– Lo siento-repeti, y me aleje a zancadas hacia el almacen para recuperarme. Tuve que taparme la cara y contener las lagrimas.
Oi que la puerta se abria detras de mi.
– ?Vale, Arlene, ya te he dicho que lo siento! -espete, porque queria que me dejaran a solas. A veces Arlene confundia la telepatia con un talento psiquico, y me daba miedo que me preguntara si de verdad estaba embarazada. Haria mejor en comprarse una prueba de embarazo casera.
– Sookie -era Sam. Me puso una mano en el hombro para que me girara hacia el-. ?Ocurre algo malo?
Su voz era amable y me situo mucho mas cerca del llanto de lo que ya estaba.
– ?Deberias parecer enfadado y asi no lloraria! -le dije. El se rio, no con una carcajada sino con una pequena risa. Me rodeo con un brazo.
– ?Que es lo que te pasa? -No iba a darse por vencido y marcharse.
– Oh, yo… -y me quede paralizada. Nunca, nunca habia discutido de manera explicita mi problema (asi es como yo lo consideraba) con Sam u otra persona. Todos en Bon Temps habian oido los rumores de por que era tan rara, pero nadie parecia darse cuenta de que tenia que oir continuamente su martilleo mental, tanto si queria como sino. Cada dia ese parloteo constante y constante…
– ?Has escuchado algo que te ha preocupado? -su tono de voz era sereno y practico. Me toco en la mitad de la frente, para indicar que sabia con exactitud como podia 'escuchar' yo esas cosas.
– Si.
– No puedes evitarlo, ?verdad?
– Para nada.
– Lo odias, ?no es asi, carino?
– Y tanto.
– Pues entonces no es tu culpa, ?no crees?
– Trato de no escuchar, pero no siempre puedo mantener alta la guardia. -Note que una lagrima que no habia sido capaz de contener empezaba a resbalar por mis mejillas.
– ?Es asi como lo haces? ?Mantienes alta la guardia, Sookie? Parecia de verdad interesado, no como si pensara que mi cabeza era una especie de papelera. Mire un poco, aunque tampoco demasiado, en los azules ojos, saltones y brillantes, de Sam.
– Yo solo… es dificil describirlo si la otra persona no puede hacerlo… Levanto una valla… no, no una valla, es como cerrar unas placas de acero, entre mi cerebro y los demas.
– ?Y tienes que mantener las placas apretadas?
– Si, y precisa mucha concentracion. Es como tener que dividir mi mente todo el rato, y por eso la gente se cree que estoy loca. La mitad de mi cerebro esta tratando de sostener las placas de acero y la otra mitad puede estar apuntando pedidos, asi que a veces no me queda gran cosa con la que mantener una conversacion coherente. -Que alivio senti, solo por poder hablar de ello.
– ?Oyes palabras o solo recibes impresiones?
– Depende de a quien este escuchando. Y de su estado. Si estan borrachos, o muy trastornados, solo son imagenes, impresiones, intenciones. Si estan sobrios y cuerdos, son palabras y algunas imagenes.
– El vampiro dice que a el no puedes oirlo.
La idea de que Bill y Sam hubieran tenido una conversacion sobre mi hizo que me sintiera muy rara.
– Es cierto-reconoci.
– ?Y eso te resulta relajante?
– Oh,
– ?Puedes oirme a mi, Sookie?
– ?No quiero intentarlo! -dije con presteza. Fui hasta la puerta del almacen y permaneci con la mano en el pomo. Saque un panuelo del bolsillo de los pantaloncitos y me seque el rastro de la lagrima de la mejilla-. ?Tendria que irme si te leyera la mente, Sam! Me gustas, y me gusta estar aqui.
– Tu solo intentalo de vez en cuando, Sookie-dijo de modo natural, girandose para abrir una caja de whisky con el cortador tan afilado que llevaba en el bolsillo-. No te preocupes por mi, tendras un trabajo mientras quieras uno.
