hechos. No los suele haber en general y aqui, en la Zona, con mayor motivo. Aqui todo ha sido inventado por alguien, ?es que no lo siente? ?Todo esto es una invencion idiota! Nos estan engatusando a todos.?Quien? No se comprende. ?Para que? Tampoco se comprende.

– A pesar de todo, seria interesante saber quien y para que

– ?No es eso! “Quien y para que?” ?Para que sirven sus conocimientos? ?que conciencia se hara mas pura con ellos? ?Que conciencia se dolera? ?La mia? Yo no tengo conciencia, no tengo mas que nervios. Me critica cualquier canalla: abre una herida. Me alaba otro canalla: Otra herida mas… ?A ellos les da igual lo que yo escriba! ?Se lo tragan todo! Pones el alma, pones tu corazon, y se tragan el alma y el corazon. Sacas la porqueria de tu alma y se tragan la porqueria… Les da igual que tragar. Todos sin excepcion son gente instruida, todos tienen hambre sensorial… Y todos ronronean, ronronean a mi alrededor: periodistas, redactores, criticos, damas interminables… ?Pero luego se jactan delante de sus maridos que yo me digne a dormir con ellas! Y todos exigen: ?dame, dame! Y yo doy, y siento ya asco, hace tiempo que deje de ser escritor… Que escritor del diablo soy yo si odio escribir, si para mi escribir es un martirio, una ocupacion desagradable y vergonzosa, algo asi como una dolorosa funcion fisiologica…

Calla subitamente y permanece un rato con los ojos cerrados. Un tic nervioso contrae su rostro.

– Yo antes creia que era necesario para ellos -prosigue en voz baja-. Yo creia que alguien se hacia mejor y mas honrado despues de haber leido mis libros. Mas puro, mas bueno… No soy necesario para nadie. Lo unico que tengo es la quinta. Con cuarto de bano. Me morire, y a los dos dias me habran olvidado y se podran a devorar a otro cualquiera. ?Se puede dejar todo esto asi? Yo queria rehacerlos a mi imagen y semejanza. Pero ellos me han rehecho a mi a su manera. Antes el futuro era so1o la repeticion del presente, y todos los cambios se vislumbraban tras lejanos horizontes. Ahora no hay ningun futuro. Se ha unido con el presente. Pero ?estan preparados para eso? Yo intente prepararlos, pero no quieren prepararse, les da todo igual, no hacen mas que tragar.

– Vehemencia… -dice despacio el Profesor-. Mucha vehemencia… ?Pero usted esta dispuesto a hacer el bien a todos, senor Escritor!

– ?Dejeme en paz! -responde el otro sin abrir los ojos.

– No, no, porque eso es muy peligroso, ?se da cuenta? ?Un benefactor vehemente!

El Escritor se sienta de un tiron y mira furioso al Profesor.

– ?Que es peligroso? ?Que es peligroso? Yo quiero tranquilidad, ?entiende? ?Tranquilidad!

– Entiendo. Pero usted no se retira ahora al desierto a buscar una vida tranquila. ?Usted va a la Zona! ?A ese mismo lugar!

El Escritor se echa nuevamente de espaldas y se tapa los ojos con la palma de la mano.

– Oiga, yo no quiero discutir con usted. De la discusion nace la luz, ?maldita sea!…

PARTE 4. La Zona (2)

El Guia abre los ojos. Permanece un rato tumbado, prestando oido. Luego se levanta sigilosamente y, pisando con cuidado, sale de la sombra y se detiene junto al Profesor y el Escritor, que estan dormidos. Los examina atentamente, primero a uno y luego a otro. Su expresion es concentrada, y la mirada p!arece medirlos. Finalmente, mordiendose el labio inferior, ordena en voz baja:

– ?En pie!

La angosta quebrada entre dos cerros esta llena de un liquido viscoso y turbio. Van por un chapoteante estriberon medio podrido. Sobre la superficie de la cienaga remolinea una niebla repulsiva. El Guia marcha delante, lo siguen el Escritor y el Profesor. Respiran penosamente, se ve que estan derrengados.

