– Esas acusaciones tan generales son totalmente infundadas -aseguro Ya Ru-. Les agradezco la oportunidad de conocer los rumores que, al parecer, circulan sobre mi y mis empresas. No obstante, el anonimato como fuente de informacion suele ser signo de falsedad, envidia e insidiosas mentiras. Mis empresas estan limpias, cuento con la confianza del Estado y del Partido y no dudo en afirmar que tengo el control suficiente como para saber si mis directores ejecutivos siguen o no mis directrices. Lo que no puedo asegurar, como comprenderan, es que no se produzcan irregularidades de orden menor entre algunos de mis empleados, que, seguramente, son mas de treinta mil.

Ya Ru se levanto, senalando asi que daba por terminada la conversacion. Los dos funcionarios hicieron una pequena reverencia y salieron del despacho. Una vez que se hubieron marchado, Ya Ru llamo a la senora Shen.

– Encargale a alguno de mis responsables de seguridad que averigue quienes son. Y quienes son sus jefes. Despues, llama a mis nueve directores ejecutivos y convocalos a una reunion para dentro de tres dias. No admitire excusas, deben asistir todos. El que no lo haga, abandonara su puesto inmediatamente. ?Dejelo bien claro!

Ya Ru estaba fuera de si. Lo que el hacia no era peor que lo que hacian otros. Un hombre como Shen Wixan habia permitido que el asunto se le escapase de las manos y, ademas, habia sido bastante tacano con los funcionarios del Estado que le abrian camino. Fue, por tanto, un cabeza de turco muy adecuado, al que nadie echaria de menos ahora que habia desaparecido.

Ya Ru dedico varias horas a elaborar un plan de accion, al tiempo que cavilaba sobre cual de sus directores habria abierto la caja de Pandora, difundiendo informacion sobre sus negocios ilicitos y acuerdos secretos.

Tres dias mas tarde, sus directores se reunieron en un hotel de Pekin. Ya Ru presto suma atencion al lugar elegido. En efecto, se trataba del hotel en el que, una vez al ano, convocaba a sus directores para despedir a alguno de ellos, con objeto de demostrar que nadie podia sentirse seguro en su puesto. Y, de hecho, todos los componentes del grupo estaban palidos cuando se presentaron alli poco despues de las diez de la manana. Ninguno de ellos habia recibido la menor informacion sobre el tema que iba a tratarse en una reunion convocada de forma tan repentina. Ya Ru los hizo esperar mas de una hora antes de entrar en la sala. Su plan era bien sencillo. Despues de haberles retirado sus moviles, para que no pudieran ponerse en contacto ni entre si ni con el resto del mundo, los hizo salir a todos. Luego fue llamandolos uno a uno para contarles sin ambages lo que le habian dicho dias antes. ?Tenian algo que comentar al respecto? ?Alguna explicacion? ?Habia algo que el ignorase y deberia saber? Ya Ru observaba atentamente sus rostros intentando ver si alguno parecia saber para que los habia convocado. De ser asi, averiguaria enseguida donde estaba la fuga.

Sin embargo, todos los directores mostraron la misma sorpresa, la misma indignacion. Al final del dia, no pudo por menos de constatar que no hallaria entre ellos al culpable. Los dejo ir sin despedir a ninguno, aunque todos recibieron ordenes estrictas de buscar al topo en sus propias esferas.

Varios dias despues, cuando la senora Shen le hizo saber lo que sus hombres habian averiguado sobre los dos funcionarios de los servicios secretos, comprendio lo equivocado que habia estado. Cuando ella entro en su despacho, el estaba estudiando de nuevo los planos de la casa en Africa, que tenia sobre la mesa. Le pidio que se sentase y giro el flexo, para que su rostro quedase a oscuras. No le gustaba la voz de la senora Shen. Tanto si le exponia un resumen economico como una interpretacion de las nuevas directivas de alguna institucion estatal, siempre tenia la sensacion de que le estaba contando un cuento. Habia en su voz un eco de la ninez que el tenia ya olvidada desde hacia mucho tiempo, o que le robaron a su terca memoria, quien sabia.

El le enseno que debia empezar siempre por lo mas importante, y eso hizo la senora Shen tambien en esta ocasion.

– En cierto modo, parece estar relacionado con su difunta hermana Hong. Por lo visto, tuvo repetidos contactos con parte de los jefes de los servicios secretos. Su nombre ha salido a relucir cada vez que hemos intentado relacionar a los dos hombres que lo visitaron aquella manana con otros que estan entre bastidores. Creemos poder asegurar que la informacion llevaba muy poco tiempo circulando cuando ella murio. Pese a todo, alguno de los mas altos cargos dio la senal.

Ya Ru noto que la senora Shen habia dejado de hablar bruscamente.

