– ?Maldita sea! -grito Behaim, enfurecido-. No me vengais con esas triquinuelas. Hace un momento me habeis asegurado que el recibiria su merecido y que contase con ello. Y ahora que teneis que pasar a la accion y emplear vuestro punal en una buena causa… ?ahora os tiembla el corazon?

– Si, es posible -dijo Mancino-. Por lo visto, soy asi.

– ?Un cobarde y un fanfarron, eso es lo que sois! -le increpo Behaim-. Sois un embustero, un autentico frances al que no le llega la camisa al trasero. Un farsante y un bocazas.

– De acuerdo, podeis llamarme asi si os divierte -respondio Mancino-. ?Y ahora que habeis dicho todo lo que teniais que decir, id con Dios! Si, senor, lo mejor que podeis hacer es desaparecer de aqui lo mas rapido posible, pues no podre responder de mi por mucho tiempo.

Mancino se llevo la mano izquierda al pomo de su punal y su diestra senalo la puerta con ademan autoritario. En las mesas vecinas se habian dado cuenta de que se estaba armando una reyerta y el escultor Simoni se levanto para apaciguar los animos.

– ?Eh, vosotros! -exclamo-. ?Quien de los dos quiere sembrar aqui la discordia y la confusion?

– ?Se ha vuelto a emborrachar el aleman? -Quiso saber uno de los maestros canteros.

Mancino hizo con la mano un gesto de desden como si no mereciese la pena hablar de la cuestion.

– Cada cual tiene un demonio que no le deja vivir plico a los presentes-, y el suyo se ha empenado en que tiene que hacer de Boccetta un hombre de honor.

– ?Como que honor! -grito Behaim enfurecido-. ?Quien habla de honor? ?Lo que quiero es recuperar mis diecisiete ducados!

A su alrededor, los presentes empezaron a reir a carcajadas y a menear la cabeza, pero el que daba mas muestras de regocijo era el pintor D'Oggiono.

– ?De modo que se trata de los diecisiete ducados? -exclamo-. ?Y nuestra apuesta? ?Sigue todavia en pie? Apostasteis dos ducados contra el mio.

– Si, sigue en pie -dijo Behaim malhumorado.

– Entonces -exclamo el pintor-, los dos ducados estan a punto de pasar a mi bolsillo. Vosotros los alemanes teneis fama de cumplir vuestra palabra.

– Si, cumplimos nuestra palabra -dijo Behaim con voz fuerte y firme para que tambien le oyese Mancino que, como si la cuestion hubiese dejado de importarle, se habia sentado a la mesa del organista Martegli y habia entablado con el una conversacion-. ?Pero no os alegreis demasiado pronto! -prosiguio-. Ignoro que final tendra este asunto para la existencia de Boccetta, pero se que conseguire mis diecisiete ducados, pues me conozco. Y vos sereis quien tenga que pagar los costos.

– ?Diecisiete ducados de Boccetta! -suspiro el hermano Luca sin levantar la mirada del tablero de la mesa sobre el que habia formulado y demostrado con tiza un teorema algebraico-. ?Como os imaginais eso, senor? Si Boccetta pudiese salvar a su padre del purgatorio a cambio de medio escudo, no lo desembolsaria.

– Lo que yo no entiendo -se oyo la voz del maestro cantero-, es que en estos tiempos en que la cristiandad es asolada por la peste y amenazada por la guerra, podais pensar en semejantes ridiculeces.

– ?Llamais ridiculeces a que yo quiera recuperar mis ducados? -exclamo Behaim indignado-. ?Creeis que apaleo el dinero?

– Aceptad un buen consejo -dijo Alfonso Sebastiani, un joven noble que habia abandonado su palacio de la Romana para convertirse en discipulo de messere Leonardo en el arte de pintar-. Acostaos temprano, cenad frugalmente, dormid mucho, y cuanto podais. Quizas volvais entonces a ver alguna vez vuestro dinero en suenos.

– Dejadme en paz con vuestra palabreria, senor, me molestais -le espeto Behaim-. Obtendre mi dinero, aunque tenga que partirle a Boccetta, uno a uno, todos los huesos de su cuerpo.

– ?Y que dira -le pregunto muy intrigado y un poco burlon el pintor D'Oggiono- vuestra amada cuando le trateis asi?

– ?Mi amada? ?Que sabeis vos de mi amada? -pregunto Behaim-. Yo no os he dicho quien es mi amada en Milan. ?De quien hablais?

– Pues de esa Niccola que, por lo visto, es vuestra amada -contesto D'Oggiono-. ?Acaso no se os ha visto esperarla todos los dias en la posada que se halla en la carretera de Monza? Y ella, rauda como una corza, acude a vuestro encuentro con el unico vestido bueno que tiene.

