– Les advierto a todos que les hare una prueba de conduccion antes de decidir a quien le dare el empleo - indique-. Tu llegaste al final. ?Puedes esperar?
– Todo el dia -repuso.
Las pruebas de conduccion eran muy importantes debido a que la carga de los camiones tenia que viajar de manera segura. Dos de los solicitantes hicieron brincar el camion al aplicar los frenos y las velocidades; otro era demasiado lento; solo el cuarto era una posible opcion.
Al subir a la cabina al lado de Aziz, supe que le daria el trabajo por su habilidad para los idiomas y su experiencia como mecanico, siempre y cuando fuera mas o menos diestro para conducir.
Demostro, por lo menos, que era capaz de manejar con precaucion y sin sobresaltos.
– ?Cuando puedes empezar? -le pregunte cuando regresamos a la granja.
– Manana mismo -freno hasta detenerse por completo, me dirigio otra sonrisa radiante, toda ojos y dientes, y comento que trabajaria duro.
Isobel y Rose conocieron a Aziz y quedaron fascinadas, dejando traslucir un aumento notorio en su femineidad. Era evidente que Nigel se habia topado con una competencia muy fuerte.
Propuse un contrato de tres meses a prueba, sujeto a que sus referencias fueran buenas. Le ofreci un sueldo y condiciones apropiadas. Rose dijo entonces que registraria sus datos en la computadora y le pidio su domicilio.
Respondio que iba a alquilar una habitacion en el pueblo, y que le avisaria mas tarde. Despues se alejo en un Peugeot muy viejo, pero bien cuidado.
Senti curiosidad por saber cuanto podia decirse de una persona por el auto que conducia. La Nina del domingo coincidia con su mercedes; la Nina del lunes, con su auto pequeno y viejo. Aziz parecia tener un temperamento demasiado fuerte para el que conducia. Yo, por otra parte, poseia un Jaguar XJS, al que amaba por ser un recuerdo de mis antiguos tiempos como jockey. Todavia lo llevaba a las competencias, pero me movia en los alrededores de Pixhill en un Fourtrak con Traccion en las cuatro ruedas. Tal vez todos poseiamos una doble personalidad automovilistica y senti curiosidad por saber que auto conduciria Aziz por eleccion.
Por cautela, verifique sus referencias y averigue que Aziz Nader habia sido un buen empleado. Mientras me encontraba al telefono, llego un auto que inundo el area con sabuesos vestidos de civil, hombres diferentes de los que se habian presentado el dia anterior. Sali a saludarlos. No hubo sonrisas ni apretones de manos, solo preguntas hostiles con un escepticismo notorio ante mis respuestas, que aseguraba que yo no estaba cooperando como esperaban.
Los dos policias vestidos de civil empezaron por preguntarme si sabia que estaba haciendo el Trotador en la granja el domingo por la manana. Respondi tranquilamente que todos mis empleados podian entrar y salir de la granja por la razon que fuera, incluyendo los domingos, ya que era un dia habil para nosotros.
Inquirieron acerca de los habitos del Trotador en relacion con la bebida. Repuse que jamas se habia presentado borracho a trabajar. Fuera de ahi, no era de mi incumbencia.
El mas viejo de los dos policias me pregunto a continuacion si alguien habia estado presente en el instante en que el Trotador habia caido. No que yo estuviera enterado, conteste. ?Habia estado en el lugar personalmente? No. ?Habia ido a la granja la noche del sabado, despues de las diez, o el domingo por la manana en algun momento? No.
La entrevista se prolongo todavia varios minutos, infructuosamente para ambas partes, por lo que pude darme cuenta. Ambos observaron con perspicacia mientras me informaban que harian un interrogatorio entre mis empleados. Asenti serenamente y, despues de un tiempo, se marcharon.
Una mirada rapida a mi reloj me indico que habia perdido gran parte de la hora de la comida sin organizar la ronda de bebidas en memoria del Trotador en la taberna, asi que me dirigi a ese lugar para hablar con el propietario. El, muy feliz con su gordura y con una gran panza, gracias a la cerveza, dirigia un negocio austero equipado para complacer a aquellas personas que se sentian a disgusto en medio de muchos lujos.
– El viejo Trotador era inofensivo -sentencio-. Solia emborracharse todos los sabados. No era la primera vez que Sandy lo llevaba a casa. Sandy Smith es un buen tipo, tengo que reconocerlo. ?En que puedo ayudarle?
