– ?Y los hombres?

– Oh, ya te hable de eso. Me resulta imposible.

– Entonces, ?que haras, Sookie?-me pregunto con amabilidad.

– Envejecer y morir-respondi con voz seca. Tocaba demasiado a menudo mi punto flaco.

Para mi sorpresa, Bill se adelanto y me cogio la mano. Ahora que los dos habiamos molestado un poco al otro, que habiamos tocado temas delicados, el ambiente parecia de algun modo mas claro. La noche estaba serena, y una brisa hizo que el cabello me bailara por delante de la cara.

– ?Puedes quitarte el pasador? -pidio Bill.

No habia motivo para negarse. Alce la mano hasta alcanzar el pasador y abrirlo, y sacudi la cabeza para que el pelo se soltara. Lo guarde en un bolsillo de Bill, ya que mi vestido no tenia. Como si fuera la cosa mas normal del mundo, Bill comenzo a pasar los dedos por mi pelo, desparramandolo sobre mis hombros. Como parecia que el contacto fisico resultaba admisible, toque sus patillas.

– Son largas -observe.

– Esa era la moda entonces -dijo-. Tengo suerte de no haber llevado barba como tantos hombres, ola tendria para toda la eternidad.

– ?Nunca tienes que afeitarte?

– No, por fortuna me acababa de afeitar. -Parecia fascinado con mi pelo-: A la luz de la luna, parece plateado-dijo en voz muy baja

– Ah. ?Que te gusta hacer?

Pude ver la sombra de una sonrisa en la oscuridad.

– Tambien me gusta leer -dijo, pensando en ello-. Me gusta el cine… Obviamente, he vivido toda su evolucion. Me gusta la compania de gente que tiene vidas normales. A veces anoro la compania de otros vampiros, aunque la mayoria lleva vidas muy distintas a la mia.

Caminamos en silencio durante unos momentos.

– ?Te gusta la television?

– A veces -confeso-. Durante una epoca grababa teleseries y las veia por la noche, cuando me daba la impresion de estar olvidando lo que suponia ser humano. Con el tiempo lo deje, porque con los ejemplos que veia en esos programas olvidar mi humanidad parecia algo positivo. -Me rei.

Llegamos al circulo de luz que rodeaba la casa. Hasta cierto punto esperaba que la abuela estuviera en el columpio del porche esperandonos, pero no fue asi. Y solo lucia una debil bombilla en la sala de estar. De verdad, abuela, pense exasperada. Era como si mi nuevo chico me llevara a casa despues de la primera cita. De hecho, llegue a plantearme si Bill trataria de besarme o no. Con sus ideas sobre los vestidos largos, probablemente creyera que resultaba inapropiado.

Pero por estupido que pueda parecer besar a un vampiro, me di cuenta de que era lo que de verdad queria hacer, mas que ninguna otra cosa. Senti un peso en el pecho, una amargura ante otra cosa que se me prohibia. Y pense: ?por que no?

Lo detuve, tirando con suavidad de su mano. Me puse de puntillas y pose mis labios sobre su reluciente mejilla. Inhale su olor, normal pero algo salado. Llevaba una pizca de colonia.

Senti que Bill temblaba. Giro la cabeza de modo que sus labios tocaran los mios. Tras un instante, rodee su cuello con mis brazos. Su beso se hizo mas intenso y yo abri los labios. Nunca me habian besado asi. Siguio y siguio hasta que todo el universo quedo envuelto en ese beso de la boca del vampiro sobre lamia. Note que se me aceleraba la respiracion, y empece a desear otras cosas.

De repente Bill se aparto. Parecia agitado, lo que me satisfizo en gran manera.

– Buenas noches, Sookie -dijo, acariciando mi pelo una ultima vez.

– Buenas noches, Bill-respondi. Yo tambien sonaba temblorosa-. Manana tratare de llamar a algunos electricistas. Te hare saber su respuesta.

– Vente a casa manana por la noche… Porque no tienes trabajo, ?verdad?

– No -confirme. Todavia estaba tratando de recomponerme.

– En ese caso te vere entonces. Gracias, Sookie. -Y se giro para atravesar a pie los bosques hacia su hogar. Una vez alcanzo la zona de oscuridad, desaparecio.