– ?Que es lo que no me has dicho?

– No estoy segura.

– Nada esta seguro. ?Acaso algun alto funcionario ha dado ordenes de que continuen la investigacion sobre mi?

– Ignoro si sera verdad o no, pero corre el rumor de que no estan satisfechos con la sentencia de Shen Wixan.

Ya Ru se quedo petrificado. Lo comprendio enseguida, antes de que la senora Shen continuase hablando.

– ?Quieren otra cabeza de turco? ?Quieren condenar a otro hombre rico para subrayar que se trata de una campana anticorrupcion, no solo un aviso de que su paciencia esta agotandose?

La senora Shen asintio. Ya Ru se hundio mas en las sombras.

– ?Algo mas?

– No.

– Puedes irte.

La senora Shen se marcho. Ya Ru se quedo inmovil, obligandose a pensar, pese a que nada deseaba mas que marcharse del despacho.

Cuando tomo la dificil decision de matar a Hong durante el viaje a Africa, aun veia en ella a su leal hermana. Claro que tenian opiniones distintas y a menudo encontradas. Precisamente en aquel despacho y el dia de su cumpleanos, Hong lo acuso de aceptar sobornos.

Ese dia comprendio que, tarde o temprano, su hermana se convertiria en un serio peligro para el. Ahora era consciente de que deberia haber reaccionado mucho antes. Hong ya lo habia abandonado.

Ya Ru meneo la cabeza despacio. De pronto, cayo en la cuenta de algo en lo que no habia reparado antes. Hong estaba dispuesta a hacerle a el lo mismo que el le habia hecho a ella. Cierto que no se le habria ocurrido empunar un arma. Hong queria seguir el camino atendiendo a las leyes del pais; pero, si a Ya Ru lo hubiesen condenado a muerte, ella se habria contado entre los que consideraban que la condena era justa.

Ya Ru penso en su amigo Lai Changxing, quien, hacia unos anos, se vio obligado a huir precipitadamente del pais la manana en que la policia emprendio varias redadas simultaneas en todas sus empresas. Solo porque poseia su propio avion, siempre dispuesto para despegar, logro salir de China con su familia. Se dirigio a Canada, que no tenia firmado ningun tratado de extradicion con China. Era hijo de un campesino muy pobre y, cuando Deng libero los solares, inicio una carrera espectacular. Empezo abriendo pozos, pero luego se convirtio en contrabandista e invirtio cuanto ganaba en empresas que, en pocos anos, le generaron una inmensa fortuna. Ya Ru lo visito en una ocasion en la Finca Roja que Lai Changxing se hizo construir en su pueblo de Xiamen. Alli asumio ademas una gran responsabilidad social al mandar construir escuelas y residencias de ancianos. A Ya Ru le llamo ya entonces la atencion la ostentosa arrogancia de Lai Changxing e incluso le advirtio que un dia seria su ruina. Una noche estuvieron discutiendo sentados la envidia que despertaban los nuevos capitalistas, «La segunda dinastia», como solia llamarlos ironico Lai Changxing, pero solo cuando hablaba a solas con personas en las que confiaba.

Asi, cuando el gigantesco castillo de naipes de Lai Changxing cayo y tuvo que huir con su familia, a Ya Ru no le sorprendio lo mas minimo. Desde entonces habian ejecutado a varios hombres ricos involucrados en sus negocios. Otros, que se contaban por cientos, fueron encarcelados. Simultaneamente, perduraba el recuerdo del hombre generoso con su depauperado pueblo natal. El que a veces daba de propina a los taxistas autenticas fortunas o el que siempre andaba haciendo regalos, sin motivo, a gentes pobres cuyo nombre ni siquiera conocia. Ademas, Ya Ru sabia que Lai estaba escribiendo sus memorias, cosa que, claro esta, tenia aterrorizados a muchos altos cargos y politicos chinos. Lai estaba en posesion de muchas verdades y, en Canada, donde ahora se encontraba, nadie podia censurarlo.

Sin embargo, Ya Ru no tenia la menor intencion de huir de su pais. A el no lo esperaba ningun avion listo para despegar en alguno de los aeropuertos de Pekin.

Ademas, otra idea empezaba a fraguarse en su mente. Ma Li, la amiga de Hong, estuvo con ellos en Africa. Ya Ru sabia que habian estado conversando. Ademas, a Hong siempre le habia gustado escribir cartas…

?Se habria llevado de Africa un mensaje de Hong? Quizas algo que despues le hubiese transmitido a otras personas que, a su vez, informaron a los servicios secretos… Lo ignoraba, pero pensaba averiguarlo.

Tres dias despues, cuando una de las numerosas y duras tormentas de invierno arrasaba Pekin, Ya Ru fue al

Вы читаете El chino
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату