vivos colores, busco por si sola la seccion de alimentacion, donde fue oliendo un monton de especias desconocidas en pequenas y hermosas bolsas de papel. Despues se sento en una cafeteria que habia junto a la salida. Pidio un te y una pasta china tan dulce que le costo trabajo comersela. Dos ninos pequenos se le acercaron y se quedaron mirandola un rato, hasta que su madre les grito algo desde una mesa cercana.

Justo antes de levantarse, volvio a experimentar la sensacion de que la estaban observando. Miro a su alrededor, intento localizar algun rostro conocido, pero ninguno le resultaba familiar. La irritaba sufrir ese tipo de obsesiones y se marcho enojada del centro comercial. Puesto que la bolsa era muy pesada, tomo un taxi hasta el hotel mientras pensaba a que dedicaria el resto del dia. A Karin no podria verla hasta la noche, despues de una cena de gala de asistencia obligatoria que Karin no podia eludir, por mas que quisiera.

Dejo las compras en el hotel y decidio visitar el museo de arte ante cuyas puertas habia pasado el dia anterior. Conocia el camino y recordo que habia varios restaurantes en cualquiera de los cuales podia comer cuando tuviese hambre. Ya habia dejado de nevar y las nubes empezaban a disiparse. De repente se sintio mas joven, con mas energia que por la manana. «En estos momentos, soy la piedra que rueda libremente, lo que sonabamos ser cuando eramos jovenes», se dijo. «Una piedra rodante con dolor de cuello.»

El edificio principal del museo parecia una torre china con pequenos balcones y decoracion saliente en el tejado. Los visitantes accedian al interior a traves de una puerta gigantesca. Puesto que el museo era enorme, decidio visitar solo la planta baja, que alojaba una exposicion sobre el modo en que el Ejercito de Liberacion Popular se habia servido del arte como arma de propaganda. La mayoria de los cuadros estaban ejecutados de aquella forma idealizada que ella recordaba de los diarios graficos chinos de los anos sesenta. Sin embargo, tambien habia pinturas no figurativas que narraban la guerra y el caos en colores intensos.

Por todas partes se veia rodeada de vigilantes y de guias, en general chicas jovenes que vestian uniformes de color azul marino. Intento hablar con alguna de ellas, pero no sabian ingles.

Paso un par de horas en el museo. Cuando salio a la calle, eran cerca de las tres. Echo una ojeada al hospital y, a su espalda, al elevado edificio de la terraza colgante. Entro en un sencillo restaurante que habia junto al museo y en el que, tras senalar varios platos de los que habia en las mesas de otros comensales, le asignaron una mesa en una esquina. Tambien habia senalado una botella de cerveza y, en cuanto empezo a beber, tomo conciencia de lo sedienta que estaba. Comio demasiado y se tomo dos tazas de te bien cargado para disipar el sopor de la digestion mientras miraba las postales de pintura china que habia comprado en el museo.

De repente, sintio que habia terminado con Pekin, pese a que solo llevaba alli dos dias. Se sentia inquieta, anoraba su trabajo y pensaba que el tiempo se le escapaba de las manos. No podia seguir deambulan do por Pekin. Ahora que ya habia comprado los juegos y las especias, echaba de menos un objetivo. «Un plan», se dijo. «En primer lugar ire al hotel, descansare y luego pensare un plan de verdad. Voy a pasar aqui cinco dias mas y Karin solo tendra tiempo para estar conmigo los dos ultimos.»

Cuando salio a la calle, el sol habia vuelto a desaparecer tras las nubes y hacia mas frio. Se cerro bien el chaqueton cruzado y decidio respirar a traves de la bufanda.

Un hombre se le acerco con un papel y unas tijeras pequenas en la mano y, en un ingles bastante torpe, le pregunto si podia recortar su silueta. Dicho esto, le mostro un archivador con fundas de plastico donde guardaba otras siluetas recortadas por el. Su primer impulso fue negarse, pero cambio de idea. Se quito el gorro, doblo la bufanda y se puso de perfil.

El resultado era de una perfeccion asombrosa. El hombre le pidio cinco dolares, pero ella le pago diez.

Era un hombre de edad avanzada con una cicatriz en la mejilla. De haber hablado su idioma, le habria gustado escuchar su vida. Se guardo la silueta en el bolso y se despidieron con una leve inclinacion antes de marcharse cada uno por su lado.