Limpie una mesa en la que Jason habia tirado algo de sal. Habia estado alli un rato antes, comiendo una hamburguesa y unas patatas fritas y tomandose un par de cervezas. En mi cabeza estaba dandole vueltas a la oferta de Sam.
No trataria de escucharlo ese dia; estaba preparado para ello. Esperaria hasta que estuviera ocupado haciendo otra cosa. Me limitaria a colarme un poco y escuchar un rato. Me habia invitado a ello, lo que resultaba algo por completo excepcional.
Era agradable que te invitaran.
Me arregle el maquillaje y me recogi el pelo. Lo habia llevado suelto hasta entonces, ya que a Bill parecia gustarle asi, pero habia supuesto una autentica molestia durante toda la noche. Ya casi era hora de salir, asi que cogi mi bolso de la taquilla, en el despacho de Sam.
La casa Compton, como la de la abuela, quedaba apartada de la carretera, aunque resultaba un poco mas visible desde esta que la nuestra. Y a diferencia de la de la abuela, desde ella se veia el cementerio. Eso se debia, al menos en parte, a que la casa Compton estaba situada en un punto mas elevado: estaba erigida encima de un monticulo y todo el edificio tenia dos plantas. La de la abuela tenia un par de dormitorios vacios arriba y un atico, pero se la podia considerar mas bien de piso y medio.
En cierto momento de la historia familiar, los Compton poseyeron una casa muy bonita. Incluso bajo la oscuridad de la noche transmitia cierta delicadeza. Pero yo sabia que a la luz del sol uno podia ver que las columnas se estaban desconchando, que los paneles de madera estaban torcidos y que el jardin no era mas que una selva. Con el clima humedo y calido de Luisiana, los jardines podian crecer fuera de control con bastante rapidez, y el viejo Sr. Compton no era de los que pagaban a otra persona para que le arreglara el jardin. Cuando quedo demasiado debil, ya nadie se habia ocupado de ello.
El camino circular de entrada no habia recibido grava nueva en muchos anos, y mi coche fue dando tumbos hasta llegar a la puerta principal. Vi que toda la casa estaba iluminada, y comence a darme cuenta de que esa noche no transcurriria como la anterior. Habia otro coche estacionado delante de la casa, un Lincoln Continental, blanco con la capota de color azul oscuro. Una pegatina con texto azul sobre fondo blanco decia Los VAMPIROS ME La CHUPAN, y en otra roja y amarilla ponia ?Toca EL CLAXON si ERES DONANTE DE SANGRE! La matricula personalizada era simplemente COLMILLOS 1.
Si Bill ya tenia compania, quiza lo mejor fuese irme a casa. Pero me habia invitado y me esperaba. Aun dudando, levante el puno y llame a la puerta.
Me abrio una vampira.
Estaba radiante, en un sentido casi literal. Era negra y media al menos uno ochenta, y vestia de licra. Un sujetador de deporte de color rosa flamenco y unas mallas hasta las pantorrillas del mismo tono, junto a una camisa blanca de traje de caballero puesta deprisa y sin abotonar, constituian toda su ropa.
Pense que parecia vulgar como una furcia, y con toda probabilidad muy apetitosa desde un punto de vista masculino.
– Hola, pequena humana -ronroneo la vampira.
Y de repente me di cuenta de que estaba en peligro. Bill ya me habia advertido repetidas veces de que no todos los vampiros eran como el, y de que incluso el tenia momentos en los que no era tan amable. No me era posible leer la mente de aquella criatura, pero si pude oir la crueldad de su voz. Puede que hubiese atacado a Bill, o tal vez fuese su amante.
Todo esto me paso por la cabeza en un instante, pero no permiti que mi rostro lo revelara. Tenia a mis espaldas anos de experiencia en controlar mi expresion. Note que mi sonrisa protectora volvia a su sitio, enderece la columna y dije con despreocupacion:
– ?Hola! Tenia que pasarme por aqui esta noche y darle a Bill una informacion. ?Esta disponible?