policia para responder algunas preguntas sobre Dawn Green y sus habitos. Ademas, el detective Bellefleur solia pasarse por el bar en su tiempo libre, sin beber mas alcohol que el de una cerveza, pero observando con detenimiento todo lo que tenia lugar a su alrededor. Resulto embarazoso, pero como Merlotte's no era de ningun modo un centro de actividad ilegal, a nadie le preocupo mucho una vez todos se acostumbraron a la presencia de Andy.
El siempre parecia escoger una mesa de mi zona, y comenzo a entablar un juego silencioso conmigo. Cuando iba a su mesa, pensaba algo provocador para tratar de que yo dijera algo; no parecia comprender lo indecente que resultaba aquello. La clave era la provocacion, no el insulto: queria que volviera a leerle la mente, aunque no se me ocurria por que.
Entonces, puede que la quinta o la sexta vez que le tuve que llevar algo (me parece que era una Coca-Cola Light) me represento en su cabeza retozando con mi hermano. Ya estaba tan nerviosa al ir a su mesa (sabiendo que me esperaria con algo, pero sin saber con exactitud el que) que habia dejado atras la posibilidad de enfadarme y me encontraba ya en el terreno de las lagrimas. Me recordaba a los tormentos menos sofisticados que tuve que soportar en la escuela primaria.
Andy me observaba con rostro expectante, y cuando vio mis lagrimas un asombroso abanico de sentimientos cruzo su cara en rapida sucesion: triunfo, desazon y despues una gran verguenza.
Le volque la maldita Coca-Cola encima de la camisa. Deje atras la barra y atravese la puerta posterior.
– ?Que es lo que ocurre? -me pregunto Sam de repente. Estaba justo detras de mi.
Sacudi la cabeza, sin querer explicarlo, y saque un ajado panuelo del bolsillo de mis pantalones cortos, para secarme los ojos con el.
– ?Te ha estado diciendo cosas feas? -pregunto Sam, con tono mas frio y furioso.
– Las ha estado pensando -dije sin poder contenerme-, para chincharme. Lo sabe.
– Hijo de puta-dijo Sam. Me asombro tanto que casi logro que me recuperara: Sam nunca suelta tacos. Pero una vez comence a llorar, me resulto imposible contenerme. Estaba soltando lagrimas no solo por aquello, sino tambien por un amplio numero de pequenas infelicidades.
– Vuelve dentro-dije, avergonzada por mi llorera-. En un minuto estare bien.
Oi que se abria y se cerraba la puerta trasera del bar. Supuse que Sam me habia hecho caso. Pero en vez de eso, Andy Bellefleur dijo:
– Lo siento, Sookie.
– Senorita Stackhouse para ti, Andy Bellefleur -respondi-. Me parece que harias mejor en descubrir quien mato a Maudette y a Dawn en vez de practicar sucios juegos mentales conmigo.
Me gire y mire al policia. Estaba terriblemente avergonzado. Su turbacion parecia sincera.
Sam balanceaba las manos, repletas de la energia que da la furia.
– Bellefleur, si vuelves sientate en la zona de otra camarera -dijo, pero su voz envolvia un monton de violencia contenida.
Andy lo miro. Era el doble de ancho y cinco centimetros mas alto que Sam, pero en ese momento hubiera apostado mi dinero pormi jefe, y parecia que Andy tampoco queria afrontar el riesgo, aunque solo fuera por sentido comun. Se limito a asentir y cruzo el estacionamiento hasta llegar a su coche. El sol arranco destellos de las canas rubias que colonizaban su pelo castano.
– Sookie, lo siento -se disculpo Sam.
– No es culpa tuya.
– ?Quieres tomarte algo de tiempo libre? Hoy no estamos muy liados.
– No hace falta, terminare mi turno. -Charlsie Tooten estaba acostumbrandose al ritmo de trabajo, pero no me sentiria comoda si la dejaba sola. Era el dia libre de Arlene.
Volvimos a entrar en el bar y, aunque algunas personas nos miraron con curiosidad, nadie pregunto por lo sucedido. En mi zona solo habia sentada una pareja; los dos estaban ocupados comiendo y sus vasos aun llenos, asi que por ahora no me necesitaban. Empece a ordenar los vasos de vino. Sam se recostaba contra la barra, detras de mi.
