Ademas, la abuela guardaba un viejo rifle en el armario de los abrigos, junto a la puerta principal. Habia pertenecido a mi padre cuando era pequeno, y ella lo habia usado casi exclusivamente para disparar a las serpientes. Bueno, yo tambien tenia una serpiente a la que disparar. Odiaba el maldito rifle, odiaba la idea de tener que usarlo, pero parecia ser el momento adecuado.
No estaba alli.
No pude creer lo que veian mis ojos. Rebusque por todo el armario.
?El asesino habia estado en mi casa!
Pero no habia forzado ninguna puerta. Tenia que ser alguien a quien yo hubiera invitado. ?Quien habia estado alli? Trate de enumerarlos a todos mientras me aproximaba a la puerta trasera, con las zapatillas bien atadas para que no pudiera pisarme los cordones en ningun momento. Me recogi el pelo en una coleta de modo descuidado, casi con una sola mano, para que no se me viniera a la cara, y lo sujete con una cinta de goma. Pero todo el rato estuve pensando en el rifle robado.
?Quien habia estado en mi casa? Bill, Jason, Arlene, Rene, los ninos, Andy Bellefleur, Sam, Sid Matt. Sin duda a todos los habia dejado solos un minuto o dos, quiza lo suficiente para tirar el rifle fuera y recogerlo mas tarde.
Entonces me acorde del dia del funeral. Casi todas las personas a las que conociamos habian estado entrando y saliendo de la casa cuando murio la abuela, y no podia recordar si habia visto el rifle desde entonces. Pero hubiera sido complicado salir de una casa tan atestada de gente con un rifle en las manos, y sin llamar la atencion. Y creo que si hubiera desaparecido entonces, a estas alturas ya hubiera notado su ausencia; de hecho estaba casi segura de ello. Tuve que dejar eso a un lado por el momento, y concentrarme en ser mas lista que quien me estuviera aguardando alli fuera en la oscuridad.
Abri la puerta trasera. Sali agachada, lo mas baja que pude, y entorne con suavidad la puerta tras de mi. En vez de usar los escalones, alargue una pierna y la puse sobre el suelo mientras me agachaba sobre el porche. Apoye mi peso sobre ella y retire la otra pierna. Volvi a agazaparme. Se parecia mucho a cuando jugaba al escondite con Jason entre los arboles, cuando eramos crios.
Rece para que ahora no fuera tambien Jason mi oponente.
Primero use como cobertura la banera llena de plantas que habia puesto la abuela, y despues me arrastre hasta su coche, mi segundo objetivo. Mire hacia el cielo; la luna resultaba enorme, y como la noche estaba despejada las estrellas adornaban el firmamento. El aire resultaba pesado con tanta humedad, y seguia haciendo calor. En pocos minutos mis manos quedaron empapadas de sudor.
Siguiente paso, del coche a la acacia.
Esta vez no fue tan silencioso.
Me tropece con un tocon y me di de bruces contra el suelo. Me mordi los labios para no gritar. El dolor se extendio por mi pierna y por la cadera, y supe que los bordes del irregular tocon habian raspado mi muslo de manera considerable. ?Por que no lo habria arrancado antes? La abuela le pidio a Jason que lo hiciera, pero este nunca encontro el momento.
Escuche un movimiento, o mas bien lo intui. Dejando la precaucion para otra ocasion, me incorpore y corri hacia los arboles. Alguien irrumpio en la linde del bosque a mi derecha y se dirigio hacia mi. Pero yo sabia adonde iba, y con un salto que me sorprendio, me agarre a la rama inferior de nuestro arbol favorito de la infancia para trepar, y me impulse hacia arriba. Si sobrevivia hasta el amanecer me quedarian los musculos hechos papilla, pero merecia la pena. Me equilibre sobre la rama, tratando de mantener una respiracion suave, cuando lo que me pedia el cuerpo era gemir y quejarme como un perro que suena.
Ojala aquello fuera un sueno. Pero resultaba innegable: Sookie Stackhouse, camarera y lectora de mentes, se sentaba sobre una rama de los bosques en medio de la noche, sin mas armas que una navaja de bolsillo.
Movimientos debajo del arbol; un hombre avanzaba entre los bosques. De una de sus munecas colgaba un cordel. Oh, Dios. Aunque la luna estaba casi llena, su cabeza se empeno en permanecer a la sombra del arbol y no pude ver quien era. Paso por debajo de mi sin verme.
