que ser un proceso doloroso.

– He estado al sol -respondi.

– ?Que te ha pasado en el brazo?

Me mire el antebrazo derecho. Habia tapado el mordisco con un vendaje.

– Me mordio un perro.

– Le habran sacrificado, ?no?

– Por supuesto.

Mire a Sam, a no demasiada distancia, y me dio la impresion de que su aspero pelo rubio rojizo chasqueaba de energia. Me parecio como si pudiera oir el latido de su corazon. Pude sentir su inseguridad, su deseo. Mi cuerpo respondio al instante. Me concentre en sus finos labios, y el agradable olor de su locion para despues del afeitado invadio mis pulmones. Se acerco unos centimetros. Pude notar el aire que entraba y salia de su pecho. Supe que su pene se ponia duro.

En ese momento Charlsie Tooten entro por la puerta delantera y la cerro de un portazo. Sam y yo nos alejamos el uno del otro. Gracias a Dios que estaba Charlsie, pense. Rolliza, boba, bienintencionada y esforzada trabajadora, Charlsie era la empleada ideal. Casada con Ralph, su novio del instituto, que trabajaba en una de las plantas de procesado de pollos, tenia una hija en secundaria y otra ya casada. A Charlsie le encantaba trabajar en el bar, para poder salir y conocer gente, y tenia mana para tratar con los borrachos y sacarlos por la puerta sin pelear.

– ?Eh, hola a los dos! -nos saludo alegre. Su pelo, castano oscuro (L'Oreal, segun Lafayette), le caia teatralmente desde la coronilla con una cascada de tirabuzones. Llevaba una blusa inmaculada y los bolsillos de los pantaloncitos abiertos, ya que habia metido demasiadas cosas. Vestia calcetines completamente negros, bambas blancas y sus unas postizas eran de una especie de rojo borgona-. Esa hija mia esta encinta. ?Podeis llamarme abuela! -anuncio, y desde luego, estaba contenta como unas castanuelas. Le di el abrazo de rigor y Sam le dio unas palmadas en el hombro. Los dos nos alegrabamos de verla.

– ?Para cuando espera al bebe? -pregunte, y Charlsie empezo a soltarlo todo. No necesite decir ni palabra durante los siguientes cinco minutos. Entonces Arlene llego hasta nosotros, con los granos del cuello cubiertos torpemente con maquillaje, y hubo que explicarlo todo de nuevo. En cierto momento mis ojos se encontraron con los de Sam, y tras un breve instante los dos apartamos a la vez la mirada.

Entonces comenzamos a atender a la gente que venia a comer, y el incidente quedo olvidado.

La mayoria de las personas no bebe mucho en el almuerzo; a lo sumo una cerveza o un vaso de vino, y una considerable proporcion solo toma te helado o agua. La clientela de la hora de la comida se componia de personas que estaban cerca del bar cuando llegaba el momento, de otros que eran habituales y acudian como siempre, y de los alcoholicos del pueblo, para los que la copa del almuerzo era la tercera o la cuarta del dia. Mientras comenzaba a apuntar los pedidos, me acorde del ruego de mi hermano.

Escuche durante todo el dia, y fue agotador. Nunca me habia pasado tantas horas escuchando, no habia mantenido baja mi guardia durante tanto tiempo. Aunque puede que no fuera tan duro como antano: tal vez ahora me sentia mas distante de lo que oia. El sheriff Bud Dearborn se sentaba en una mesa con el alcalde, Sterling Norris, amigo de mi abuela. El Sr. Norris se levanto al verme y me dio una palmadita en el hombro, y recorde que era la primera vez que lo veia desde el funeral.

– ?Como te va, Sookie? -pregunto con voz amable. El no parecia estar muy bien.

– Estupendamente, Sr. Norris. ?Y a usted?

– Soy ya un anciano, Sookie-dijo con sonrisa indefinible. Ni siquiera espero que yo le llevara la contraria-. Estos crimenes estan acabando conmigo. No habiamos tenido un asesinato en Bon Temps desde que Darryl Mayhew disparo a Sue Mayhew. Y alli no hubo ningun misterio.

– Eso fue… ?cuando? ?Hace seis anos? -le pregunte al sheriff, solo para seguir cerca de ellos. El Sr. Norris se sentia tan triste de verme porque pensaba que mi hermano iba a ser arrestado por asesinato, por matar a Maudette Pickens, y consideraba que, segun eso, era probable que tambien hubiese matado a la abuela. Agache la cabeza para que no me vieran los ojos.

