alma de un hombre asesinado, no la de un enfermo. Murio sin confesar y comulgar; eso basta para que su alma este en peligro.

– Dios lo ve todo. El muchacho ira al cielo solo si es Su voluntad.

El enfermero parecia dispuesto a seguir discutiendo, pero en ese momento entro el abad. Su viejo criado lo seguia, cargado con un gran cartapacio de cuero. El abad Fabian nos miro con ojos cansados. Parecia mas viejo y abatido. El hermano Guy se inclino ante su superior y abandono la habitacion.

– Comisionado, os traigo las escrituras de las cuatro ventas de tierras del ultimo ano y un fajo de correspondencia comercial, junto con algunas cartas personales de los monjes. Queriais examinar la correspondencia antes de que saliera…

– Gracias. Dejad el cartapacio sobre la mesa.

El abad dudo un instante y se froto las manos con nerviosismo.

– ?Puedo preguntaros como os ha ido en la ciudad? ?Habeis hecho progresos? Los contrabandistas…

– He hecho alguno, si. Las lineas de investigacion parecen multiplicarse, senor abad. Esta tarde, tambien he hablado con Jerome.

– Espero que no os haya…

– Si, ha vuelto a insultarme, naturalmente. Creo que, por el momento, deberia permanecer en su celda.

El abad carraspeo.

– He recibido una carta -dijo tras una vacilacion-. La he puesto con las otras; es de un viejo conocido mio, un monje de Bisham que tiene amigos en el priorato de Lewes. Le han dicho que estan negociando los terminos de la cesion con el vicario general.

– Los monjes de Inglaterra tienen sus propias redes de comunicacion -respondi sonriendo con ironia-. Siempre ha sido asi. En fin, senor abad, al parecer Scarnsea no es la unica casa problematica que a lord Cromwell le gustaria ver cerrada.

– Esta no es una casa problematica, senor comisionado -repuso el abad con un temblor en su profunda voz-. ?Las cosas iban bien hasta que llego el comisionado Singleton! -Le lance una mirada severa. El abad se mordio el labio y trago saliva, y comprendi que tenia ante mi a un hombre asustado, al borde de un ataque de nervios. Su humillacion y su desconcierto al ver que su mundo se agitaba y temblaba a su alrededor eran evidentes-. Lo siento, doctor Shardlake, perdonadme -murmuro alzando una mano-. Es un momento dificil.

– Aun asi, deberiais medir vuestras palabras, senor abad.

– Vuelvo a pediros disculpas.

– Esta bien.

– El doctor Goodhaps lo tiene todo dispuesto para partir manana, senor, despues del funeral del comisionado Singleton -dijo el abad, mas calmado-. El oficio nocturno empezara dentro de una hora, y a continuacion celebraremos la vigilia. ?Asistireis?

– ?Se celebrara una sola vigilia para los dos difuntos?

– No, habra dos, puesto que uno era religioso y el otro seglar. Los hermanos se repartiran entre ambas.

– ?Y velaran los cuerpos durante toda la noche, con cirios bendecidos para mantener alejados a los malos espiritus?

– Esa es la tradicion -respondio el abad tras una vacilacion.

– Una tradicion condenada por los Diez Articulos de Religion promulgados por el rey. En los responsos, los cirios solo estan permitidos como simbolos de la gracia de Dios. Al comisionado Singleton no le habria hecho ninguna gracia que se atribuyeran poderes sobrenaturales a los cirios utilizados en su funeral.

– Recordare la disposicion a los hermanos.

– En cuanto a los rumores sobre Lewes… Guardaoslos para vos -le sugeri, y di por concluida la conversacion con un movimiento de cabeza.

El abad Fabian abandono la habitacion. Mientras salia, lo segui con la mirada, pensativo.

– Creo que al fin tengo el control de la situacion -le dije a Mark-. ?Por las llagas de Cristo, que cansado estoy!

– El abad me da un poco de lastima -murmuro Mark.

– ?Crees que he sido demasiado duro? Acuerdate de los aires que se dala cuando llegamos. Necesito imponer mi autoridad; puede que no sea agradable, pero si necesario.

– ?Cuando le direis como murio el novicio?

