La vampira se rio de mi, lo cual no era algo a lo que yo estuviera acostumbrada. Mi sonrisa se hizo un grado mas amplia. Aquel bicho irradiaba peligro del mismo modo que una bombilla irradia calor.

– ?Esta pequena humana que tenemos aqui dice que tiene una informacion para ti, Bill! -grito por encima de su (esbelto, moreno y precioso) hombro. Trate de no mostrar en modo alguno mi alivio-. ?Quieres ver a esta cosita, o simplemente debo darle un mordisco amoroso?

Por encima de mi cadaver, pense furiosa, y entonces me di cuenta de que asi podria ser.

No oi la voz de Bill, pero la vampira se hizo a un lado y yo me adentre en la vieja casa. Correr no me serviria de nada, esa vampira sin duda me derribaria antes de poder dar cinco pasos. Y aun no habia visto a Bill, y no podria estar segura de que se encontrara bien hasta que lo viese. Le eche valor al asunto y espere lo mejor. Eso se me da bastante bien.

La gran sala delantera estaba llena de personas y muebles antiguos de color oscuro. No, no de personas, observe tras fijarme un poco mas: dos personas y otros dos extranos vampiros.

Los dos eran hombres de raza blanca. Uno iba rapado y tenia tatuajes en cada centimetro visible de su piel. El otro era incluso mas alto que la vampira: media tal vez uno noventa y cinco. Llevaba una larga melena de pelo oscuro ondulado y era muy fornido.

Los humanos resultaban menos espectaculares. La mujer era rubia y rechoncha, de treinta y cinco anos o mas, y se habia pasado como un kilo con el maquillaje. Parecia tan gastada como unas botas viejas. El hombre era bien distinto. Era adorable, el chico mas guapo que jamas he visto; no podia tener mas de veintiuno. Era moreno, quiza hispano, bajo y de estructura delicada. Llevaba puestos unos tejanos y nada mas. Salvo el maquillaje, claro. Me sorprendio, pero no lo encontre atractivo.

En ese momento Bill se movio y pude verlo. Estaba entre las sombras del oscuro pasillo que conducia del salon a la parte posterior de la casa. Lo mire, tratando de mantener el porte en esa situacion tan inesperada. Para mi consternacion, su aspecto no resultaba nada tranquilizador. Tenia la cara muy seria, por completo impenetrable. Aunque no pude ni creer que yo pudiera pensar algo asi, en ese momento hubiese sido estupendo poder echar un vistazo a su mente.

– Bueno, ahora podremos tener una estupenda velada – dijo el vampiro de pelo largo. Parecia encantado-. ?Se trata de una amiguita tuya, Bill? Es tan refrescante…

Pense en usar una de las palabras exquisitas que habia aprendido de Jason.

– Si nos disculpais a mi y a Bill durante un minuto… -dije con mucha educacion, como si se tratase de una noche perfectamente normal-. He estado hablando con los obreros para la casa-trate de que sonara como si hablara de negocios, de modo impersonal, aunque llevar pantaloncitos, camiseta y unas Nike no inspira mucho respeto profesional. Pero aun asi confie en transmitir la idea de que la gente con la que me encuentro durante mis tareas no puede suponer ninguna amenaza ni peligro.

– Y eso que habiamos oido que Bill se mantiene con una dieta exclusiva de sangre sintetica - anadio el vampiro tatuado-. Debimos de oir mal, Diane.

La vampira ladeo la cabeza y me dirigio una prolongada mirada.

– No estoy tan segura. A mi me parece virgen.

No me parecio que Diane hablara de himenes.

Di unos cuantos pasos hacia Bill, de modo natural, pero con la loca esperanza de que el me defendiera si las cosas iban a peor. No me sentia muy segura de ello. Yo aun sonreia, confiando en que el hablase, que hiciese algo. Y lo hizo.

– Sookie es mia -dijo, y su voz fue tan serena y suave que, de haber sido una piedra, no habria provocado ondas al caer en el agua.

Lo mire con brusquedad, pero tuve la inteligencia necesaria para mantener la boca cerrada.

– ?Que tal has estado cuidando a nuestro Bill? -pregunto Diane.

– Eso no es de tu puta incumbencia-respondi, usando una de las palabras de Jason a la vez que sonreia. Ya he dicho que tengo mal caracter.

