— Excelente — dijo Andrei —. Eso quiere decir que, simultaneamente, el coronel llevara a cabo la exploracion en profundidad. Estudiara en persona el posible escenario de las acciones. Y tengo muy buenas relaciones con el… A proposito, chicos, esta noche doy una fiestecita.
— Humm… — gruno Geiger, que puso cara de preocupacion de inmediato —. ?Hoy? No se, amigo, no podria decirte con seguridad… Simplemente, no lo se. Quiza pase un minuto por alli.
— Como quieras. — Andrei suspiro —. Pero si no puedes venir, te ruego que no mandes a Rumer en representacion tuya, como la vez anterior. No estoy invitando al presidente, sino a Fritz Geiger. No necesito sustitutos oficiales.
— Veremos, veremos… — repuso Geiger —. ?Otro cafe? Tenemos tiempo. ?Parker!
En el umbral aparecio el rubicundo Parker, que recibio el pedido de cafe inclinando la cabeza, con el cabello partido por una raya perfecta.
— El consejero Rumer — dijo, con voz delicada — espera en el telefono al senor presidente.
— Como si nos hubiera oido — gruno Geiger mientras se ponia de pie —. Perdonadme, ahora regreso.
Salio, y al instante aparecieron las chicas de delantal blanco. Sirvieron la segunda ronda de cafe rapido y sin hacer ruido, y salieron junto con Parker.
— ?Y tu, vendras? — le pregunto Andrei a Izya.
— Con mucho gusto — dijo Izya, mientras bebia el cafe con silbidos y sorbetones —. ?Quien mas va a estar?
— Estara el coronel, los Dollfuss, quiza Chachua… ?Quien quieres que este?
— Sinceramente, te dire que la mujer de Dollfuss no me hace ninguna falta.
— No te preocupes, le echaremos a Chachua.
Izya asintio.
— Hace tiempo que no nos reuniamos, ?no crees? — dijo, de repente.
— Si, hermanito, el trabajo…
— Mientes, mientes, ?de que trabajo me hablas? Te sientas alli a sacarle brillo a tu coleccion de armas. Ten cuidado, no sea que te pegues un tiro por descuido. ?Si! Y, a proposito, he conseguido una pistolita. Una autentica Smith & Wesson, de la pradera…
— ?De veras?
— Pero esta oxidada, toda cubierta de orin.
— ?No se te ocurra limpiarlo! — grito Andrei, mientras se levantaba de un salto —. Traelo como este o lo echaras todo a perder con esas manos torcidas tuyas. Y no es una pistolita, sino un revolver. ?Donde lo encontraste?
— Lo encontre donde debia — replico Izya —. Aguarda, en la expedicion hallaremos muchisimas cosas, no podremos traerlas todas a casa…
Andrei puso la taza de cafe sobre la mesa. Aquella faceta de la expedicion todavia no le habia pasado por la cabeza, y al instante se sintio presa de una animacion inusual al imaginarse la irrepetible coleccion de Colts, Brownings, Mausers, Parabellums, Zauers, Walters… y otras armas, mas lejanas en el tiempo: pistolas de duelo Lepage y Rochatte, enormes pistolones de abordaje con bayoneta, maravillosas armas artesanales del Lejano Oeste… todos aquellos tesoros indescriptibles con los que no se atrevia ni a sonar mientras leia una y otra vez el catalogo de la coleccion personal del millonario Brunner, que por algun milagro alguien habia traido a la Ciudad. Fundas, cajas, almacenes de armas… Quiza tenga la suerte de encontrar una Zbrojoska checa con silenciador, o una Astra novecientos, o quiza una Mauser cero-ocho, una rareza, un autentico sueno, si…
— ?Y no coleccionas minas antitanque? — pregunto Izya —. O, digamos, culebrinas.
— No — dijo Andrei, sonriendo con alegria —. Solo armas de fuego personales.
— Pues me han propuesto una bazuca de ocasion — dijo Izya —. Y no es muy cara, solo doscientas piastras.
— Si de bazucas se trata, ve a ver a Rumer — dijo Andrei.
— Gracias. Ya he estado con Rumer — dijo Izya, y su sonrisa se congelo.
