comprendio la magnitud de aquel bano de sangre. Se quedo mirando las fotos de los cuerpos acuchillados y abiertos en canal. La mujer resultaba casi imposible de identificar, puesto que le habian cortado la cara en dos mitades. Uno de los brazos del hombre colgaba de algunos tendones.
Cerro el archivador y lo dejo a un lado. Sin embargo, las fotografias seguian alli, nunca se libraria de ellas. Pese a que durante los anos que llevaba ejerciendo como jueza se habia visto obligada en numerosas ocasiones a enfrentarse a imagenes de violencia sadica, jamas habia visto algo comparable a lo que Erik Hudden tenia en aquellos archivadores.
Al cabo de un rato, el policia volvio y le indico que lo acompanara.
Vivi Sundberg estaba sentada tras un escritorio atestado de papeles. Su arma reglamentaria y su telefono movil se hallaban sobre un archivador a rebosar. Sundberg le senalo una silla.
– Querias hablar conmigo -comenzo Vivi Sundberg-. Si no te he entendido mal, has venido desde Helsingborg. Debe de ser porque crees que lo que tienes que contar es importante, puesto que has hecho un viaje muy largo.
En ese momento sono el telefono. Vivi Sundberg lo apago y le dedico a su visita una mirada desafiante.
Birgitta Roslin le conto lo que sabia sin detenerse en los detalles. En muchas ocasiones, desde su sillon de juez, habia considerado para si como deberia haberse expresado un fiscal o un abogado defensor, un acusado o un testigo. Ella, en cambio, dominaba ese arte.
– Claro que quizas ya sabiais lo de Nevada -concluyo.
– Nadie lo ha mencionado en ninguna de nuestras reuniones rutinarias, y solemos celebrar dos al dia.
– ?Que opinas de lo que acabo de contarte?
– No opino nada.
– Podria significar que quien ha hecho esto no es un loco.
– Valorare la informacion que me has proporcionado igual que todo lo demas. Literalmente, nos llueve la informacion. Y es posible que, en todas las llamadas telefonicas, cartas y mensajes de correo electronico que nos llegan haya un pequeno detalle que resulte fundamental para la investigacion. Pero no lo sabemos.
Vivi Sundberg tomo un bloc de notas y le pidio a Birgitta Roslin que se lo contase todo una vez mas. Cuando termino de anotar, se levanto para acompanar a Birgitta a la salida.
De pronto, justo delante de las puertas de cristal, se detuvo.
– ?Es posible?
– Los cuerpos ya no estan, asi que puedo dejar que la veas, si quieres. Yo tengo que volver alli dentro de media hora. Pero debes prometerme que no te llevaras nada. Hay gente a la que le encantaria arrancar el suelo de corcho sabiendo que sobre el se ha encontrado el cadaver de una persona acuchillada.
– Ese no es mi estilo.
– Si esperas en el coche, puedes seguirme luego.
Vivi Sundberg pulso un boton y las puertas se abrieron. Birgitta Roslin salio a la calle antes de que ninguno de los periodistas que seguian abarrotando la recepcion le diese alcance.
Ya con la mano en la llave de contacto, penso que habia fracasado. Vivi Sundberg no la habia creido. Quiza, mas adelante, alguno de los agentes se encargaria de la informacion sobre Nevada, pero sin entusiasmo.
Tampoco podia reprocharselo a Vivi Sundberg. La distancia entre Hesjovallen y una ciudad de Nevada era excesiva.
Un coche negro sin distintivos de la policia paso a su lado. Vivi Sundberg le hizo una sena.
Cuando llegaron al pueblo, Vivi Sundberg la guio hasta la casa y le advirtio:
– Quedate aqui, te dejare sola un rato.
Birgitta Roslin respiro hondo y entro en la casa. Todas las lamparas estaban encendidas.
Fue como si saliese de entre bastidores para entrar en un escenario iluminado. Y en el drama que habia que representar, ella estaba totalmente sola.
8
Birgitta Roslin se esforzaba por olvidar a los muertos que la rodeaban. Y, en cambio, trato de evocar la borrosa imagen de su madre en aquella casa. Una mujer joven con un deseo inmenso de marcharse de alli, un deseo que no podia compartir con nadie, apenas reconocerselo a si misma, sin sentir remordimientos por unos padres tan amorosos y tan llenos de buena voluntad religiosa.
