– ?Ayl! ?Ayl! -llamaba en la oscuridad-. ?Ayl! ?Ven a ver que lindo es afuera!

Desganitado, me calle. Y en aquel momento me respondio la voz de Ayl, sumisa, serena: -Shsh. Estoy aqui. ?Por que gritas tanto? ?Que quieres?

No se veia nada. -?Ayl! ?Sal conmigo! Si supieras: afuera…

– No me gusta, afuera.

– Pero tu, antes…

– Antes era antes. Ahora es distinto. Con todo ese lio.

Menti: -Pero no, ha sido un cambio de luz momentaneo. ?Como aquella vez del meteorito! Ahora se acabo. Todo ha vuelto a ser como antes. Ven, no tengas miedo. -Si sale, pensaba, pasado el primer momento de confusion se habituara a los colores, estara contenta y comprendera que he mentido por su bien.

– ?Dices la verdad?

– ?Por que voy a contarte mentiras? Ven, deja que te lleve afuera.

– No. Anda tu delante. Yo te sigo.

– Pero estoy impaciente por volver a verte.

– Solo volveras a verme como a mi me gusta. Anda adelante y no te vuelvas.

Las sacudidas teluricas nos abrian camino. Los estratos de roca se desplegaban en abanico y nosotros avanzabamos por los intersticios. Sentia a mis espaldas el paso ligero de Ayl. Un terremoto mas y estabamos afuera. Corria entre peldanos de basalto y de granito que se deshojaban como las paginas de un libro; ya se desgarraba en el fondo la brecha que nos conduciria al aire libre, ya aparecia del otro lado de la hendidura la Tierra asoleada y verde, ya la luz se abria paso para venir a nuestro encuentro. Si: ahora veria tambien encenderse los colores en la cara de Ayl… Me volvi para mirarla.

Oi el grito de ella que se retraia hacia la oscuridad, mis ojos todavia deslumbrados por la luz de antes no distinguian nada, despues el trueno del terremoto lo domino todo y una pared de roca se alzo de golpe, vertical, separandonos.

– ?Ayl! ?Donde estas? Trata de pasar de este lado, pronto, antes de que la roca se asiente -y corria a lo largo de la pared buscando un paso, pero la superficie lisa y gris se extendia compacta, sin una fisura.

Una enorme cadena de montanas se habia formado en aquel punto. Mientras yo era proyectado hacia afuera, al aire libre, Ayl habia quedado detras de la pared, encerrada en las entranas de la Tierra.

– ?Ayl! ?Donde estas, Ayl? ?Por que no estas aqui? -y hacia girar la mirada por el paisaje que se ensanchaba a mis pies. Entonces, aquellos prados verdeguisante en los cuales brotaban las primeras amapolas escarlatas, aquellos campos amarillo-canario que estriaban las leonadas colinas bajando hacia un mar lleno de relampagos turquies, todo me parecio de pronto tan insulso, tan trivial, tan falso, tan en contraste con la persona de Ayl, con la idea de belleza de Ayl que comprendi que su lugar nunca podria estar de este lado. Y me di cuenta con dolor y espanto de que yo me habia quedado de este lado, que nunca podria escapar a esos centelleos dorados y plateados, a esas nubecillas que de celestes se volvian rosadas, a aquellas pequenas hojas verdes que amarilleaban todos los otonos, y que el mundo perfecto de Ayl estaba perdido para siempre, tanto que no podia ya ni imaginarlo, y no quedaba nada que pudiese recordarmelo, ni siquiera de lejos, nada sino aquella fria pared de piedra gris.

Juegos sin fin

Si las galaxias se alejan, el enrarecimiento del universo es compensado por la formacion de nuevas galaxias compuestas de materia que se crea ex novo. Para mantener estable la densidad media del universo, basta que se forme un atomo de hidrogeno cada 250 millones de anos por cada 40 centimetros cubicos de espacio en expansion. (Esta teoria, llamada del 'estado estacionario', ha sido contrapuesta a la otra hipotesis de que el universo fue originado, en un momento preciso, por una gigantesca explosion.)

Yo era un chico y ya me habia dado cuenta -conto Qfwfq-. Los atomos de hidrogeno los conocia uno por uno, y cuando aparecia uno nuevo lo sabia. En los tiempos de mi infancia para divertirnos solo habia en todo el universo atomos de hidrogeno, y no haciamos mas que jugar con ellos, yo y otro chico de mi edad que se llamaba Pfwfp.

