sendero curvo de viejo ladrillo rojo se abria paso entre los arboles y el cesped. Aunque apenas oscurecido, se habian encendido dos altos jarrones, uno a cada lado del sendero, proximo a la entrada.
Habia alcanzado la escalinata de la terraza cuando un cerrojo hizo clic y la doble puerta de la mansion se abrio de par en par. La amplia puerta enmarco a Marsha. Espero a que llegara arriba; entonces camino hacia el.
Estaba vestida de blanco… un traje fino, ajustado; su cabello oscuro brillando por contraste. Mas que nunca sintio esa condicion provocativa de mujer-nina.
– ?Bien venido! -exclamo alegremente.
– Gracias. -Hizo un gesto mirando en torno.- Por el momento estoy un poco sobrecogido.
– Eso le sucede a todo el mundo. -Paso su brazo por el de el.- Le hare dar la vuelta oficial por Preyscott antes de que oscurezca.
Volviendo a bajar los escalones de la terraza cruzaron el cesped, suave bajo los pies. Marsha se mantenia proxima a el. A traves de la manga de su chaqueta podia sentir la calida firmeza de su carne. Con la punta de los dedos tocaba ligeramente la muneca de el. Se agregaba una sutil fragancia al perfume de las flores.
– ?Hemos llegado! -Abruptamente Marsha se volvio.- Este es el mejor lugar para verlo todo. Eligen este sitio para tomar las fotografias.
Desde este lado del cesped la vista era aun mas imponente.
– En 1840 un noble frances amante de la diversion, construyo esta casa -dijo Marsha-. Le gustaba la arquitectura del renacimiento griego, esclavos felices y rientes, y tambien tener a su amante cerca, razon por la cual la casa tenia un ala extra. Mi padre le agrego la otra. El prefiere las cosas equilibradas… cuentas y casas.
– ?Es este el nuevo estilo de los guias… filosofia y hechos?
– Oh, estoy harta de ambos. ?Quiere hechos? Mire al techo.
Juntos levantaron la mirada.
– Vera que sobrepasa de la galeria superior. Ese es el estilo Luisiana-griego; la mayor parte de las grandes casas antiguas se construian asi, se justifica porque en este clima da sombra y aire. Muchas veces la galeria fue el lugar donde mas se vivia. Se convirtio en el centro familiar, un lugar para hablar y compartir la vida.
– Duenos de casas y familiares, compartiendo la buena vida, en una forma a la vez completa y autosuficiente - cito Peter.
– ?Quien dijo eso?
– Aristoteles.
– Ha cavado hondo. -Se detuvo pensativa.- Mi padre ha hecho muchas restauraciones. La casa esta mejor ahora, pero no nuestro uso de ella.
– Usted debe amar mucho todo esto.
– Lo odio. He odiado este lugar desde que tengo uso de razon.
El la miro inquisitivamente.
– Oh, yo tampoco la odiaria si viniera a verla, como una visita junto con otros que pagan cincuenta centavos para que se les muestre la forma en que abrimos la casa para la Fiesta de la Primavera. La habria admirado porque amo todas las cosas antiguas. Pero no para vivir siempre en ella, sola, especialmente cuando oscurece.
– Esta oscureciendo ahora -le recordo el.
– Ya lo se. Pero usted esta aqui. Y eso es diferente.
Habian comenzado a volver por el cesped. Por primera vez Peter advirtio el silencio que reinaba.
– ?No la echaran de menos sus huespedes?
Ella miro hacia los lados, inquieta:
– ?Que huespedes?
– Usted me dijo…
– Le dije que daba una comida, asi es. Para usted. Si lo que le preocupa es la compania, no se inquiete, Anna esta aqui.
Habian entrado en la casa. Estaba en penumbra y fresca. Los cielos rasos, muy altos. En el fondo, una mujer vieja vestida de seda negra saludo sonriendo.
– He hablado a Anna de usted. Y lo aprueba. Mi padre confia totalmente en ella, de manera que todo va bien. Ademas esta Ben.