Behaim se levanto de un salto y miro en torno suyo como si en aquella taberna estuviese rodeado de enemigos jnortales.

– ?Senor, como osais mezclaros en mis asuntos? -reprendio indignado a D'Oggiono-. ?Que os importa si es mi amada? Y si lo es… recibira buenos vestidos, todos los que necesite, no os preocupeis. ?Y que, por todos los demonios, tiene eso que ver con Boccetta?

Ahora le toco sorprenderse y maravillarse a D'Oggiono.

– ?Y vos lo preguntais? -exclamo-. ?No sabeis, o fingis no saber que ella es la hija de Boccetta?

– ?Oh! -gimio el escultor Simoni presa del dolor y los celos. Niccola, la hijita del prestamista…, ?de modo que el es su amante? ?El es con quien ella…? ?Pertenece a ese aleman?

Behaim les miraba fijamente como un jabali acorralado por una jauria de perros.

– ?Que estais diciendo? ?Os habeis vuelto locos los dos? -grito, pero el lo sabia ya, lo supo con una certeza mortal en ese instante, que decian la verdad y sintio como si le diesen una punalada en el corazon.

10

Hasta el amanecer, erro sin rumbo, presa de sus pensamientos confusos, lleno de desesperacion y furioso dolor, y los callejones estrechos y oscuros le condujeron por la ciudad de un lado a otro, hasta que llego a las murallas de circunvalacion y a los Navigli con la cruz de san Eustaquio, donde comenzaban los setos y los muros de los huertos, y a las puertas de la nueva casa de beneficencia de cuyas ventanas salia el olor a pan fresco que se hacia todas las noches a cuenta del Moro, y luego todo el largo camino de vuelta hasta que fue a parar al mercado de pescado y, pasando junto a los puestos de los cambistas, al ayuntamiento y finalmente, a la plaza de la catedral. Alli se dejo caer agotado sobre los peldanos que conducian al portal, pero incapaz de concederse un descanso, se levanto al cabo de unos instantes y reanudo su desesperado peregrinaje.

– Es una mala noticia la que he recibido -se dijo a si mismo mientras caminaba-. Verdaderamente, la peor que uno se puede imaginar, ni el propio santo Job la recibio peor. ?Que maldad! ?Que perfidia! ?He sido traicionado! fatece tan ingenua, finge ser devota mia, me sonrie, habla ?e todo lo habido y por haber, pero se guarda que es la hija de ese miserable canalla. ?Menudo canalla! ?Que desgracia haberme topado con ella! «La hijita del prestamista», asi la llamo el calvo de la posada, el del bigotito, es un calificativo aceptable… no suena tan mal. Pero la hija de Boccetta, eso suena completamente distinto, es como una bofetada. ?Necio de mi! ?De que me deje guiar? ?A que encanto sucumbi? ?En que trampa he caido? ?Por que me deje arrastrar por ese amor enganoso? ?Adonde me conducira? Lucardesi… que su madre era una Lucardesi, me decia. ?Si, su madre! ?Pero su padre es Boccetta y eso me lo ha ocultado! ?Oh, que se vaya al infierno el padre, y la hija con el!

Behaim se detuvo y apreto la mano contra su corazon agitado. En su alma turbada ya se habia convertido en realidad lo que solo habia sido un pensamiento furioso. La idea de ver a Niccola caminando con paso vacilante hacia el infierno y desaparecer en las brasas atrapada por lenguas de fuego le asusto, creyo oir desde la profundidad del abismo su grito de dolor y su voz lastimera, y con una angustia insoportable se percato de que todavia la seguia queriendo.

– ?Esa voz! -se lamentaba continuando su marcha-. ?Como me rompe el corazon! ?Ojala pudiese apartar esa voz para siempre de mis oidos! Pero si cien voces me hablasen y yo escuchase esa voz… solo tendria oidos para ella. ?Oh Dios, Dios misericordioso, haz que olvide esa voz, haz que olvide todo lo que me atrajo de ella, todo lo que me encadeno a ella, borra en mi el recuerdo de su voz, de su caminar, de su mirada, de sus abrazos, de su sonrisa, oh Dios misericordioso, haz que olvide que sabe sonreir corno solo saben hacerlo los angeles, tu sabes que es la hija de Boccetta, liberame, Dios, ayudame, haz que la olvide para siempre o quitame la vida, eso seria aun mejor!

Y ahora que habia hablado con Dios y suplicado su auxilio con palabras tan apremiantes se sintio mas aliviado y trato de mirar con otros ojos lo que le habia sucedido.

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