Estaba en el vestibulo y aguzo el oido. El silencio de las casas vacias no se parecia, se dijo, a ningun otro. Era como si alguien se hubiese ido de alli llevandose consigo todos los sonidos. Ni siquiera se oia el tictac de un reloj.
Entro en la sala de estar y la recibio un ejercito de aromas antiguos, de muebles, de tapices y de jarrones de desgastada porcelana que competian por un lugar en las estanterias o entre las plantas. Toco la tierra de una de las plantas, fue a la cocina a buscar una jarra de agua y rego todas las que vio. Era como un servicio a los muertos. Despues se sento en una silla y miro a su alrededor. ?Cuantos de los objetos que habia en la habitacion existian cuando su madre vivia alli? La mayoria, penso. Todo lo que hay aqui es viejo, los muebles envejecen con aquellos que los utilizan.
La porcion de suelo en la que habian yacido los cadaveres aun estaba cubierto de plastico. Subio la escalera hasta el primer piso. En el dormitorio principal, la cama estaba deshecha. Una zapatilla medio oculta bajo la cama. La otra no se veia. En el piso de arriba habia otras dos habitaciones. En la que daba al oeste, el papel de la pared tenia unos animales pintados por algun nino. Creia recordar que su madre le habia hablado de ese papel en alguna ocasion. Se veia una cama, un escritorio, una silla y un monton de alfombras apiladas contra una pared. Abrio el armario, que estaba revestido por dentro con papeles de periodico. Leyo el ano: 1969. Para entonces, su madre llevaba ya mas de veinte anos lejos de alli.
Se sento en la silla que habia ante la ventana. Ya habia oscurecido y no se veian las lomas del bosque junto al lago. En el lindero andaba un policia con un colega que le sostenia la linterna. De vez en cuando se detenia y se agachaba, como si estuviese buscando algo en el suelo.
Birgitta Roslin se sintio extranamente muy proxima a su madre. Alli mismo se habria pasado sentada algun rato, mucho antes de haber pensado siquiera en tener una hija. Alli mismo, aunque en un espacio y un tiempo distintos. Alguien habia rayado el alfeizar de madera de la ventana, pintada de blanco. Tal vez su propia madre, tal vez cada muesca era una expresion de su anhelo de marcharse lejos, una expresion de cada nuevo dia.
Se levanto y volvio a bajar. Junto a la cocina habia una habitacion con una cama, unas muletas apoyadas contra la pared y una vieja silla de ruedas. En el suelo, junto a la mesita de noche, se veia un orinal esmaltado; pero todo daba la impresion de no haber sido utilizado en mucho tiempo.
Regreso a la sala de estar caminando muy despacio y en silencio, como si temiese molestar. Vio los cajones medio abiertos de un aparador. Uno de ellos estaba lleno de manteles y servilletas, otro de ovillos de lana de colores oscuros. En el tercero, el ultimo, encontro unos fajos de cartas y varios diarios guardados en carpetas de color marron. Saco uno de los diarios y lo abrio. No vio ningun nombre. Estaba escrito de principio a fin, con una letra minuscula. Saco las gafas e intento descifrar la diminuta caligrafia. Era un diario antiguo, con la ortografia de antano. Alguien habia ido escribiendolo… Las notas trataban sobre locomotoras, vagones y vias de ferrocarril.
De repente, detecto una palabra que la sorprendio: Nevada. Contuvo la respiracion… Subitamente, parecia que algo iba a cambiar, aquella casa muda y vacia le habia dejado un mensaje. Se esforzo por seguir leyendo cuando llamaron a la puerta. Dejo el libro en el cajon y lo cerro. Vivi Sundberg aparecio en la sala de estar.
– Como es logico, habras visto donde estaban los cadaveres, supongo que no tengo que ensenartelo.
Birgitta Roslin asintio.
– Por la noche, cerramos las casas con llave. Sera mejor que salgas ya.
– ?Habeis localizado a mas familiares de las personas que vivian aqui?
– De eso precisamente queria hablar contigo. Parece que Brita y August no tenian hijos ni otros parientes que los que vivian en el pueblo, que tambien estan muertos. Manana pondremos sus nombres en la lista de victimas que haremos publica.
