jefe. Fue como una ducha fria. ?Ha bajado ya?

Ella nego con la cabeza, y luego miro la carta que habia estado leyendo.

– Cuando venga, no le va a gustar esto.

– ?Es un secreto?

– En realidad, no. Creo que usted se vera complicada en ello.

Peter se sento en una silla de cuero frente al escritorio.

– ?Recuerda usted que hace un mes, un hombre que estaba caminando por Carondelet Street fue alcanzado por una botella que cayo desde arriba? Las heridas que recibio en la cabeza fueron graves.

Peter asintio:

– ?Una verdadera verguenza! La botella cayo desde una de nuestras habitaciones, no cabe duda. Pero no pudimos encontrar al huesped que la tiro.

– ?Que tipo de hombre era el que fue golpeado?

– Un hombrecillo agradable, recuerdo, y pagamos la cuenta del hospital. Nuestros abogados escribieron una carta aclarando que era un gesto de buena voluntad, aunque sin admitir responsabilidad alguna.

– La buena voluntad no tuvo exito. Ha demandado al hotel por diez mil dolares. Alega conmocion, danos corporales, perdida de ingresos y dice que fuimos negligentes.

– No cobrara. Supongo que en cierta forma no es justo. Pero no tiene la menor probabilidad -dijo Peter simplemente.

– ?Como puede estar tan seguro?

– Porque hay una cantidad de casos en que ha sucedido ese mismo tipo de cosas. Eso les proporciona a los abogados toda clase de precedentes a nuestro favor, que podran citar ante un tribunal.

– ?Es bastante eso para determinar una sentencia?

– Generalmente -replico-. A traves de los anos, la ley se ha mostrado constante. Por ejemplo, hubo un caso clasico en Pittsburg, en el «William Penn». Un hombre fue herido por una botella arrojada desde la habitacion de un huesped, y atraveso el techo de su automovil. Demando al hotel.

– ?Y no gano el juicio?

– No. Perdio el caso en el tribunal de primera instancia, y luego apelo al Supremo de Pensilvania. Y perdio.

– ?Por que?

– El tribunal dijo que un hotel, cualquier hotel, no es responsable de los actos de sus huespedes. La unica excepcion seria si alguien con autoridad, digamos el gerente del hotel, supiera de antemano lo que iba a suceder sin intentar evitarlo -continuo Peter plegando el ceno por el esfuerzo de su memoria-: Hubo otro caso en Kansas City, creo. Algunos de los de un congreso dejaron caer bolsas de ropa sucia llenas de agua desde sus habitaciones. Cuando las bolsas reventaban, la gente se esforzaba en las aceras para apartarse de alli, y una persona fue empujada bajo un coche en movimiento. Fue gravemente herido. Luego, demando al hotel, pero tampoco pudo cobrar. Hay bastantes otros juicios… Todos terminaron de la misma manera.

Christine pregunto con curiosidad: -?Como sabe usted todo eso?

– Entre otras cosas, he estudiado legislacion hotelera en Cornell.

– Bien, me parece terriblemente injusto.

– Es malo para cualquiera que recibe el golpe, pero es justo para el hotel. Por supuesto que lo que deberia suceder es que la gente que comete estos desmanes deberia ser responsable de ellos. El inconveniente es que, con tantas habitaciones que dan a la calle, es imposible descubrir quienes son. De manera que la mayoria lo hace sin sufrir las consecuencias.

Christine habia estado atendiendo con intensidad, un codo sobre el escritorio, la cara apoyada en la palma de la mano. El sol que penetraba por las persianas venecianas parcialmente abiertas, acariciaba su pelo rojo, iluminandolo. En ese momento, una linea de desconcierto arrugaba su frente y Peter deseaba llegar hasta ella y borrarsela con suavidad.

– Quiero entender bien esto. ?Dice usted que el hotel no es responsable legalmente de nada de lo que hagan sus huespedes… ni siquiera a otros huespedes?

– En la forma en que hemos estado hablando, ciertamente no. Las leyes son bien precisas en cuanto a eso, y desde hace mucho tiempo. Gran parte de nuestra legislacion tiene su origen en las hosterias inglesas, que comenzaron en el siglo xIv.

– Cuenteme.

– Le dare una version resumida. Comienza cuando las hosterias inglesas tenian un gran hall, calentado e iluminado por un fuego y todo el mundo dormia alli. Mientras dormian, era deber del dueno proteger a sus huespedes de ladrones y asesinos.

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