– Si, no he dejado pasar a nadie mas. Tampoco he anotado en el registro ningun otro nombre, salvo el de Hong Qui.
– Ya puede irse, senora Shen. Yo me quedare aun un par de horas.
Termino la conversacion. Ya Ru sabia que la senora Shen aguardaria alli hasta que el se marchase. No tenia familia ni otra vida aparte del trabajo que hacia para el. Ella era el espiritu que vigilaba ante su puerta.
Ya Ru regreso de nuevo junto a la ventana para contemplar la ciudad durmiente. Ya era mucho mas de medianoche. Se sentia feliz. Habia sido un buen dia de cumpleanos pese a que la conversacion con su hermana Hong Qui no habia discurrido por donde el habria querido. Ella ya no comprendia que pasaba en el mundo. Se negaba a ver los nuevos tiempos. La idea de que fuesen apartandose cada vez mas lo llenaba de pesar; pero era necesario. Por el bien del pais. Ella tal vez llegaria a comprenderlo un dia.
Lo mas importante de aquella noche era, en cualquier caso, que todos los preparativos, la compleja busqueda y la investigacion habian terminado. Diez anos le habia llevado a Ya Ru esclarecer el pasado y elaborar un plan. No fueron pocas las ocasiones en que estuvo a punto de abandonar. Demasiada informacion habia quedado oculta con el transcurso de los anos. Mas, cuando leyo el diario de Wang San, recupero la fuerza necesaria. Se contagio de la ira experimentada por San, que ahora ardia tan viva en su fuero interno como cuando todo ocurrio. Y el tenia poder suficiente para hacer lo que San nunca consiguio.
Al final del diario habia unas paginas vacias. En ellas escribiria Ya Ru el ultimo capitulo cuando todo hubiese concluido. Habia elegido el dia de su cumpleanos para enviar a Liu Xin a su viaje por el mundo y hacer lo que habia que hacer. Ello le causaba una sensacion de liviandad.
Ya Ru permanecio largo rato inmovil ante la ventana. Despues apago la luz y salio por la puerta trasera que conducia a su ascensor privado.
Cuando se subio a su coche, que aguardaba en el garaje subterraneo, le pidio al chofer que se detuviese junto a Tiananmen. A traves de los cristales ahumados pudo ver la plaza desierta, a excepcion de la eterna presencia de los militares enfundados en sus verdes uniformes.
Alli proclamo Mao en su dia el nacimiento de la nueva republica popular. El ni siquiera habia nacido.
Penso que los grandes sucesos por venir no se harian publicos en aquella plaza del Reino del Centro.
Ese mundo creceria bajo el mas profundo de los silencios. Hasta que nadie pudiese evitar lo que iba a suceder.
Tercera parte La cinta roja (2006)
Dondequiera que haya lucha, habra victimas
y la muerte es un suceso habitual.
Pero son los intereses del pueblo
lo que nos mueve,
y el sufrimiento de la mayoria,
y morir por el pueblo
es sufrir una muerte digna.
Lo que no significa que debamos hacer lo posible
por evitar victimas innecesarias.
Mao Zedong, 1944
Los rebeldes
19
Birgitta Roslin encontro lo que buscaba en un recondito rincon del restaurante chino. A la lamparilla que colgaba sobre la mesa le faltaba una de las cintas.
Se quedo petrificada y contuvo la respiracion.
«A esta mesa se sento alguien», se dijo. «En el rincon mas oscuro del restaurante. De aqui se levanto, dejo el establecimiento y se dirigio a Hesjovallen.
»Debio de ser un hombre. No cabe duda de que fue un hombre.»
Miro a su alrededor. La joven camarera le sonrio mientras le llegaban de la cocina voces chillonas hablando en chino.
Penso que ni ella ni la policia habian entendido nada de lo sucedido. Aquello tenia mucha mas envergadura, era mas profundo y misterioso de lo que habian imaginado.
En realidad, no sabian nada en absoluto.
Se sento a la mesa y jugueteo indolente con la comida que habia ido a buscar a la mesa del bufe. Seguia siendo la unica clienta del restaurante. Llamo a la camarera y le senalo la lamparilla.
– Le falta una cinta -observo.
En un primer momento, la joven no parecio entender lo que queria decir y Birgitta Roslin volvio a senalar. La camarera asintio extranada. Ella no sabia nada de la cinta que faltaba. Despues se agacho y miro debajo de la mesa, por si se hubiese caido alli.
– No esta -declaro al fin-. No la he visto.
– ?Desde cuando no esta la cinta? -quiso saber Birgitta Roslin.
La camarera la miro sin comprender y ella le repitio la pregunta, pues penso que la joven no la habia entendido. Pero la camarera nego impaciente con la cabeza.
– No se. Si no le gusta esta mesa, puede elegir otra.
Antes de que Birgitta Roslin tuviese tiempo de contestar, la camarera se habia marchado para atender a un grupo de clientes que acababa de entrar en el restaurante. Supuso que serian empleados de alguna empresa municipal, pero al oir su conversacion comprendio que participaban en un seminario sobre el alto indice de desempleo existente en Halsingland. Birgitta Roslin continuo picando distraida de su plato mientras el restaurante iba llenandose. La joven camarera estaba sola y tenia demasiado trabajo con tantos comensales. Finalmente, un hombre que salio de la cocina acudio en su ayuda para retirar los platos sucios y limpiar las mesas.
Dos horas despues se aplacaron las prisas del almuerzo. Birgitta Roslin no habia dejado de juguetear con su comida, pidio una taza de te verde y se dedico a pensar en lo que habia sucedido desde que llego a Halsingland. Por supuesto que no conseguia explicarse como habria ido a parar la cinta roja del restaurante al suelo nevado de Hesjovallen.
La camarera se acerco a su mesa a preguntarle si queria algo mas. Birgitta nego con un gesto.
– Pero me gustaria hacerle varias preguntas.
Aun quedaban algunos clientes en el local. La camarera fue a hablar con el hombre que le habia ayudado antes, y luego volvio a la mesa de Birgitta Roslin.
– Si quieres comprar la lampara, puedo arreglarlo -le dijo con una sonrisa.
Birgitta Roslin le sonrio tambien.
– No, nada de lamparas -aseguro-. ?Abristeis en Ano Nuevo?
– Siempre tenemos abierto -respondio la camarera-. Una idea de negocio china. Tener siempre abierto, mientras los demas cierran.