– ?Es cierto que Bill Compton va a dar una charla esta noche a los Descendientes de los Muertos Gloriosos?
– Eso dice mi abuela.
– ?Vas a ir?
– No lo tengo decidido. -No queria ver a Bill hasta que el me llamara y me pidiera una cita.
Sam no dijo nada en ese momento. Pero a la tarde, mientras yo recogia mi bolso de su despacho, se acerco y rebusco algunos papeles. Saque mi cepillo y trate de desenredarme la coleta. Por el modo en que Sam vacilaba a mi alrededor parecia evidente que queria hablar conmigo, y senti una oleada de exasperacion ante los rodeos que parecian tomar siempre los hombres.
Como Andy Bellefleur. Podia haberme preguntado por mi discapacidad en vez de probar sus jueguecitos conmigo.
Como Bill. Podia haber dejado claras sus intenciones, en vez de dedicarse a esas extranas adivinanzas.
– ?Que? -dije, con mas brusquedad de la que pretendia. Sam se sonrojo ante mi mirada.
– Me preguntaba si te gustaria ir conmigo a la reunion de los Descendientes y tomar una taza de cafe despues.
Me quede atonita. Detuve el cepillo a mitad de movimiento. Una larga retahila de ideas me paso por la cabeza: el tacto de su mano cuando la sostuve enfrente del adosado de Dawn Green, el muro que habia visto en su mente, lo poco inteligente que resulta salir con tu jefe…
– Claro -dije tras una larga pausa. Sam parecio respirar aliviado.
– Bien. Entonces te recogere en tu casa a las siete y veinte o asi. La reunion comienza a las siete y media.
– De acuerdo, te vere entonces.
Me dio miedo acabar haciendo algo raro si me quedaba mas tiempo, asi que agarre el bolso y me dirigi a grandes zancadas hasta mi coche. No sabia si soltar risitas de jubilo o refunfunar por mi propia estupidez.
Cuando llegue a casa eran las cinco cuarenta y cinco. La abuela ya habia puesto la cena en la mesa, ya que tenia que marcharse pronto para llevar los refrigerios a la reunion de los Descendientes, que tendria lugar en el Centro Social.
– Me pregunto si Bill tambien hubiera podido asistir a la conferencia de realizarse en la sala de reuniones de los Baptistas de la Buena Fe -dijo la abuela sin venir a cuento. Pero no me costo seguir su tren de razonamiento.
– Oh, supongo que si -respondi-. Me parece que eso de que los vampiros se asustan ante los simbolos religiosos no es cierto. Pero no se lo he preguntado.
– Pues alli tienen colgada una cruz enorme -insistio la abuela.
– Al final si voy a ir a la reunion -dije-. Estare con Sam Merlotte.
– ?Tu jefe Sam? -la abuela estaba muy sorprendida.
– Si, senora.
– Umm. Bien, bien. -Comenzo a sonreir mientras ponia los platos sobre la mesa. Yo trate de pensar que ponerme al tiempo que tomaba los bocadillos y la macedonia de frutas. La abuela estaba emocionada por la reunion y por escuchar a Bill y presentarselo a sus amigas, y ahora ya estaba en el espacio exterior (con toda probabilidad cerca de Venus) porque encima yo tenia una cita. Y con un humano.
– Saldremos juntos cuando acabe -le explique-, asi que me imagino que llegare a casa como una hora despues de que termine la conferencia. -No habia muchos sitios donde tomar un cafe en Bon Temps, y esos pocos restaurantes no eran lugares donde a uno le apeteciera demorarse demasiado.
– De acuerdo, carino. Tomate tu tiempo. -La abuela ya estaba arreglada, y despues de la cena la ayude a cargar las bandejas de pastas y la enorme cafetera que habia comprado para ocasiones como aquella. Habia estacionado su coche en la parte trasera, lo que nos ahorro bastante camino. Estaba tan feliz como era posible, y cotilleo y parloteo todo el rato que estuvimos cargando cosas. Era su noche.