comenzo a deshacerme los nudos del pelo.

Como siempre, su silencio mental fue muy agradable. Para mi siempre era como introducir el primer pie en un estanque de fria agua tras haber dado una larga y dura caminata bajo un sol abrasador.

Y ademas, los largos dedos de Bill parecian ser muy habiles con la enredada marana de mi melena. Me sente con los ojos cerrados, relajandome poco a poco. Podia sentir hasta el menor movimiento de su cuerpo detras de mi, mientras hacia moverse el peine. Crei que casi podia oir el latido de su corazon, y entonces me di cuenta de lo rara que era esa idea. Al fin y al cabo, su corazon no latia.

– Solia hacerle esto a mi hermana Sarah-murmuro suavemente, como si supiera lo relajada que estaba y no quisiera sacarme del ensueno-. Tenia el pelo mas oscuro que tu, e incluso mas largo. Nunca se lo corto. Cuando eramos ninos y nuestra madre estaba ocupada, me obligaba a encargarme del pelo de mi hermana.

– ?Sarah era mas joven que tu o mayor? -le pregunte con voz lenta y anestesiada.

– Era mas joven. Tenia tres anos menos que yo.

– ?Tenias mas hermanos o hermanas?

– Mi madre perdio dos en el parto-dijo con lentitud, como si apenas pudiera recordarlo-. Mi hermano Robert murio cuando el tenia doce anos y yo once. Cogio unas fiebres que lo mataron. Ahora le pondrian penicilina y no le hubiera pasado nada, pero en aquel entonces no era posible. Sarah sobrevivio a la guerra, ella y mi madre, pero mi padre murio mientras yo estaba en el frente. Sufrio lo que despues supe que era un infarto. Mi esposa estaba viviendo entonces con mi familia, y mis hijos…

– Oh, Bill -dije con tristeza, casi en un susurro, ante todo lo que habia perdido.

– No te muevas, Sookie-respondio, y su voz habia recobrado su serena claridad.

Siguio con su tarea, en silencio, durante un rato, hasta que pude notar que el peine recorria libremente mi cabellera. Recogio la toalla que yo habia dejado en el brazo del sofa y comenzo a secarme el pelo, y mientras lo secaba paso los dedos por el para darle consistencia.

– Mmmm-dije, y al oirme observe que mi voz ya no sonaba como la de alguien que esta relajandose.

Senti que sus frios dedos apartaban el pelo de mi cuello y entonces note sus labios justo en mi nuca. No podia moverme ni hablar. Solte al aliento con lentitud, tratando de no hacer ningun ruido. Sus labios avanzaron hasta la oreja, y me atrapo el lobulo entre los dientes. Su lengua se adentro. Me rodeo con los brazos, cruzandolos sobre mi pecho, apretandome contra el.

Fue estupendo oir solo lo que decia su cuerpo, no esas quejas mentales tontas que solo servian para fastidiar momentos como aquel. Y su cuerpo me estaba diciendo algo muy sencillo.

Me levanto con tanta facilidad como yo daria la vuelta a un bebe. Me giro y quede sobre su regazo, mirandolo, con una pierna a cada lado de su cuerpo. Pase los brazos junto a su cuello y me incline un poco para besarlo. Seguimos y seguimos, pero tras un rato Bill establecio un ritmo con la lengua, un ritmo que incluso alguien tan inexperto como yo podia identificar. La camisa de dormir se me subio hasta las caderas. Comence a frotar sus musculos sin freno. Fue curioso, pero me vino a la memoria una sarten de caramelos que la abuela puso una vez en el horno para la receta de un dulce; pense en aquella dulce masa derretida, dorada y caliente.

Se levanto, con mi cuerpo aun rodeando el suyo.

– ?Donde? -pregunto. Le senale el antiguo cuarto de mi abuela. Me llevo tal como estabamos, con mis piernas rodeandolo y mi cabeza sobre su hombro, y me deposito sobre la cama recien hecha. El siguio de pie junto a la cama, y bajo la luz de la luna, que se colaba por las ventanas sin cortinas, lo vi desvestirse, con rapidez y habilidad. Senti un gran placer contemplandolo. Sabia que yo tenia que hacer lo mismo, pero aun me quedaba algo de timidez. A1 fin me deshice de la camisa de dormir y la lance al suelo.

Lo contemple. Nunca en toda mi vida habia visto algo tan hermoso ni tan aterrador.