«Diablos — penso Andrei —, que metida de pata.» Pero, para suerte suya.
Geiger regreso en ese momento. Se veia satisfecho.
— A ver, quien le sirve una taza de cafe al presidente — dijo —. ?De que hablabais? — De arte y literatura — respondio Izya.
— ?De literatura? — Geiger sorbio un poco de cafe —. ?Vaya, vaya! ?Y que decian mis consejeros sobre literatura?
— Ese loco bromea — dijo Andrei —. Hablabamos de mi coleccion, no de literatura.
— ?Y por que, de repente, te interesa la literatura? — pregunto Izya, mirando a Geiger con curiosidad —. Siempre has sido un presidente muy practico…
— Por eso me interesa, porque soy practico — dijo Geiger —. Vamos a enumerar — propuso, mientras comenzaba a doblar los dedos —. En la Ciudad se publican dos revistas literarias, cuatro suplementos literarios de los periodicos, al menos una decena de series de novelitas de aventuras… creo que es todo. Y unos quince libros al ano. Y, a pesar de todo, no hay nada decente. He hablado con gente entendida. En la Ciudad no ha aparecido ni una obra literaria de importancia ni antes del Cambio, ni despues. Puro papel manchado para reciclaje. ?Cual es el problema?
Andrei e Izya se miraron entre si. Si, Geiger siempre era capaz de sorprenderlos, de eso no habia la menor duda.
— De todos modos, hay algo que no entiendo — le dijo Izya a Geiger —. ?A ti, que te importa todo eso? ?Buscas un escritor para encargarle tu biografia?
— Deja de bromear — repuso Geiger con paciencia —. En la Ciudad hay un millon de personas. Mas de mil se consideran escritores. Pero todos carecen de talento. Es verdad que yo mismo no leo…
— No tienen talento, es verdad — asintio Izya —. Tu informacion es correcta. No se ven por aqui personas como Tolstoi o Dostoievski. Ni siquiera sus emulos.
— Y, en realidad, ?por que? — intervino Andrei.
— No hay escritores destacados — prosiguio Geiger —. No hay pintores. No hay compositores. No hay… ejem… escultores.
— No hay arquitectos — anadio Andrei —. No hay cineastas…
— No hay nada de eso — dijo Geiger —. ?En un millon de personas! Al principio, eso solo me asombraba, pero despues, sinceramente, comenzo a preocuparme.
— ?Por que? — pregunto Izya de inmediato.
— Es dificil de explicar — acepto Geiger, indeciso, mordiendose el labio —. Personalmente, yo mismo no se para que hace falta todo eso, pero he oido que existe en toda sociedad decente. Y si no lo tenemos, eso quiere decir que algo anda mal. Mi razonamiento es el siguiente: antes del Cambio, la vida en la Ciudad era dificil, todo era un desorden, y supongamos que a nadie le interesaban las bellas artes. Pero ahora, la vida va acomodandose poco a poco.
— No — le interrumpio Andrei, pensativo —. Eso no tiene nada que ver. Por lo que se, los mas grandes artistas del mundo trabajaron en situacion de desorden total. No hay ninguna regla al respecto. El gran artista podia ser un mendigo, un loco, un borracho, pero tambien una persona con recursos, rico quiza, como Turgueniev, por ejemplo… No se…
— En todo caso — intervino Izya, mirando a Geiger —, si tienes la intencion de elevar el nivel de vida de tus escritores de manera radical…
— ?Si! ?Por ejemplo! — Geiger tomo otro sorbo de cafe, se lamio los labios y se puso a mirar a Izya con los ojos entrecerrados.
— ?No lograras ningun resultado! — dijo Izya con cierta satisfaccion —. ?Y no esperes obtener nada!
— Aguardad — dijo Andrei —. ?Y no sera que simplemente a la Ciudad no vienen personas creativas de talento? ?Que no aceptan venir para aca?
— O no los invitan — dijo Izya.
— Tonterias — dijo Geiger —. El cincuenta por ciento de los habitantes de la ciudad son jovenes. En la Tierra no eran nadie. ?Como se puede saber si son creativos o no?
— ?Y no sera precisamente lo contrario, que es posible saber eso? — propuso Izya.