invenciones mias», se dijo. «Los inexplicables sonidos nocturnos no deben justificarse por la manana con figuraciones. Ya tuve bastante en Pekin con la obsesion de que me perseguian. No necesito para nada seguir con ello aqui en Helsingborg.»

Birgitta Roslin salio de su casa y bajo la cuesta en direccion a la ciudad y a los juzgados. La temperatura habia subido unos grados mas desde el dia anterior. Mientras caminaba, fue repasando mentalmente el primer juicio del dia. Se reforzarian los controles de seguridad, puesto que existia el riesgo de que los vietnamitas que se esperaba que acudiesen como publico reaccionasen de forma violenta. De acuerdo con el fiscal y con su jefe, dedicaria dos dias a los procedimientos previos. Sospechaba que ese era el minimo indispensable, pero era tal la presion a la que se veian sometidos los juzgados, que termino aceptando. En su agenda, no obstante, reservo un dia mas y diseno un calendario alternativo para el siguiente caso.

Cuando llego al edificio de los juzgados, entro en su despacho, desconecto el telefono y se retrepo en la silla con los ojos cerrados. Repaso mentalmente los puntos mas importantes del caso de los dos hermanos Tran, entre los que figuraban las dos detenciones y la demanda. Ya solo faltaban el juicio y la sentencia. Durante la investigacion, habian detenido a otros dos vietnamitas, llamados Dang y Phan. Los cuatro estaban acusados del mismo delito y eran complices.

A Birgitta Roslin le gustaba tener al fiscal Palm en la sala de vistas. Era un hombre de mediana edad que se tomaba en serio su profesion y no se contaba entre aquellos que ignoraban como preparar una acusacion sin digresiones innecesarias. Por otro lado, a juzgar por el material al que ella habia tenido acceso, Palm habia dirigido la investigacion de forma exhaustiva, cosa que no siempre sucedia.

Cuando dieron las diez, entro en la sala y tomo asiento. Los secretarios y el procurador ya se encontraban en sus puestos y habia lleno total en la sala, vigilada tanto por guardas de seguridad como por policias. Todos los presentes habian pasado por los mismos detectores por los que se pasa en los aeropuertos. Dejo caer el mazo sobre la mesa, anoto los nombres, comprobo que todos los implicados estaban presentes y le dio al fiscal orden de comenzar. Palm hablaba despacio y su razonamiento resultaba facil de seguir. Birgitta se permitia de vez en cuando echar una ojeada a las gradas del publico. Habia un grupo numeroso de vietnamitas, la mayoria muy jovenes. Entre los demas, reconocio a varios periodistas y a una mujer joven de gran talento que dibujaba interiores de juzgados para varios periodicos nacionales. Birgitta tenia en su despacho un dibujo de si misma recortado de un diario. Sin embargo, lo tenia guardado en un cajon, pues no queria pasar por vanidosa ante las visitas. Fue un dia largo y duro. Pese a que la investigacion de los puntos mas importantes demostraba con toda claridad como se habian cometido los distintos delitos, los cuatro acusados empezaron a inculparse mutuamente. Dos de ellos hablaban sueco, pero los hermanos Tran necesitaban a una interprete. Birgitta Roslin se vio obligada a recordarle en varias ocasiones que estaba expresandose de un modo demasiado impreciso y llego a preguntarse si la interprete comprendia de verdad lo que decian los jovenes. Hubo un momento en que tuvo que mandar callar a varias personas del publico e incluso amenazarlas con expulsarlas si no se calmaban.

Hans Mattsson se le acerco a la hora del almuerzo y le pregunto como iba la cosa.

– Mienten -aseguro Birgitta-. Pero las pruebas de la investigacion son concluyentes. La cuestion es si la interprete es o no buena.

– Pues goza de mucha reputacion -afirmo sorprendido Hans Mattsson-. Me asegure de que nos enviasen a la mejor de todo el pais.

– Puede que tenga un mal dia.

– Y tu, ?tienes un mal dia?

– No, pero esto va lento. Dudo que terminemos para manana por la tarde.

