– No me digas. -Caminamos un rato en silencio-. ?Asi que tu no te consideras en absoluto humano?

– No lo hago desde hace mucho.

– ?De verdad crees que has perdido tu alma?-Eso era lo que predicaba la Iglesia Catolica sobre los vampiros.

– No tengo modo de saberlo -dijo Bill, casi de pasada. Estaba claro que habia meditado sobre ello tan a menudo que ya era un tema corriente para el-. Personalmente, no lo creo. Queda algo en mi que no es cruel, que no es criminal despues de todos estos anos. Aunque a veces puedo comportarme de ambas maneras.

– No es tu culpa haberte infectado con un virus.

Bill bufo, aunque logro sonar casi elegante.

– Desde que existen los vampiros ha habido teorias sobre ellos. Puede que esa sea cierta. - Entonces me miro como si lamentara haberlo dicho-. Si lo que te convierte en vampiro es un virus-anadio, de modo mas natural-, se trata de uno muy selectivo.

– ?Como te conviertes en vampiro? He leido toda clase de historias, pero tu palabra seria un testimonio de primera mano.

– Tendria que chuparte la sangre, de una vez o a lo largo de dos o tres dias como mucho, hasta que estuvieras al borde de la muerte, y entonces darte mi sangre. Yacerias como un cadaver unas cuarenta y ocho horas, a veces hasta tres dias, y despues te alzarias y caminarias en la noche. Y estarias hambrienta.

El modo en que dijo 'hambrienta' me hizo temblar.

– ?No hay otra manera?

– Bueno, otros vampiros me han contado que los humanos a los que muerden de manera habitual, dia tras dia, pueden convertirse en vampiros casi por sorpresa. Pero eso requiere mordiscos profundos y consecutivos. Otra gente, en las mismas condiciones, solo acaba anemica. Ademas, cuando la persona esta a punto de morir por algun otro motivo, un accidente de coche o una sobredosis, por ejemplo, el proceso puede acabar… realmente mal.

Estaba empezando a sentir escalofrios.

– Es momento de cambiar de tema. ?Que planeas hacer con las tierras de los Compton?

– Quiero vivir alli mientras pueda. Estoy cansado de vagar de ciudad en ciudad. Creci en el campo, y ahora que tengo derecho legal a existir y puedo ir a Monroe, o Shreveport o Nueva Orleans para conseguir sangre sintetica o prostitutas especializadas en nuestro estrato, quiero quedarme aqui. Al menos quiero ver si es posible. Llevo decadas vagabundeando.

– ?En que estado esta la casa?

– Bastante malo-admitio el-. He estado tratando de limpiarla, lo poco que puedo hacer de noche. Pero necesito obreros para hacer algunas reparaciones. No soy malo con la carpinteria, pero no tengo ni idea de electricidad. -Por supuesto que no, pense-. Me da la impresion de que la casa necesita ser recableada -prosiguio Bill, con un tono de preocupacion identico al que usaria cualquier propietario.

– ?Tienes telefono?

– Pues claro-dijo el, sorprendido.

– ?Y entonces cual es el problema con los obreros?

– Es dificil contactar con ellos de noche, y mas aun quedar para una reunion en la que pueda explicarles lo que hay que hacer. Se asustan, o se creen que es la llamada de un bromista-la frustracion resultaba evidente en el rostro de Bill, aunque no le veia la cara.

Me rei.

– Si quieres, puedo llamarles yo -sugeri-. Me conocen, y aunque todos piensan que estoy loca saben que soy honrada.

– Eso seria un gran favor -dijo Bill, tras dudarlo unos instantes-. Podrian trabajar durante el dia, despues de que me reuna con ellos para discutir la faena y el presupuesto.

– Que molestia no poder salir de dia-dije con sinceridad. Nunca antes me lo habia planteado.

– Y tanto que lo es -respondio Bill con voz aspera.

– Y tener que ocultar tu lugar de descanso -anadi sin pensarlo. Cuando note el silencio de Bill, me disculpe-: Lo siento. -Si no hubiesemos estado tan a oscuras, me habria visto enrojecer.

– El lugar de descanso diurno de un vampiro es su secreto mejor guardado-comento Bill secamente.

– Mis disculpas.

– Las acepto -dijo, tras un feo instante. Llegamos a la carretera y miramos a uno y otro lado, como si esperaramos un taxi. Ahora que habiamos salido de debajo de los arboles podia verlo con claridad a la luz de la luna. El tambien a mi. Me miro de arriba abajo.

– Tu vestido es del color de tus ojos.

– Gracias -dije. Yo desde luego no podia verlo con tanta claridad.

– Aunque no hay mucho vestido.

– ?Perdon?

– Me cuesta acostumbrarme a las senoritas que llevan tan poca ropa encima-dijo Bill.

– Pues ya has tenido unas cuantas decadas para hacerte a la idea -respondi agriamente-. ?Vamos, Bill, los vestidos llevan cuarenta anos siendo cortos!

– Me gustaban las faldas largas-dijo con nostalgia-. Y me gustaba la ropa interior que llevaban las mujeres. Las enaguas.

Emiti un sonido vulgar.

– ?Llevas al menos enaguas? -me pregunto.

– ?Llevo una preciosa braga de nylon beige con encaje! – replique indignada-. ?Y si fueras un chico humano, diria que estas tratando de que te hable de mi ropa interior!

Se rio, con esa risa tan honda y poco gastada que me afectaba profundamente.

– ?De verdad llevas puestas unas bragas asi, Sookie?

Le saque la lengua porque sabia que podia verme. Me subi un poco el borde de la falda, revelando el encaje de las bragas y unos centimetros mas de mi piel morena.

– ?Contento? -le espete.

– Tienes unas piernas bonitas, pero me siguen gustando mas los vestidos largos.

– Eres tozudo-le dije.

– Si, eso es lo que mi mujer siempre me decia.

– Asi que estuviste casado.

– Claro, me converti en vampiro a los treinta, cuando ya tenia esposa y cinco ninos vivos. Mi hermana, Sarah, tambien vivia con nosotros. Nunca se caso, su prometido murio en la guerra.

– La guerra civil.

– Si. Yo pude regresar vivo del frente, fui de los afortunados. Al menos asi lo pense entonces.

– Luchaste por los Confederados-dije meditabunda-. Si todavia guardases tu uniforme y lo llevaras puesto al club, las damas se desmayarian de placer.

– Para cuando termino la contienda apenas me quedaba uniforme-dijo con amargura-. Nos cubriamos con andrajos y nos moriamos de hambre. -Parecio hacer un esfuerzo por regresar al presente-. Despues de convertirme en vampiro, ya no tenia significado para mi-explico, de nuevo con una voz fria y distante.

– He mencionado un tema que te entristece -intervine-, lo siento. ?De que deberiamos hablar?-dimos la vuelta y comenzamos a dar el paseo de regreso hacia la casa.

– De tu vida -me dijo-. Dime lo que haces cuando te despiertas por las mananas.

– Me levanto de la cama, y entonces la arreglo rapidamente. Tomo el desayuno: tostadas, a veces cereales y a veces huevos. Y cafe. Y despues me lavo los dientes, me doy una ducha y me visto. Algunos dias me toca depilarme las piernas, ya sabes. Si es dia de trabajo, alli voy; y sino entro hasta la noche, puede que vaya de compras, o lleve a la abuela a la tienda, o alquile una peli o tome el sol. Y leo mucho. Tengo suerte de que la abuela todavia sea una persona activa. Ella hace la colada, plancha la ropa y cocina casi todo.

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