Solo se que de pronto tuve ganas de decirlo. Y estoy segura de que lo haria.
Peter sabia que era importante que cualquier cosa que dijera a esta nina impulsiva tendria que ser dicha con mucha suavidad y respeto. Peter tambien estaba nervioso, sintiendo una contraccion en la garganta. Sin razon alguna, recordo algo que Christine le habia dicho esa manana.
– Marsha, usted apenas me conoce, ni yo a usted.
– ?Cree usted en el instinto?
– Hasta cierto punto, si.
– Tuve una intuicion con respecto a usted desde el primer momento. -Al principio la voz le temblaba; luego se afirmo.- La mayor parte de las veces mis intuiciones han sido acertadas.
– ?Y con respecto a Stanley Dixon y Lyle Dumaire? -le recordo con suavidad.
– La intuicion fue buena. Pero yo no le hice caso, eso es todo. Esta vez, si.
– Pero la intuicion puede ser equivocada.
– Siempre puede estarse equivocado, aun cuando se espere mucho tiempo. -Marsha se volvio y lo miro. Cuando sus ojos se encontraron advirtio en ellos una firmeza de caracter que antes habia pasado inadvertida.- Mi padre y mi madre se conocieron quince anos antes de casarse. Mi madre me dijo cierta vez, que todos los que los conocian decian que seria un matrimonio perfecto. Tal como resulto, fue el peor. Yo lo se. Estaba en medio.
Permanecio silenciosa sin saber que decir.
– Eso me enseno algunas cosas. Tambien lo hizo alguien mas. Esta noche usted conocio a Anna…
– Si.
– Cuando tenia diecisiete anos la obligaron a casarse con un hombre que solo habia visto una vez. Era una especie de contrato familiar; en aquella epoca se hacia ese tipo de cosas.
– Continue -respondio, observando la cara de Marsha.
– El dia antes del casamiento, Anna lloro toda la noche. Pero se caso y permanecio casada cuarenta y seis anos. Su marido murio el ano pasado. Vivieron aqui con nosotros. Si hubo un matrimonio perfecto fue ese.
Vacilo, sin desear controvertir el argumento de su interlocutora, pero objeto: -Anna no siguio su instinto. Si lo hubiera hecho no se habria casado.
– Ya lo se. Simplemente estoy diciendo que no hay garantia en ninguna de las dos maneras, y la intuicion puede ser una guia tan buena como cualquier otra.
Luego hubo un silencio que rompio Marsha:
– Yo se que con el tiempo podria hacer que usted me amara.
Absurda y sorprendentemente, Peter sintio una sensacion de excitacion. La idea era, por supuesto, ridicula; el romantico producto de una imaginacion infantil. El, que habia sufrido a causa de sus propias ideas romanticas en el pasado, estaba en condiciones de saberlo. ?Seria asi? ?Acaso todas las situaciones eran una consecuencia de lo que habia sucedido antes? ?Era tan fantastica en realidad la proposicion de Marsha? Tuvo una repentina e irracional conviccion de que lo que ella habia dicho bien podria ser verdad.
Se pregunto cual seria la reaccion del ausente Mark Preyscott.
– Si usted esta pensando en mi padre…
– ?Como lo ha adivinado? -pregunto sorprendido.
– Porque estoy empezando a conocerlo a
Peter inhalo profundamente, con una sensacion de estar respirando aire rarificado:
– ?Que diria su padre?
– Supongo que al principio se inquietara; probablemente vendria deprisa en avion. Eso no importaria. -Marsha sonrio.- Porque siempre escucha lo que es razonable y se que lo podria convencer. Ademas, usted le gustara. Conozco la gente que el admira, y usted es uno de ellos.
– Bien, por lo menos es un alivio -dijo sin saber si tomarlo en serio o en broma.
– Hay algo mas. No es importante para mi, pero lo sera para el. Se… y mi padre lo sabria tambien… que algun dia usted tendra un gran exito en el negocio de hoteles, y tal vez llegue a ser dueno de alguno. A mi no me importa eso. Yo lo quiero a usted -termino casi sin aliento.