– Haga una lista -respondi- de todas las personas que estuvieron en la taberna con el Trotador en su ultima noche y sirvales a cada uno de ellos una cerveza en su memoria.
– Es muy amable de su parte, Freddie -repuso y empezo su lista en ese mismo instante, la que inicio con el nombre de Sandy Smith, agrego los de Dave y Nigel, asi como los de otros dos de mis empleados. Prosiguio con los mozos de cuadra de casi todas las caballerizas de Pixhill, incluyendo el nuevo grupo del establo de Marigold, la senora English, cuyos nombres desconocia-. Preguntaron por la mejor taberna -comento con complacencia- y ya ve, los enviaron hasta aqui.
– Quien lo hizo tuvo mucha razon -respondi-. Averigue sus nombres y haremos una especie de pergamino conmemorativo, lo mandaremos enmarcar y lo colgaremos de la pared aqui mismo.
El propietario se mostro entusiasta.
– ?Que le pareceria que tambien lo firmaran? -pregunto-. El pobre Trotador se sentiria orgulloso.
– Es una idea magnifica, pero anote tambien sus nombres completos. Supongo que no nos dejo unas ultimas palabras celebres -mencione pensativo.
– 'Lo mismo otra vez' -contesto el tabernero y esbozo una amplia sonrisa-. Estuvo delirando acerca de unos extranos debajo de sus camiones, le digo, pero ya cuando se fue, “lo mismo otra vez' fue lo unico que pudo pronunciar.
Le di un anticipo en efectivo por las cervezas conmemorativas y le prometi que le entregaria el resto cuando la lista estuviera completa y le hubiera servido las bebidas a todo el mundo. Lo deje mientras buscaba una hoja de papel digna del cuadro de honor.
Durante la tarde revise las cuentas y con la nueva informacion que me dio Isobel planee el programa semanal. Mientras ella se encontraba todavia en mi oficina, le di un puntapie involuntariamente a la bolsa que los mozos de cuadra de Marigold English habian dejado y le pedi a Isobel que la tirara a la basura.
Isobel se la llevo de la oficina, pero regreso unos minutos despues. Parecia indecisa.
– Encontre un termo en esa bolsa. Pense que esta en buen estado como para tirarlo, asi que decidi llevarlo al restaurante en caso de que alguno de los conductores lo reclamara. Y, bueno, ?quieres venir a ver?
La confusion de la chica me basto para seguirla de inmediato al restaurante y comprobar a que se referia. Habia sacado el paquete de sandwiches y lo habia colocado en el escurridera para platos. Tambien le habia quitado la tapa al termo y vertido la mayor parte de su contenido en el fregadero.
Su preocupacion era inequivoca. En el fondo del fregadero se podian observar cuatro tubos de vidrio, cada uno de nueve centimetros de largo y mas de un centimetro y medio de diametro color ambarino y un tapon negro sujeto con cinta impermeable.
– Se cayeron cuando verti el contenido -explico Isobel-. ?Que es esto?
– No tengo idea.
Los tubos estaban cubiertos con el liquido opaco y lechoso que se encontraba en el termo. Lo tome y me di cuenta de que toda via contenia un poco del liquido. Lo traspase en un tarro del restaurante.
Dos tubos mas cayeron dentro del tarro.
El liquido estaba frio y ya tenia un aroma ligeramente parecido al del cafe con leche.
– ?No lo bebas! -exclamo Isobel muy alarmada cuando levante el tarro y me lo acerque la nariz.
– Solo queria olerlo -repuse.
– Es cafe, ?no es verdad?
– Creo que si.
Tome entonces un plato desechable y coloque sobre el los cuatro tubos que se encontraban en el fregadero. Luego puse el plato el tarro, el termo y el paquete de sandwiches en una bandeja del restaurante, me puse la bolsa bajo el brazo y me lleve todo a mi oficina. Isobel me siguio.
Con una toalla de papel limpie los residuos lechosos de uno de los tubos. Habia unos cuantos numeros grabados en el vidrio, pero todo lo que anunciaban era la capacidad del recipiente: diez centimetros cubicos. Lo coloque a contraluz y le di algunos golpecitos. Su contenido era un liquido transparente, pero se agitaba con mayor lentitud que el agua.
– ?No vas a abrirlo? -pregunto Isobel con vivo interes.
Negue con la cabeza.
– No en este momento -coloque nuevamente el tubo sobre el plato y aleje la bandeja como si no tuviera