durante unas horas el trabajo de la policia. Sabia que los fiscales y otros representantes de la justicia no solian ser muy bienvenidos en esos casos. La policia siempre estaba en guardia ante las posibles criticas. Pese a todo, Birgitta habia aprendido a distinguir entre las investigaciones que se llevaban de forma metodica y las que se trataban con negligencia. Y lo que alli veia le sugeria que la actividad se llevaba de forma tranquila y, por tanto, seguramente bien organizada.

Al mismo tiempo sabia que, en el fondo, todos tenian prisa. El tiempo era su principal enemigo. Querian llegar a la verdad lo antes posible y antes de que, en el peor de los casos, volviese a ocurrir lo peor.

Un policia uniformado se acerco y la interrumpio, mientras cavilaba, con unos golpecitos en la ventanilla.

– ?Que haces aqui?

– No me habia dado cuenta de que estaba dentro del cordon policial.

– No, no estas dentro, pero intentamos controlar a todo aquel que anda por aqui. Sobre todo, si viene provisto de prismaticos. Daremos una conferencia de prensa en la ciudad, por si no lo sabias.

– No soy periodista.

El joven policia la observo incredulo.

– Y entonces, ?que eres? ?Turista de escenarios del crimen?

– Pues no. De hecho, soy familiar de algunas de las victimas.

El policia saco un bloc de notas.

– ?De quien?

– De Brita y August Andren. Voy camino de Hudiksvall, pero no recuerdo con quien tenia que hablar.

– Sera con Erik Hudden. El es el encargado de comunicarse con los familiares. Mi mas sentido pesame, por cierto.

– Gracias.

El policia le hizo el saludo militar, aunque se sintio como un idiota, y se marcho de alli a toda prisa. Cuando Birgitta llego a Hudiksvall, comprendio que no solo seria la avalancha de periodistas la que le impediria encontrar habitacion. La amable recepcionista del First Hotel Statt le informo de que, ademas, se estaban celebrando unas jornadas para «discutir el tema del bosque», con participantes de todo el pais. Aparco el coche y se fue a pasear sin rumbo por la pequena ciudad. Lo intento en otros dos hoteles y en una pension, pero todo estaba completo.

Anduvo un rato buscando donde almorzar hasta que finalmente entro en un restaurante chino. En el establecimiento habia muchos clientes, pero encontro una mesa junto a una ventana. Era como todos los restaurantes chinos en los que habia estado. Los mismos jarrones, leones de porcelana y lamparillas con cintas rojas y azules. Se sintio tentada a creer que todos los restaurantes chinos del mundo, quiza millones, formaban parte de una misma cadena y que incluso pertenecian al mismo propietario.

Una china se le acerco con la carta. Mientras pedia la comida, Birgitta Roslin se dio cuenta de que la mujer apenas si hablaba sueco.

Tras el rapido almuerzo empezo a llamar a distintos hoteles, hasta que le dieron una respuesta afirmativa. El hotel Andbacken, en Delsbo, tenia una habitacion disponible. Tambien alli celebraban unas jornadas, pero en ese caso de personal del sector publicitario. Penso que Suecia se habia convertido en un pais en que la gente pasaba cada vez mas tiempo acudiendo a hoteles y centros de conferencias para hablar unos con otros. Ella, en cambio, rara vez participaba en los cursos de perfeccionamiento que organizaba el Ministerio de Justicia.

Andbacken resulto ser un gran edificio blanco que se alzaba junto a un lago cubierto de nieve. Mientras aguardaba su turno ante la recepcion leyo que, aquella tarde, los publicistas estaban enfrascados en distintos trabajos de grupo. Por la noche celebrarian una cena en la que se otorgarian una serie de premios. «Con tal de que no sea una noche de portazos y de borrachos corriendo por los pasillos…», deseo en silencio. «Aunque, en realidad, no se nada de los que se dedican a la publicidad. ?Por que iban a ser escandalosos en sus fiestas?»

Le entregaron las llaves de su habitacion, que daba al lago congelado y a las laderas del bosque. Se tumbo en la cama y cerro los ojos. De no haberse marchado, hoy habria tenido un juicio, recordo, y se habria pasado horas escuchando el monotono discurso de un fiscal. En cambio, alli estaba, tumbada en la cama de un hotel rodeado de nieve, muy lejos de Helsingborg.