Hubo una breve pausa. Todos, humanos y vampiros, parecieron examinarme con tanto detenimiento como para poder contarme los pelos de los brazos. Entonces el vampiro alto comenzo a carcajearse y los demas siguieron su ejemplo. Mientras se distraian con las risas, me acerque un poco mas a Bill. Tenia sus oscuros ojos fijos en mi (el no reia) y obtuve la clara impresion de que el, igual que yo, deseaba que pudiera leerle la mente.

Estaba en peligro, eso me quedaba claro. Y si el lo estaba, yo tambien.

– Tiene una sonrisa graciosa -dijo pensativo el vampiro alto. Me gustaba mas cuando se reia.

– Oh, Malcolm-dijo Diane-, todas las mujeres humanas te parecen graciosas.

Malcolm atrajo hacia si al chico humano y le dio un largo beso. Empece a sentirme un poco mal. Ese tipo de cosas son intimas.

– Es cierto -reconocio Malcolm, apartandose un instante despues para obvio disgusto del joven-. Pero hay algo raro en esta. Puede que tenga la sangre sabrosa.

– Bah -dijo la mujer rubia, con una voz que podia arrancar la pintura de la pared-, es solo esa loca de Sookie Stackhouse.

La mire con mas atencion y, tras eliminar mentalmente de su cara unos cuantos anos de vida en la carretera y la mitad del maquillaje, logre reconocerla. Era Janella Lennox, que habia trabajado en Merlotte's durante dos semanas hasta que Sam la despidio. Arlene me conto que se habia mudado a Monroe.

El vampiro de los tatuajes rodeo con su brazo a Janella y le sobo las tetas. Pude sentir que mi cara palidecia; estaba muy asqueada. Y la cosa fue a peor: Janella, con la decencia tan perdida como el vampiro, le puso la mano en el paquete y comenzo a frotarlo.

Al menos me quedo claro que los vampiros si que pueden tener relaciones sexuales. Pero en aquel momento no me senti demasiado excitada por descubrirlo.

Malcolm me miraba, y le mostre mi asco.

– Es inocente -le dijo a Bill, con una sonrisa llena de expectativas.

– Es mia -repitio Bill. En esta ocasion, su voz fue mas intensa. De haber sido una serpiente de cascabel, su advertencia no podria estar mas clara.

– Bueno, Bill, no me digas que esa cosita te ha estado dando todo lo que necesitas-intervino Diane-. Tienes aspecto palido y mustio. No te ha estado cuidando muy bien.

Me acerque un centimetro mas a Bill.

– Venga -le ofrecio Diane, a la que yo estaba empezando a odiar-, toma un sorbo de la chica de Liam o del precioso muchachito de Malcolm, Jerry.

Janella no reacciono mientras la ofrecian por ahi (tal vez porque estaba demasiado ocupada bajando la cremallera de los vaqueros de Malcolm), pero el hermoso novio de Malcolm, Jerry, se deslizo bien dispuesto hacia Bill. Sonrei como si se me fuera a partir la mandibula al tiempo que el rodeaba a Bill con sus brazos, le acariciaba el cuello con la nariz y frotaba el pecho contra su camisa.

La tension del rostro de mi vampiro resultaba terrible de contemplar. Surgieron sus colmillos, que por vez primera vi completamente desplegados. Era cierto, la sangre sintetica no satisfacia todas las necesidades de Bill.

Jerry comenzo a lamer una zona de la base del cuello de Bill. Mantener alzadas las protecciones mentales me estaba resultando demasiado duro. Tres de los presentes eran vampiros, cuyos pensamientos no podria oir de todos modos, y Janella estaba muy ocupada, asi que eso solo dejaba a Jerry. Escuche y senti arcadas.

Bill, sudando por la tentacion, estaba ya inclinando sus colmillos hacia el cuello de Jerry, cuando yo grite:

– ?No, tiene el sino-virus!

Como si se liberara de un embrujo, Bill me miro por encima del hombro de Jerry. Respiraba con pesadez, pero sus colmillos se retiraron. Aproveche la ocasion para dar unos pasos mas hacia el. Ya estaba a menos de un metro de distancia.

– Sino-sida-dije.

Las victimas ebrias o muy drogadas podian influir de manera temporal en el vampiro que

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