– Manana quiero echarle un vistazo al estanque; luego, decidire que conviene hacer a continuacion. Tambien deberiamos buscar en las capillas de la iglesia. Bueno, por el momento iremos a examinar las cartas y las escrituras. Luego asistiremos a la vigilia por el pobre Singleton.

– Nunca he asistido a un oficio nocturno.

Abri el cartapacio y volque las cartas y los pergaminos sobre la mesa.

– Debemos mostrar respeto, pero no pienso pasarme la noche oyendo memeces sobre el purgatorio. Ya veras, es una ceremonia curiosa.

En las cartas no habia nada que censurar. Las comerciales eran triviales; trataban asuntos relacionados con la compra de lupulo para la destileria y otros parecidos. El punado de cartas personales de los monjes a sus familiares mencionaban la muerte del novicio, pero la atribuian a unas fiebres paludicas agravadas por la crudeza del tiempo, la misma causa que senalaba el abad en su ceremoniosa y meliflua misiva a los padres del muchacho. Al pensar en la muerte de Simon, volvi a sentir una punzada de culpa.

A continuacion, examinamos los titulos de compraventa. Los precios eran los que cabia esperar tratandose de tierras de labranza; no habia evidencias de que se hubieran enajenado propiedades por debajo de su valor con el fin de obtener favores politicos. Tendria que consultar con Copynger, pero una vez mas tuve la sensacion de que se habia obrado con exquisita prudencia para garantizar que los asuntos del monasterio estuvieran en orden, al menos aparentemente. Acaricie el sello rojo estampado que habia al pie de una de las escrituras, en la que se veia la imagen de san Donato resucitando a un cadaver.

– El abad debe poner personalmente el sello en todos los titulos -murmure.

– Si lo hiciera cualquier otra persona, seria culpable de falsificacion -observo Mark.

– ?Recuerdas que el dia que llegamos vimos el sello sobre su escritorio? Estaria mas seguro guardado bajo llave, pero supongo que le gusta exhibirlo como simbolo de su autoridad. «Vanidad de vanidades, todo es vanidad» -cite abriendo los brazos-. Creo que hoy no cenare en el refectorio; estoy demasiado cansado. ?Por que no le pides algo de comer al enfermero? ?Podrias traerme un poco de pan y queso?

– Ire a ver.

Mark abandono la habitacion y yo permaneci sentado, cavilando. Desde nuestra discusion en la casa de postas, la voz de Mark delataba cierto distanciamiento, cierta reserva hacia mi. Tarde o temprano, deberia volver a sacar el tema de su futuro. Me sentia obligado a impedir que arrojara su carrera por la borda, obligado no solo con Mark, sino tambien con su padre y con el mio.

Pasados unos diez minutos, empece a impacientarme. Tenia mas hambre de lo que pensaba. Me levante y fui en busca de Mark. Vi luz en la cocina, que tenia la puerta entreabierta, y oi un sonido debil: el llanto de una mujer.

Al empujar la hoja, vi a Alice, sentada a la mesa con la cabeza entre las manos. Tenia el rostro oculto tras la espesa y desordenada melena castana. Sus debiles sollozos producian un sonido de una tristeza lacerante. Me oyo y alzo los ojos. Tenia la cara roja y humeda, y la energica regularidad de sus facciones se habia desvanecido. Se seco los ojos con la manga e hizo ademan de levantarse, pero le indique que permaneciera sentada.

– No, Alice, no te levantes. Por favor, dime que te pasa.

– No es nada, senor -respondio la chica, y carraspeo para disimular el temblor de su voz.

– ?Ha hecho alguien algo que te ha molestado? ?Ha sido el hermano Edwig?

– No, senor -contesto Alice mirandome con extraneza-. ?Por que iba a ser el?

Le conte mi conversacion con el tesorero y que este habia adivinado quien era mi fuente de informacion.

– Pero no temas, Alice. Le adverti que estas bajo mi proteccion.

– No es eso, senor. Es que… -murmuro la muchacha bajando la cabeza-. Me siento sola, senor. No tengo a nadie en este mundo. No podeis imaginaros lo que es eso.

– Creo que puedo entenderlo. Hace anos que no veo a mi familia. Viven lejos de Londres. En mi casa, solo

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