Se levanto de la cama, se puso el chaqueton y se fue derecha a Hudiksvall. La recepcion de la comisaria era un hervidero de gente, y Birgitta adivino que muchos de los que iban y venian eran periodistas. Incluso reconocio a un hombre que solia aparecer en television, en especial con motivo de la presentacion de sucesos dramaticos como atracos a bancos o secuestros. Con una especie de obvia arrogancia se adelanto a todos aquellos que guardaban cola, pero nadie parecio atreverse a protestar. Finalmente le toco el turno a Birgitta, que le comunico el motivo de su visita a una recepcionista agotada.

– Vivi Sundberg no dispone de tiempo para recibir a nadie.

Una respuesta tan tajante la sorprendio.

– Pero ?no piensas preguntarme siquiera para que quiero verla?

– Quieres hacerle unas preguntas, como todos los demas, ?verdad? Tendras que esperar la proxima conferencia de prensa.

– Yo no soy periodista. Soy pariente de una de las familias de Hesjovallen.

La mujer cambio enseguida de actitud.

– Vaya, lo siento. En ese caso, es con Erik Hudden con quien puedes hablar.

La mujer marco el numero y le dijo al policia que tenia visita. Al parecer, no era necesaria ninguna otra aclaracion. «Visita» era un sinonimo de «pariente».

– Vendra a buscarte ahora mismo. Espera alli, junto a las puertas de cristal.

De repente, un joven aparecio a su lado.

– Me han dicho que eras pariente de alguna de las victimas. ?Podria hacerte unas preguntas?

Birgitta Roslin tenia, por lo general, las garras bien guardadas, pero en ese momento las saco rapidamente.

– ?Y por que iba yo a permitir tal cosa? Ni siquiera se quien eres.

– Escribo.

– ?Para quien?

– Para aquel que tenga interes.

Ella nego con un gesto.

– No tengo nada de que hablar contigo.

– Bueno, en cualquier caso, lamento la perdida.

– No -respondio Birgitta-. Tu no lamentas nada. Y hablas asi de bajito para que ninguno de los demas periodistas se de cuenta de que has encontrado una presa que los demas no han olfateado siquiera.

En ese momento se abrieron las puertas, que dejaron ver a un hombre con una placa en la que se leia Erik Hudden. Birgitta y el se estrecharon la mano. Cuando las puertas volvieron a cerrarse, las alcanzo el reflejo de un flash.

En el pasillo habia mucha gente. El ritmo alli era muy distinto al observado en el pueblo de Hesjovallen. Entraron en una sala de reuniones. La mesa estaba llena de archivadores y de listas. Cada archivador tenia escrito un nombre en el lomo. «Ahi es donde reunen a los muertos», penso Birgitta Roslin. Erik Hudden le pidio que tomase asiento frente a el. Ella le refirio su historia desde el principio, le hablo de su madre, de los dos cambios de nombre y de como habia descubierto su parentesco. Noto que Hudden estaba un tanto decepcionado al comprobar que su presencia no seria de gran ayuda para el trabajo policial.

– Comprendo que son otros datos los que necesitas -comento Birgitta Roslin-. Soy jueza y conozco un poco los procesos que se ponen en marcha a la hora de buscar al autor de un crimen complicado como este.

– Desde luego, te agradezco que te hayas puesto en contacto con nosotros.

Dejo el boligrafo y la miro con los ojos entrecerrados.

– Pero, dime, ?de verdad que has venido desde Escania solo para contarnos esto? Podias haber llamado por telefono.

– Bueno, tengo algo que decir en relacion con la investigacion en si. Pero quiero hablar con Vivi Sundberg.

– ?Y no podrias hablar conmigo? Ella esta muy ocupada.

– Ya empece una conversacion con ella y quiero continuarla.

El policia salio al pasillo y cerro la puerta. Birgitta Roslin tomo el archivador en el que ponia BRITA Y AUGUST ANDREN. Lo primero que vio la dejo horrorizada. Eran fotografias tomadas en el interior de la casa. Al verlas

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