Me quede mirando como una boba, hasta que sacudi la cabeza y fui a mi propia casa, a acostarme.

Pase una cantidad indecente de tiempo despierta en la cama, preguntandome si los muertos vivientes podrian de verdad hacer… eso. Ademas, me planteaba si seria posible mantener una discusion franca con Bill respecto a ese tema. A veces parecia muy chapado a la antigua, y otras tan normal como cualquier otro hombre. Bueno, no tanto, pero bastante normal.

Me parecia tan maravilloso como patetico que la unica criatura que conocia en muchos anos con la que queria hacer el amor, en el fondo no fuera humana. Mi telepatia limitaba seriamente las opciones disponibles. Si, sin duda podria tener sexo solo por placer, pero habia esperado para poder disfrutar de verdad de una relacion sexual.

?Y si lo haciamos, y despues de todos aquellos anos yo descubria que no tenia talento para ello? O puede que no sintiese placer. Puede que todos esos libros y peliculas exageraran, y tambien Arlene, quien nunca parecia entender que su vida sexual no era algo de lo que quisiera enterarme.

Al final me quede dormida, y tuve largos y turbios suenos. A la manana siguiente, mientras sorteaba las preguntas de la abuela sobre mi paseo con Bill y nuestros planes para el futuro, hice algunas llamadas. Localice a dos electricistas, un fontanero y otra gente de servicios que me dieron numeros de telefono para poder localizarlos de noche, y me asegure de que comprendieran que, si recibian una llamada de Bill Compton, no era una broma.

Terminada esa tarea, estaba tendida al sol tostandome poco a poco cuando la abuela me trajo el telefono.

– Es tu jefe-dijo. A la abuela le gustaba Sam, y el debia de haberle dicho algo agradable porque estaba sonriendo de oreja a oreja.

– Hola, Sam-salude, aunque quiza no con un tono demasiado alegre, porque sabia que habria ocurrido algo en el trabajo.

– Dawn no ha venido, carino -resumio.

– Oh… demonios -respondi, sabiendo que tendria que ir yo-. Tengo planes, Sam -eso era prioritario-. ?Cuando me necesitas?

– ?Podrias venir aunque fuera de cinco a nueve? Eso nos seria de mucha ayuda.

– ?Y conseguire otro dia libre?

– ?Que tal si Dawn se reparte contigo un turno otra noche? -Hice un sonido vulgar y la abuela me puso mala cara. Seguro que despues me echaba un sermon.

– ?Oh, esta bien! -dije a reganadientes-. Te vere a las cinco.

– Gracias, Sookie -respondio-. Sabia que podia contar contigo.

Trate de alegrarme por ello, aunque parecia una virtud bastante aburrida. ?Siempre puedes contar con Sookie para echar una mano y ayudar, porque no tiene vida propia! Al menos podria ir a casa de Bill despues de las nueve. De todos modos, el iba a estar levantado toda la noche.

El trabajo nunca me habia parecido tan lento. Me costaba concentrarme lo suficiente para mantener alzadas las barreras, porque estaba pensando todo el rato en Bill. Fue una suerte que no hubiera muchos clientes, o hubiera oido una riada de pensamientos indeseados. Precisamente asi me entere de que Arlene tenia un retraso en la regla y temia estar embarazada, y antes de poder contenerme le di un abrazo. Se quedo mirandome de manera inquisitiva y entonces se sonrojo.

– ?Me has leido la mente, Sookie? -me pregunto, con la amenaza escrita en la voz. Arlene era una de las pocas personas que se limitaban a aceptar mi aptitud sin tratar de explicarla o de clasificarme como monstruo por poseerla, aunque me habia fijado en que tampoco hablaba a menudo de ello, y cuando lo hacia no usaba su voz natural.

– Lo siento, no queria-me disculpe-. Es que hoy no puedo concentrarme.

– Esta bien, no pasa nada. Pero desde ahora mantente alejada de mi-dijo Arlene agitando un dedo delante de mi cara, con sus llameantes rizos cayendole por las mejillas.

Senti ganas de llorar.

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