Fui con ellos al foso. Fueron concienzudos y rapidos. De una manera u otra, el oxido decidiria por ellos.
Se alejaron finalmente en su auto y yo me dirigi a casa, donde el mago de las computadoras se reunio pronto conmigo. Instalo la nueva computadora y la enlazo por medio de la linea telefonica.con la que estaba en la oficina de Isobel. Aunque aun pensaba conservar mis cuadros hechos a lapiz, resultaba tranquilizador ver que la pantalla volvia a la vida otra vez.
– Le garantizo que este disco nuevo esta limpio -explico el joven experto-. Y le estoy vendiendo otro que puede utilizar para asegurarse de que asi se mantenga. Si encuentra cualquier virus ahi, por favor llameme por telefono de inmediato.
– Desde luego que si -observe la diligencia con que el hombre trabajaba e hice algunas preguntas-. Si alguien introdujo el virus Miguel Angel deliberadamente en la computadora de la oficina, ?tambien podria infectar la que tengo aqui?
– Si. Basta con llamar los programas de la oficina a su pantalla.
– ?Y… mmm… si hicieramos respaldos en los discos flexibles, tambien se pasaria el virus?
Me respondio con seriedad.
– Si tiene algunos respaldos, por favor permitame verificarlos antes de que los use.
Despues de que se fue, procure mantenerme despierto para ver todas las carreras que se celebraban en Cheltenham. Tuve la satisfaccion agridulce de que un caballo que yo habia entrenado ganara la Copa de Oro. Supuse, no sin pesar, que no me libraria de esta nostalgia sino hasta que el ultimo de los caballos que habia montado en mi epoca de
En el instante en que apague el televisor, sono el telefono y escuche la voz sorprendida de Lizzie.
– ?Hola! Pense que estarias en Cheltenham. ?Como sigues de la cabeza?
– No es nada como para inquietarse. Solo tengo ganas de ir a dormirme.
– Es completamente natural. Escucha a la naturaleza.
– Si, senora.
– Gracias por prestarme a Aziz. En verdad es un joven fascinante. La mayoria de los conductores no conoce siquiera la tabla periodica de los elementos y mucho menos en frances. Diria que es demasiado inteligente para el trabajo que realiza.
Me rei.
– De todos modos -prosiguio-, ya tengo el informe de tus extranos tubos.
– ?Oh, fantastico! -respondi.
– Cada uno contiene diez centimetros cubicos de un medio de transporte viral.
– ?De que? -hice una pausa para organizar unos cuantos pensamientos dispersos-. ?Habia algun virus en los tubos?
– No es posible determinarlo. Aunque eso parece probable, considerando que fueron sellados con sumo cuidado y se transportaron en la oscuridad dentro de un termo. Aunque los virus solo sobreviven en el exterior si estan en un organismo vivo, y por un lapso muy corto, aun dentro del medio.
– ?Cuanto tiempo?
– Depende de varios factores. Los puntos de vista opuestos en la universidad oscilan entre un minimo de cinco horas y un maximo de cuarenta y ocho.
Reflexione en lo que acababa de decirme.
– ?Quieres decir -pregunte sereno- que se puede tomar el virus de la gripe de una persona, transportarlo kilometros e infectar a alguien mas?
– ?Claro! Hasta donde yo entiendo, se tendria que conseguir un virus muy activo y tantos como fuera posible. La persona receptora tendria que ser propensa a contagiarse de la infeccion.
– Si los tubos contuvieran el virus de la gripe, ?se necesitaria inyectarlos?
– No, se necesitaria vaciar el chorro en la nariz de una persona -hizo una pausa-. Se te ocurren unas cosas horribles.
– Es que ha sido una semana espantosa.
Convino conmigo.
– Cuentame. ?Todavia esta mi pequeno helicoptero exactamente en el lugar donde lo deje?
– Si. ?Que quieres que haga con el?
– Mis socios sugirieron que lo transportaramos en un camion de plataforma baja y lo trajeramos a casa.
– ?Crees que pueda salvarse? -probablemente pareci sorprendido, pero ella comento que habia fragmentos que no se veian danados. Sin embargo, tendria que permanecer asi, prosiguio, hasta que un inspector lo revisara e hiciera un informe.
– Avisame si se te ofrece algo.
– Si, lo hare. A proposito, Aziz Nader comento que eras una dama agradable.
– Eso espero.
Rei con afecto y colgue. Desde la ventana de mi habitacion observe que un auto pequeno y veloz se acercaba a mi pista de asfalto y se detenia bruscamente al ver por primera vez el abrazo del jaguar y el Robinson.
Mire con agrado que mi visitante era Maudie Watermead. Baje de prisa las escaleras para abrirle la puerta.
– ?Hola! -la salude y le di un beso en la mejilla-. Supongo que no vendras para fugarte conmigo.
– Imposible.
– Pasa a tomar un trago entonces.
Acepto la invitacion menos atrevida y entro en la casa despues de mi. El estado de la sala la dejo boquiabierta.
– ?Ah! -exclamo sin aliento-. Yo nunca… quiero decir…
– La minuciosidad de quien lo hizo es impresionante. ?Que quieres tomar? Tengo champana en el refrigerador.
– Si en realidad tienes ganas -respondio dubitativamente.
De manera que ambos entramos en la cocina y nos sentamos a la mesa. Bebimos en mis mejores copas, que se habian salvado de convertirse en anicos, gracias a que se encontraban guardadas en la alacena.
– Michael estaba furioso por lo de nuestra computadora. Ese joven genio que nos la arreglo opina que hace menos de un mes que ese virus estaba acechando desde el interior. Menos mal que nuestra secretaria, Betsy, habia hecho copias de respaldo en discos flexibles. Dice el joven que Isobel informo que no tenian respaldo en tu oficina. ?Que vas a hacer?
– ?Oh! -exclame-. Todos los registros de la computadora estan en papel en algun lado. Rose conservaba copias de las facturas que enviaba. Estan por llegar todas las facturas de los suministros. Todavia existe el cuaderno de bitacora de los conductores.
– Si, pero se trata de una tarea de titanes -bebio su champana-. Vine a ver si podia ayudarte -prosiguio y casi se sonrojo antes de anadir rapidamente-. Michael te invita a comer a la casa el domingo.
– Dile a Michael que ire, gracias.
Comentale a Michael, habia recomendado Sandy, que su hija Tessa es una delincuente en potencia. No tenia derecho a hacerlo y ninguna disposicion. Por otra parte, podia alertar a Maudie acerca de otros peligros menos nebulosos.
A titulo de ensayo, pregunte:
– ?Te has topado con mi conductor Nigel? Levanto las cejas rubias.
– Casi siempre tenemos a Lewis.
– Si, pero… Nigel es un hombre muy atractivo, segun opinan mis secretarias, y simplemente pense que tal vez no te agradaria que rondara mucho a Tessa.
– ?Tessa! Siempre pense que era Lewis el que le gustaba. Constantemente esta murmurando cosas con Lewis.
Volvi a llenar su copa. Ella fruncio el entrecejo, no por la champana, sino por un recuerdo repentino, y agrego:
– Enviaste a Nigel la semana pasada con nosotros para llevar los caballos de Jericho Rich a Newmarket, ?verdad?
– Si. El viernes. Pero no volvere a asignarlo con ustedes.