?Como era el juego? Es facil de explicar. Como el espacio es curvo, a lo largo de su curva haciamos correr los atomos como bolitas, y el que mandaba mas lejos su atomo ganaba. Al dar el golpe al atomo habia que calcular bien los efectos, las trayectorias, saber aprovechar los campos magneticos y los campos de gravitacion, si no la pelotita salia fuera de la pista y quedaba eliminada de la competicion.

Las reglas eran las habituales: con un atomo podias tocar otro atomo tuyo y adelantarlo, o bien sacar del medio un atomo contrario. Naturalmente, se trataba de no dar golpes demasiado fuertes porque del choque de dos atomos de hidrogeno, ?tic!, se podia formar uno de deuterio, o directamente de helio, y eran atomos perdidos para la partida; no solo eso, sino que si uno de los dos era de tu adversario, tenias que pagarselo.

Ya se sabe como es la curvatura del espacio: una pelotita gira gira y en cierto momento se va por el declive y se aleja y no la atrapas mas. Por eso, a lo largo del juego, el numero de atomos rivales disminuia continuamente y el primero de los dos que se quedaba sin ellos habia perdido la partida.

Y entonces, justo en el memento decisivo, empiezan a aparecer atomos nuevos. Entre el atomo nuevo y el usado hay como es sabido una buena diferencia: los nuevos eran lustrosos, claros, frescos, humedos como de rocio. Establecimos reglas nuevas: que uno de los nuevos valia por tres de los viejos; que los nuevos, apenas se formaban, debian repartirse entre los dos por partes iguales.

Asi nuestro juego no terntinaba nunca, y ni siquiera nos aburriamos porque cada vez que nos encontrabamos con atomos nuevos nos parecia que tambien el juego era nuevo y que aquella era nuestra primera partida.

Despues, con el andar del tiempo, dale que dale, el juego fue perdiendo interes. Atomos nuevos ya no se veian; los atomos perdidos no se sustituian, nuestros tiros eran cada vez mas debiles, vacilantes, por temor de perder las pocas piezas que quedaban en juego, en aquel espacio liso y pelado.

Hasta Pfwfp habia cambiado: se distraia, daba vueltas, no estaba cuando le tocaba tirar, yo lo llamaba y el no respondia, reaparecia media hora despues.

– Dale, te toca a ti, ?que haces, no juegas mas?

– Si que juego, no fastidies, ya tiro.

– Bueno, si te vas por tu lado, suspendemos la partida.

– Uf, tantas historias porque pierdes.

Era cierto: me habia quedado sin atomos, mientras que Pfwfp, quien sabe como, tenia siempre uno de reserva. Si no aparecian nuevos atomos para repartirlos, no habia para mi esperanzas de compensar la desventaja.

Apenas Pfwfp se alejo de nuevo, lo segui de puntillas. Mientras yo estaba presente parecia vagabundear distraido, silboteando; pero una vez fuera de mi radio se ponia a trotar en el espacio con paso decidido, como el que tiene bien pensado su plan. Y cual era su plan -su trampa, como veran-, no tarde en descubrirlo: Pfwfp conocia todos los lugares donde se formaban atomos nuevos y cada tanto daba una vuelta y los recogia en el sitio mismo, apenas prontos, y los escondia. ?Por eso atomos para tirar no le faltaban nunca!

Pero antes de meterlos en el juego, como tramposo impenitente que era, se dedicaba a disfrazarlos de atomos viejos, restregaba un poco la pelicula de electrones hasta dejarla desgastada y opaca para hacerme creer que era un atomo suyo de antes, encontrado por casualidad en un bolsillo.

Esto no era todo: hice un rapido calculo de los atomos jugados y me di cuenta de que eran solo una pequena parte de los que robaba y escondia. ?Estaba preparando una reserva de hidrogeno? ?Para que? ?Que se le habia metido en la cabeza? Tuve una sospecha: Pfwfp queria construirse un universo por su cuenta, nuevo, flamante.

Desde aquel momento no descanse: tenia que pagarle con creces. Hubiera podido imitarlo: ?ahora que conocia los lugares, llegar alli con unos minutos de anticipacion y apoderarme de los atomos recien nacidos, antes de que el les echase mano! Pero hubiera sido demasiado sencillo. Queria hacerlo caer en una trampa digna de su perfidia. Como primera medida, me puse a fabricar atomos falsos: mientras el se dedicaba a sus alevosas incursiones, yo en un escondrijo secreto, pesaba, dosificaba y aglutinaba todo el material de que disponia. En realidad ese material era bien poco: radiaciones fotoelectricas, limaduras de campos magneticos, algunos neutrones perdidos en el

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