En los interrogatorios de la tarde, Birgitta Roslin continuo observando a los espectadores de vez en cuando. De repente se fijo en una mujer vietnamita de mediana edad que ocupaba un asiento en un rincon de la sala, medio oculta detras del resto del publico. Cada vez que Birgitta la miraba, la sorprendia mirandola a ella, en tanto que el resto de los vietnamitas se concentraban sobre todo en sus amigos o familiares acusados.

Recordo el dia en que, hacia unos meses, fue a presenciar aquel juicio en China. «Tal vez ella sea una especie de intercambio vietnamita», se dijo ironica. «Claro que, en tal caso, alguien me lo habria dicho. Y, ademas, ella no tiene a su lado a nadie que le vaya explicando lo que ocurre.»

Una vez terminado el interrogatorio del dia, aun dudaba de que las sesiones del dia siguiente bastasen para exponer cuanto habia que decir. Se sento en su despacho e hizo una valoracion de lo que faltaba para dar por terminado el juicio e informar de cuando dictaria sentencia. Tal vez todo fuese bien, si no sucedia nada inesperado.

Aquella noche durmio profundamente, ningun ruido la molesto.

Al dia siguiente, cuando se retomo el juicio, vio que la mujer volvia a ocupar su discreto puesto en la sala. Habia algo en su persona que la inquietaba. Aprovechando una de las pausas, le pidio a un guarda de seguridad que comprobase si la mujer tambien estaba sola fuera de la sala. Justo antes de que reanudasen la vista, el guarda se le acerco para decirle que, en efecto, asi era. La mujer no habia hablado con nadie.

– Mantenla vigilada -le ordeno Birgitta.

– Si quieres, puedo impedirle que entre.

– ?Y como ibamos a justificar su expulsion?

– Simplemente diciendo que te preocupa.

– No, lo unico que te pido es que la tengas vigilada. Solo eso.

Pese a que Birgitta Roslin estuvo dudando hasta el ultimo minuto, consiguio apremiar las declaraciones de modo que estuvieron listos aquella misma tarde. Informo de que dictaria sentencia el 20 de junio y dio por terminado el juicio. Lo ultimo que vio antes de dejar la sala y tras haberles dado las gracias a sus colaboradores fue la mujer vietnamita, que se volvio a mirarla y se quedo observandola mientras salia de la sala.

Hans Mattsson acudio a su despacho una vez terminado el juicio. Habia escuchado las alocuciones finales de la defensa y del fiscal por el sistema de megafonia interna.

– Palm ha tenido un par de dias estupendos.

– La cuestion es como establecer la pena. No cabe la menor duda de que los hermanos Tran son los protagonistas. Los otros dos son complices, claro esta. Pero parecen intimidados por los hermanos. Resulta dificil ignorar que cabe la posibilidad de que hayan asumido mas culpa de la que en realidad tienen.

– Bueno, si quieres que hablemos de ello, no tienes mas que decirlo.

Birgitta Roslin recogio sus notas y se preparo para marcharse a casa. Staffan le habia enviado un mensaje al movil en el que le aseguraba que todos se encontraban bien. Estaba a punto de salir del despacho, cuando sono el telefono. Por un instante, penso en no contestar, pero al final alcanzo el auricular.

– Soy yo.

Reconocio la voz del hombre que habia llamado, pero no la ubicaba.

– ?Quien?

– Nordin, el vigilante.

– Perdona, estoy algo cansada.

– Llamaba para avisarte de que tienes visita.

– ?De quien se trata?

– La mujer que me pediste que tuviese vigilada.

– ?Sigue aqui? ?Que quiere?

– No lo se.

– Si es pariente de alguno de los vietnamitas acusados, no puedo hablar con ella.

– Creo que te equivocas.

Birgitta Roslin empezaba a impacientarse.

– ?Que quieres decir? No me esta permitido hablar con ella.

– Quiero decir que no es vietnamita. Habla un ingles perfecto y es china. Quiere hablar contigo. Segun dice, es muy importante.

– ?Donde esta?

– Te esta esperando fuera. La veo desde aqui. Acaba de arrancar una hoja de un abedul.

– Ya, ?y tiene nombre esa mujer?

– Seguro que si, pero no me lo ha dicho.

– Voy ahora mismo. Dile que me espere.

Birgitta Roslin se acerco a la ventana, desde alli pudo ver a la mujer en la acera.

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