El ataque fue de repente, sin que tuviese tiempo de comprender que sucedia. Sintio que un brazo le agarraba el cuello y la obligaba a echarse hacia atras mientras que alguien le arrebataba el bolso. Birgitta grito e intento retener el bolso, pero entonces el brazo se aferro con mas fuerza a su garganta. Un golpe en el estomago le corto la respiracion. Cayo al suelo en medio de la calle sin alcanzar a entender quienes la habian atacado. Todo sucedio en un abrir y cerrar de ojos, en apenas diez o quince segundos. Un hombre que pasaba en bicicleta y una mujer que dejo sus bolsas de la compra en el suelo le ayudaron a levantarse de la acera; pero Birgitta no lograba mantenerse en pie. Volvio a caer de rodillas, antes de desmayarse.

Cuando desperto, se hallaba en la camilla de una ambulancia que recorria las calles con las sirenas encendidas. Un medico la examinaba con el fonendoscopio. Seguia sin estar segura de lo que habia ocurrido. Recordaba haber perdido el bolso, pero ?por que iba en ambulancia? Intento preguntarle al medico del fonendoscopio, pero el hombre le respondio en chino unas palabras que, segun entendio por los gestos, indicaban que debia guardar silencio y dejar de moverse. Le dolia el cuello por donde la habia agarrado el brazo del desconocido. ?Estaria gravemente herida? La idea la aterro. Podrian haberla matado alli misino, en la calle. Los que la atacaron no dudaron en hacerlo a pleno dia y, ademas, en una calle llena de trafico y viandantes.

Empezo a llorar. El medico reacciono tomandole el pulso cuando, de pronto, la ambulancia se paro en seco y se abrieron las puertas traseras. La pasaron a otra camilla y la condujeron por un pasillo iluminado por lamparas de intensisima luz. Birgitta se habia abandonado al llanto, ya irrefrenable. Apenas noto que le ponian una inyeccion con un tranquilizante. Empezo a perderse en una superficie ondulante, rodeada de rostros chinos que parecian nadar en las mismas aguas que ella, cabezas en vaiven dispuestas a recibir al Gran Timonel que regresaba nadando vigoroso hacia la orilla.

Cuando recobro la conciencia, se vio en una habitacion tenuemente iluminada, con las cortinas echadas. Un hombre vestido de uniforme ocupaba la silla que habia junto a la puerta. Al ver que Birgitta abria los ojos, se levanto y salio de la habitacion. Minutos despues aparecieron otros dos hombres, tambien uniformados. Iban acompanados de un medico que le hablo en ingles con acento americano.

– ?Como se encuentra?

– No lo se. Estoy cansada. Me duele el cuello.

– La hemos examinado a fondo y podemos decir que ha salido del percance sin lesiones.

– ?Que hago aqui? Quiero volver al hotel.

El medico se le acerco.

– La policia quiere hablar con usted primero. No nos gusta que los extranjeros sufran este tipo de agresiones en nuestro pais. Nos averguenza que ocurran estas cosas. Las personas que la atacaron deben ser detenidas.

– Pero, si no vi nada…

– No es a mi a quien tiene que decirselo.

El medico se levanto e hizo un gesto hacia los dos hombres uniformados, que acercaron sus sillas a la cama. Uno de ellos, el que hacia de interprete, era bastante joven; el otro, en cambio, el que formulaba las preguntas, tendria unos sesenta anos. Llevaba gafas de cristales ahumados, de modo que Birgitta no podia verle los ojos. Empezaron a preguntarle sin presentarse siquiera. Tenia la sensacion de que no le gustaba al hombre mayor.

– Necesitamos saber lo que vio.

– Nada. Fue todo muy rapido.

– Los testigos han declarado que ninguno de los dos sujetos iba enmascarado.

– Ni siquiera sabia que eran dos.

– ?Que puede contarme del suceso?

– De repente note que un brazo me rodeaba el cuello. Me atacaron por detras. Me arrebataron el bolso y me golpearon en el estomago.

– Necesitamos que nos diga cuanto pueda de esos dos hombres.

– Ya, pero yo no vi nada en absoluto.

– ?No le vio la cara a ninguno de los dos?

– No.

– ?Sus voces?

– No oi sus voces, creo que no dijeron nada.

– ?Que paso justo antes de la agresion?

– Un hombre recorto mi silueta. Acababa de pagarle y en ese momento me marchaba, cuando me atacaron.

– Mientras le recortaban la silueta, ?no vio nada?

– ?Como que?

– A alguien en actitud de espera…

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