– Oh, Bill-dije ansiosa cuando el se coloco junto a mi en la cama-, no quiero defraudarte.

– Eso no es posible-susurro. Sus ojos repasaron mi cuerpo como si fuera un vaso de agua en medio de las dunas del desierto.

– No se gran cosa -confese, con voz apenas audible.

– No te preocupes, yo se mucho. -Sus manos comenzaron a vagar por mi piel. Me toco zonas en las que nunca me habian tocado. Jadee asombrada y me entregue a el.

– ?Sera diferente a hacerlo con un chico normal? -pregunte.

– Y tanto que si. -Lo mire interrogadora-. Sera mejor-me murmuro al oido, y senti una punzada de pura excitacion. Con algo de verguenza alargue la mano para tocarlo, y el emitio un sonido muy humano. Tras un instante, el sonido se hizo mas profundo.

– ?Ahora? -pregunte, con voz temblorosa e insegura.

– Si -respondio, y se puso encima de mi.

Un instante despues descubrio la verdadera dimension de mi inexperiencia.

– Deberias habermelo dicho -me reprendio, aunque con mucha amabilidad. Se retuvo con esfuerzo casi palpable.

– ?Oh, por favor, no pares! -suplique, y crei que me saltaria la cabeza en pedazos, que ocurriria algo drastico si no lo llevaba hasta el final.

– No tengo ninguna intencion de pararme-prometio con decision-. Sookie… esto te va a doler.

En respuesta eleve el cuerpo. Emitio un sonido incoherente, y entro en mi.

Contuve el aliento, me mordi el labio. Ay, ay, ay.

– Querida -dijo Bill. Nadie me habia llamado nunca eso-, ?como estas?-Vampiro o no, temblaba con el esfuerzo de contenerse.

– De acuerdo-dije sin mucho sentido. Estaba encima del aguijon, y perderia el valor si no seguiamos-. Ahora -dije, mordiendole con fuerza el hombro.

El gimio y jadeo, y comenzo a moverse con fervor. A1 principio estuve aturdida, pero comence a pillarle el truco y colaborar. El encontro mi reaccion muy excitante, y empece a sentir que nos esperaba algo a la vuelta de la esquina, por asi decirlo, algo fuerte y placentero. Dije:

– ?Oh, por favor, Bill, por favor! -y le clave las unas en las caderas, casi ahi, casi ahi, y entonces un pequeno cambio de postura le permitio apretarse incluso mas profundamente contra mi, y antes de poder controlarme estaba volando, volando, blanca con rayas doradas. Senti que Bill apretaba sus dientes contra mi cuello, y dije: '?Si!'. Note que sus colmillos me perforaban, pero fue un dolor minimo, un dolor excitante, y mientras se corria en mi interior le senti lamer la pequena herida.

Yacimos sobre la cama un largo tiempo, temblando de vez en cuando con pequenas replicas. Nunca olvidare su sabor y su olor mientras viva, nunca olvidare la sensacion de tenerlo dentro aquella primera vez, mi primera vez, no olvidare nunca el placer. A1 fin Bill se movio para situarse a mi lado, apoyado sobre un codo, y me puso la mano sobre el estomago.

– Soy el primero.

– Si.

– Oh, Sookie. -Se inclino para besarme, sus labios recorrieron la linea de mi garganta.

– Desde luego yo no tengo con que comparar -dije con timidez-, pero ?ha estado bien para ti? Quiero decir, ?al menos a la altura de otras mujeres? Mejorare.

– Podras coger mas experiencia, Sookie, pero no podras ser mejor-me beso en la mejilla-. Eres maravillosa.

– ?Me quedara herida?

– Pensaras que es extrano, pero no me acuerdo. Hasta ahora, la unica virgen con la que habia estado era mi esposa, y eso fue hace siglo y medio… Si, recuerdo que estaras dolorida. No podremos volver a hacer el amor durante uno o dos dias.

– Tu sangre cura-observe tras una breve pausa, sintiendo que se me sonrojaban las mejillas.

Bajo la luz de la luna pude verle girarse, para mirarme de modo mas directo.

– Asi es -dijo-. ?Te gustaria?

– Claro, ?a ti no?

– Si -respondio, y se mordio el brazo.

Fue tan repentino que solte un grito, pero el se paso distraidamente un dedo por su propia

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