– Marsha… No se que decir. -Peter hablo con suavidad.
Hubo una pausa en la que podia advertir que Marsha perdia la confianza en si misma. Era como si antes hubiera alardeado de su seguridad con una gran determinacion, pero ahora la determinacion habia desaparecido y con ella la jactancia. Con una vocecita incierta sugirio:
– Usted cree que he sido una tonta. Es mejor que lo diga de una vez y acabe con ello.
– No creo que usted haya sido tonta. Si mas gente, incluyendome yo, fuera tan sincera como usted…
– ?Quiere decir que no le he causado mala impresion?
– Lejos de eso, estoy conmovido y abrumado.
– ?Entonces no diga nada mas! -Marsha, de un salto se puso de pie, con las manos extendidas hacia el, que las tomo y quedo mirandola, los dedos de ambos entrelazados. Advirtio que Marsha tenia una rapida manera de recuperarse despues de una incertidumbre, aunque sus dudas solo estuvieran parcialmente resueltas.
– ?Vayase, y pienselo! ?Piense, piense, piense! Especialmente en mi.
– Sera dificil no hacerlo -respondio… y lo sentia.
Ella levanto la cabeza para que la besara y el se inclino. Tenia la intencion de rozar su cara, pero ella le ofrecio los labios y cuando se tocaron, los brazos de la muchacha se estrecharon con fuerza alrededor de el. Alla en el fondo de la mente de Peter sono tenue una campana de alarma. El cuerpo de ella se apretaba contra el suyo; la sensacion del contacto era electrica. Su suave fragancia era inmediata y maravillosa. El perfume le lleno la nariz. En ese momento no podia pensar en Marsha mas que como en una mujer. Sintio que su cuerpo despertaba excitado, sus sentidos se dejaron llevar. La campana de alarma fue desoida. Solo podia recordar:
Con resolucion, se obligo a separarse. Tomando las manos de Marsha murmuro:
– Debo irme.
Lo acompano a la terraza. La mano de el acaricio su pelo. Ella murmuro:
– Peter, querido…
Bajo los escalones, sin saber si estaban alli.
14
A las diez y media de la noche, Ogilvie, el jefe de detectives del hotel, utilizo el tunel para el personal en el subsuelo, para caminar pesadamente desde el cuerpo principal del «St. Gregory» hasta el garaje anexo.
Eligio el tunel en lugar del pasaje mas comodo del piso principal por la misma razon por la que habia elegido con tanto cuidado esa hora… para ser lo menos notorio posible. A las diez y media, los huespedes que sacaban los coches para usarlos de noche, ya lo habian hecho, pero era demasiado temprano, todavia, para que muchos volvieran. Tampoco era probable que llegaran otros huespedes al hotel por lo menos por tierra.
El plan original de conducir el «Jaguar» del duque y la duquesa de Croydon hacia el norte a la una de la madrugada (ahora solo faltaban menos de tres horas) no habia cambiado. Sin embargo, antes de partir, el gordo tenia tareas que hacer y era importante no ser observado.
Las herramientas para hacer el trabajo estaban en una bolsa de papel que llevaba en la mano. Representaban una omision en el elaborado esquema de la duquesa de Croydon. Ogilvie lo habia advertido, pero prefirio reservarselo.
En la doble muerte producida el lunes por la noche, uno de los faros del «Jaguar» habia sido destrozado. Ademas, a causa de la perdida del aro, ahora en poder de la Policia, el montaje se habia aflojado. Para conducir el coche en la oscuridad, como se previo, habia que volver a colocar el faro, y su montaje tendria que ser reparado provisionalmente. Sin embargo era obvio que seria demasiado peligroso llevar el coche a una estacion de servicio de la ciudad y estaba fuera de toda cuestion llamar al mecanico del hotel para realizar el trabajo.