Un negro sirviente los siguio, pisando con suavidad, hasta un pequeno estudio de paredes cubiertas de libros. De un aparador trajo una bandeja con un botellon de jerez y vasos. Marsha movio la cabeza. Peter acepto el jerez y lo sorbio pensativo. Desde una banqueta, Marsha le hizo un gesto para que se sentara junto a ella.
– ?Pasa usted mucho tiempo aqui sola?
– Mi padre viene entre uno y otro viaje. Lo que sucede es que los viajes se hacen cada vez mas largos y el tiempo intermedio mas corto. Preferiria vivir en un feo y moderno
– No se si en realidad le gustaria.
– Estoy segura de que si -afirmo Marsha-. Si lo compartiera con alguien a quien realmente amara. Tambien serviria un hotel. Creo que los gerentes tienen un apartamento para vivir… en el piso superior, ?no es asi?
Asombrado, levanto los ojos y la encontro sonriendo.
Un momento despues el sirviente anuncio en voz baja que la comida estaba servida.
En una habitacion adyacente, una mesa redonda y pequena estaba preparada para dos. La luz de los candelabros iluminaba la mesa y las paredes artesonadas. Sobre el marmol negro de la chimenea el retrato de un patriarca de rostro severo miraba hacia abajo a Peter, dandole la impresion de ser estudiado y criticado.
– No deje que mi bisabuelo lo moleste -dijo Marsha cuando se sentaron-. Es a mi a quien reprende. Vea usted, cierta vez escribio en su diario que queria fundar una dinastia y yo soy su ultima y desdichada esperanza.
Conversaron durante la comida (con menos restriccion) mientras el sirviente los atendia con habilidad. La comida era exquisita: el plato principal era un
Peter descubrio que estaba resultando muy agradable una situacion que habia encarado con cierto recelo. Marsha parecia mas vivaz y encantadora a medida que pasaban los minutos; y el mismo, mas comodo en su compania. Lo que no era sorprendente, ya que la diferencia de edades no era tan grande. Ademas, a la luz de los candelabros, en la antigua y sombreada habitacion, pudo apreciar cuan hermosa era.
Se pregunto si mucho tiempo atras, el noble frances que construyo la gran casa, y su amante, habrian comido aqui en tanta intimidad. Quizas este pensamiento fuera producto del hechizo que el ambiente y la ocasion derramaban sobre el.
Al final de la comida Marsha anuncio:
– Tomaremos el cafe en la galeria.
Le retiro la silla y ella se levanto ligera, tomando impulsivamente su brazo como lo habia hecho antes. Divertido, se dejo conducir a un pasillo; luego subieron una amplia escalera. En la parte superior, un ancho corredor, con las paredes decoradas con frescos, tenuemente iluminados, llevaba a la galeria abierta que habian visto desde el jardin de abajo, ahora oscuro.
En una mesa de mimbre habia tazas pequenas y un servicio de cafe, de plata. Un vacilante farol de gas estaba encendido mas arriba. Llevaron el cafe a una hamaca con almohadones que se balanceo cuando se sentaron. El aire de la noche era agradable, fresco, y soplaba una ligera brisa. Desde el jardin el zumbido de los insectos se oia distinto; y los amortiguados ruidos del transito llegaban desde St. Charles Avenue, distante dos manzanas. Tenia conciencia de Marsha inmovil, a su lado.
– De pronto se ha quedado muy callada.
– Ya lo se. Estaba pensando la manera de decir algo.
– Puede tratar de hacerlo en forma directa. Con frecuencia da buenos resultados.
– Muy bien. -Se notaba cierta falta de aliento en su voz.- He decidido que quiero casarme con usted.
Durante lo que parecieron largos minutos, pero que Peter sospechaba que fueron solo segundos, permanecio inmovil; hasta el suave mecerse de la hamaca parecio detenerse. Al fin, con cuidadosa precision, Peter puso en la mesa la taza de cafe.
Marsha tosio, luego cambio la tos en una risa nerviosa.
– Si quiere huir, las escaleras estan alla.
– No. Si lo hiciera, nunca sabria por que ha dicho usted eso.
– Ni yo estoy muy segura. -Miraba hacia delante, a la noche, con el rostro vuelto. Sintio que ella temblaba.-