– Creo que si. Veamos, recuerdo que nos arreglabamos para el recital de baile de Jean-Arme… Entonces fue… si, estas en lo cierto, Sookie, hace seis anos. -El sheriff asintio con aprobacion-. ?Ha estado Jason hoy por aqui? -pregunto de manera casual, como si se le acabara de pasar por la cabeza.

– No, no lo he visto -respondi. El sheriff me pidio un te helado y una hamburguesa, y estaba acordandose de cuando pillo a Jason con su Jean-Arme, haciendolo como locos en el suelo de la camioneta de mi hermano.

Oh, cielos, estaba pensando que Jean-Anne tuvo suerte de que no la estrangulara. Y entonces tuvo un pensamiento nitido que me dejo helada: el sheriff Dearborn creia que 'de todos modos, estas chicas son todas unas fracasadas'. Pude interpretar el pensamiento en su contexto porque el sheriff resulto muy facil de leer. Logre detectar los matices de su idea, estaba pensando: 'Trabajos poco cualificados, sin estudios universitarios, jodiendo con vampiros… son deshechos de la sociedad'.

Las palabras 'herida' y 'furiosa' no empiezan siquiera a describir como me sentia ante la valoracion del sheriff.

Pase de mesa en mesa de modo casi instintivo, yendo a buscar las bebidas y los bocadillos y recogiendo los restos, trabajando tan duro como siempre, con esa terrible sonrisa cruzandome la cara. Hable con veinte personas que conocia, la mayoria de las cuales tenian pensamientos tan inocentes como los de un nino. Casi todos los clientes pensaban en su trabajo, en tareas que habian de hacer en casa, o en algun pequeno problema que necesitaran solucionar, como llamar al servicio tecnico de Sears para que les arreglasen el lavavajillas o limpiar la casa para la reunion del fin de semana.

Arlene estaba aliviada porque le hubiera venido la regla y Charlsie estaba inmersa en reflexiones de color rosa sobre su contribucion a la inmortalidad, su nieto. Rogaba fervientemente por un embarazo facil y un parto sano para su hija. Lafayette pensaba que trabajar conmigo se estaba convirtiendo en algo espeluznante. El agente de policia Kevin Pryor se preguntaba que estaria haciendo su companera Kenya durante su dia libre. El estaba ayudando a su madre a limpiar el cobertizo de las herramientas y cada minuto le resultaba odioso.

Escuche muchos comentarios, tanto en voz alta como mentales, sobre mi pelo y mi cutis, y sobre el vendaje de mi brazo. Parecia resultar mas deseable ante muchos hombres y una mujer. Algunos de los chicos que habian participado en la expedicion para quemar a los vampiros pensaban que ya no tenian ninguna posibilidad conmigo, debido a mis simpatias vampiricas, y lamentaban aquel acto impulsivo. Me apunte en el cerebro sus nombres; no iba a olvidar que podian haber matado a mi Bill, incluso aunque en aquel momento el resto de la comunidad vampirica quedase bastante abajo en mi lista de favoritos.

Andy Bellefleur y su hermana Portia comian juntos, algo que hacian al menos una vez a la semana. Portia era la version femenina de Andy: mediana estatura, complexion recia y quijada y boca de gesto decidido. La similitud entre hermano y hermana favorecia mas a Andy que a Portia. Tenia entendido que era una abogada muy competente; tal vez se la hubiera recomendado a Jason cuando estaba buscando ayuda legal, de no haber sido mujer… Y me preocupaba mas por la proteccion de Portia que por la de el.

Aquel dia la abogada se sentia deprimida en su interior porque, aunque tenia buenos estudios y ganaba bastante dinero, nunca tenia una cita. Esa era su preocupacion intima.

Por su parte, Andy se sentia disgustado por mi prolongada relacion con Bill Compton, fascinado por la mejoria de mi aspecto e intrigado por como tendrian sexo los vampiros. Tambien lamentaba tener que arrestar a Jason con toda probabilidad. Consideraba que las pruebas contra el no eran mucho mas solidas que las que habia contra algunos otros hombres, pero Jason era el que parecia mas asustado, lo que significaba que tenia algo que ocultar. Y ademas estaban los videos, en los que aparecia Jason manteniendo relaciones sexuales (y no precisamente al estilo tradicional) con Maudette y Dawn.

Me quede mirandolo mientras procesaba sus pensamientos, lo que le hizo incomodarse. El si sabia de lo que era capaz.

– Sookie, ?vas a traerme esa cerveza?-pregunto por ultimo, mientras hacia un gesto con la mano en el aire para asegurarse de que le prestaba atencion.

– Claro, Andy -respondi distraida, y saque una de la nevera-. ?Quieres mas te, Portia?

– No, gracias, Sookie-dijo ella con educacion, limpiandose los labios con un panuelo de papel.

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