De pronto el Guia se detiene como si hubiera tropezado en un obstaculo invisible. Esta clavado y mueve la cabeza olfateando.

El Escritor se detiene al lado y, apoandose en la vara, toma aliento.

– Bueno… ?Que pasa? -pregunta.

– Callate… -dice en voz queda el Guia.

Hace un movimiento para echar a andar, pero no se mueve del sitio. Mete la mano en el bolsillo, saca una tuerca, va a lanzarla, pero no se decide. La tuerca cae al suelo. Su rostro esta livido y banado en sudor.

– Eso si que no… -refunfuila.

Retrocede abriendo los brazos. Despues, sin mirar, quita la vara al Escritor y la hunde en la cienaga junto al estriberon.

– Asi sera mas seguro… -murmura-. Venga, siganme.

Desciende con cuidado del estriberon y al instante se hunde hasta los muslos.

– ?Para que? -pregunta quejumbroso y cansado el Escritor.

El Guia no responde. Tanteando el camino con la vara se va alejando del estriberon.

En medio de la niebla caminan trabajosamente por el barro chapoteando hasta la cintura, cayendo y levantandose, sumergiendose hasta la cabeza, escupiendo y tosiendo. No pueden detenerse porque el tremedal se los tragaria.

De pronto el Profesor se hunde hasta el cuello, forcejea para incorporarse y tenderse de bruces, pero no lo consigue.

– ?Socorro! -grita con las ultimas fuerzas.

El Guia vuelve la cabeza. Su semblante refleja sincero, horror.

– ?A donde vas? -grita con voz ronca y, salpicando barro, se dirige hacia el Profesor-. ?La mochila! ?Tira la mochila!

El Profesor menea la cabeza que sobresale en la superficie del barro.

– ?La vara! -grita afonico-. ?Deme la vara!

– ?Tira la mochila, te digo!

– ?Quitate la mochila, imbecil! -chilla el Escritor, brincando impotente en el barro.

– ?La va… -La cabeza del Profesor se hunde en la cienaga, reaparece y ruge con voz terrible-: ?Dame la vara, animal!

Intenta agarrarse a la vara tendida, falla; luego la encuentra por fin a tientas y se aferra a ella con ambas manos.

Trepan trabajosamente a la cuesta arcillosa y seca.

– Bueno, te habrias ido al fondo como una piedra -grune el Guia-. Y me habrias arrastrado a mi. El Escritor se habria quedado solo arrastrandosc por cl pantano. ?No sueltas tu mochila ni a la de tres!

– No habia que haberse metido alli -replica el Profesor.

– A ti no te importa donde decido meterme…

– ?Pues mi mochila tampoco te importa a ti!

– ?Que llevas ahi: un tesoro? -alza la voz irritado el Escritor, pero cl Profesor no le hace caso.

– ?Parece mentira! -dice-. ?Vamos por un camino llano estupendo, y de pronto se mete en esta… letrina!

– Me lo dice el olfato, ?puedes entenderlo o no? ?El olfato!

– ?Menudo olfato!

– Mira que tonto cuatroojos! -El Guia se palmea en las rodillas, de 61 caen pedazos de barro seco.

– Mi vista a usted no le importa. Y ?basta ya! Una estupidez detras de otra.

– No es ninguna estupidez. ?Y a ti habia que darte con esta vara entre las orejas! Dame la botella… Hay que ver: por un par de pantalones sucios ha estado a punto de irse al otro barrio.

– ?Que pantalones? -pregunta el Escritor.

– ?Pues que es lo que lleva en la mochila? ?Conservas?…

– ?Que conservas ni que narices? ?Es que no pude quitarmela, no pude! ?Me habria ahogado mientras me la quitaba, maldita sea!

– Bueno. Basta… -El Guia se levanta y, arrugando la frente, escudrina cl terreno-. ?A donde hemos venido a parar? No conozco estos lugares… Porque el canalla del Zorro no senalo nada en la cienaga y alli hay algo… Claro, puede ser que apareciera luego, despues de e1…

– A proposito -deja oir su voz el Profesor-. ?El Zorro fue el unico que llego a aquel lugar?

– No se de otros.

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