Cuando desaparecio de la vista, volvia respirar. Con tanta lentitud como me fue posible, baje al suelo. Comence a avanzar entre los arboles, hacia la carretera. Tardaria un rato, pero si lograba llegar a ella, tal vez pudiera hacer senales a alguien para que parara. Entonces pense en los pocos coches que viajaban por alli. Quiza fuera mejor cruzar el cementerio hasta la casa de Bill. Pense en el camposanto de noche, con el asesino buscandome, y me temblo todo el cuerpo.
Asustarse mas no tenia sentido. Tenia que concentrarme en el momento actual. Vigile donde ponia cada pie, avanzando con mucha lentitud. Entre los arbustos, cualquier caida resultaria muy ruidosa y lo tendria encima en un instante.
Encontre el gato muerto unos diez metros al sudeste del arbol al que me habia subido. Su garganta no era mas que una herida goteante. Bajo el efecto blanqueador de la luz de la luna no pude deducir siquiera de que color era su pelaje, pero las manchas oscuras alrededor de su pequeno cadaver tenian que ser de sangre. Tras metro y medio mas de movimiento furtivo me tope con Bubba. Estaba inconsciente o muerto; con un vampiro resultaba dificil diferenciar ambos estados. Pero como no le atravesaba el corazon ninguna estaca y la cabeza seguia en su sitio, confie en que solo estuviera inconsciente. Me imagine que alguien le habia traido un gato envenenado. Alguien que sabia que Bubba me protegia y que habia oido de su aficion a desangrar gatos.
Oi un crujido detras de mi. El chasquido de una ramita. Me deslice hasta la sombra de un arbol grande. Estaba desquiciada, desquiciada y muy asustada, y me pregunte si moriria aquella noche.
Puede que no dispusiera del rifle, pero tenia un arma incorporada a mi cuerpo. Cerre los ojos y busque con mi mente. Una marana oscura, roja, negra. Odio.
Me estremeci. Pero era necesario, era mi unica proteccion. Baje hasta el ultimo rastro de defensa.
En mi cabeza se vertieron imagenes que me enfermaron, que me aterraron. Dawn, pidiendo a alguien que la pegara, y despues descubriendo que ese alguien tenia sus medias en las manos y las estiraba preparandose para rodear su cuello con ellas. Una imagen repentina de Maudette, desnuda y pidiendo piedad. Una mujer a la que nunca habia visto, dandome la espalda, cubierta de moratones y verdugones. Despues mi abuela, mi abuela, en nuestra cocina, furiosa y luchando por su vida.
Me senti paralizada por la conmocion, el horror de todo aquello. ?De quien eran esos pensamientos? Obtuve una imagen de los hijos de Arlene, jugando en el suelo de mi sala de estar. Me vi a mi misma, pero no me parecia a la persona que siempre me recibia en el espejo. Habia enormes agujeros en mi cuello, y resultaba lasciva. Una sonrisa impudica adornaba mi rostro, y me acariciaba sugerente la parte interior del muslo.
Estaba en la mente de Rene Lenier. Asi era como me veia el.
Rene estaba loco. Ahora sabia por que nunca habia podido leer con claridad sus pensamientos: los mantenia en un agujero secreto, un lugar de su cerebro oculto y separado de su yo consciente.
En ese momento veia una silueta detras de un arbol y se preguntaba si se parecia a la de una mujer.
Me estaba viendo.
Salte y corri hacia el oeste, hacia el cementerio. Ya no lograba escuchar sus pensamientos, porque mi cabeza estaba demasiado concentrada en correr y esquivar los obstaculos de arboles, arbustos, ramas caidas y hasta un pequeno barranco donde se habia acumulado el agua de lluvia. Mis fuertes piernas me impulsaron, mis brazos siguieron el ritmo, y mi aliento se parecia a los silbidos de una gaita.
Sali del bosque y me encontre en el camposanto. La parte mas antigua se encontraba mas al norte, hacia la casa de Bill, y poseia los mejores lugares para ocultarse. Rodee lapidas modernas, situadas casi a ras de suelo, nada buenas para esconderse. Salte por encima de la tumba de la abuela, con la tierra aun sin cubrir, ni losa. Su asesino me siguio. Me gire para ver lo cerca que se hallaba, como una tonta, y a la luz de la luna vi a la perfeccion su mata de pelo mientras se me acercaba.
Me adentre en la suave depresion que formaba el cementerio y comence a subir por el otro lado. Cuando considere que ya habia las suficientes lapidas y estatuas de gran tamano entre Rene y yo, me agache detras de una alta columna de granito coronada por una cruz. Permaneci muy quieta, apretandome contra la dura y fria piedra. Me puse una mano sobre la boca para amortiguar mis esforzados jadeos por meter aire en los pulmones. Me obligue a calmarme lo necesario para tratar de escuchar a Rene, pero sus pensamientos no eran lo