Oyo unos golpecitos en la puerta y se sobresalto. Vio por la mirilla que eran unos policias. Abrio, algo nerviosa. Eran otros policias, distintos de los del hospital. Uno de los agentes, una mujer de baja estatura y de su misma edad, se dirigio a ella.

– Solo queremos asegurarnos de que todo esta en orden.

– Gracias.

La policia le indico con un gesto su deseo de entrar y Birgitta se aparto para cederle paso. Otro de los policias se quedo fuera y el tercero entro tambien. La mujer la condujo hasta las sillas que habia junto a la ventana y dejo sobre la mesa un maletin. Habia algo en su conducta que a Birgitta no dejaba de sorprenderla, aunque no sabia explicar la razon.

– Quisiera que examinara unas fotos. Tenemos la informacion de los testigos y puede que sepamos quienes cometieron el robo.

– Pero yo no vi nada en absoluto. Un brazo… ?Como podria identificar un brazo?

La policia no la escucho. Saco del maletin una serie de fotografias y se las mostro a Birgitta Roslin. Todos los retratados eran hombres jovenes.

– Puede que haya visto algo que no recordase de inmediato.

Birgitta comprendio que de nada serviria protestar. Echo un vistazo a las fotografias mientras pensaba que tenia ante si a un monton de jovenes que, cualquier dia, cometerian un delito por el que moririan ejecutados. Ni que decir tiene que no reconocio a ninguno de ellos. Al cabo de un rato, nego con un gesto.

– No los he visto jamas.

– ?Esta segura?

– Si, estoy segura.

– ?A ninguno?

– A ninguno.

La policia volvio a guardar las fotos en el maletin. Birgitta Roslin noto que tenia las unas rotas.

– Atraparemos a sus atacantes -le aseguro la policia antes de marcharse-. ?Cuanto tiempo se va a quedar todavia en Pekin?

– Cuatro dias.

La mujer asintio, se inclino y salio de la habitacion.

«?Tu ya lo sabias!», se dijo indignada mientras echaba la cadena de seguridad. «?Por que me lo preguntas si ya lo sabes? Yo no me dejo enganar tan facilmente.»

Se acerco a la ventana a contemplar la calle. Vio salir a los policias, que se montaron en un coche y partieron enseguida. Se tumbo en la cama. Seguia sin poder explicarse que desperto su interes cuando la policia entro en su habitacion.

Cerro los ojos y penso en llamar a casa.

Cuando desperto, ya habia oscurecido. El dolor en el cuello iba desapareciendo, pero el ataque se le antojaba mas amenazador si cabe, victima de la extrana sensacion de que aun no hubiese ocurrido. Saco el movil y llamo a Helsingborg. Staffan no estaba en casa y tampoco respondia al movil, asi que le dejo sendos mensajes, considero la posibilidad de llamar a sus hijos, pero desistio.

Penso en su bolso y reviso mentalmente el contenido una vez mas. Habia perdido sesenta dolares, pero la mayor parte del dinero lo tenia en la caja fuerte de la habitacion. De pronto, tuvo un impulso. Se levanto de la cama y abrio la puerta del armario. La caja fuerte estaba cerrada. Marco el codigo y comprobo el contenido. No faltaba nada, asi que volvio a cerrar. Aun intentaba comprender por que le habia extranado la actitud de los policias. Se coloco junto a la puerta con la intencion de evocar la imagen de cuando habian llegado y entender lo que no alcanzaba a captar, pero todo su esfuerzo fue en vano. Volvio a tumbarse en la cama y repaso mentalmente las fotografias que la policia le habia mostrado.

De pronto, se incorporo… Ella abrio la puerta. La mujer policia le indico que la dejase pasar. Despues se encamino directamente a las sillas de la ventana. Ni una sola vez desvio la mirada hacia la puerta abierta del bano ni hacia la del dormitorio donde tenian la gran cama doble.

A Birgitta Roslin no se le ocurria mas que una explicacion: la mujer policia habia estado alli con anterioridad. No necesitaba inspeccionar las habitaciones, pues ya sabia como eran.

Se quedo mirando fijamente la mesa, el lugar en el que la policia habia puesto las fotos. La idea que acudio a su mente la desconcerto al principio, pero fue perfilandose poco a poco. No habia reconocido ninguno de los rostros que le mostraron. ?Y si era justo eso lo que querian comprobar? ?Que no pudiese identificar a ninguno de los fotografiados? No se trataba de que reconociese a sus atacantes, sino de todo lo contrario. La policia queria asegurarse de que realmente no habia visto nada.

Pero ?por que? Miro por la ventana. Recordo una idea que ya se le habia ocurrido cuando estaba en Hudiksvall.

Lo sucedido es demasiado grande, demasiado misterioso.

Un miedo atroz la invadio sin remedio. Tardo mas de una hora en reunir las fuerzas necesarias para subir al restaurante.

Antes de entrar, miro a su alrededor. Pero no vio a nadie.

26

Birgitta Roslin se desperto llorando. Karin Wiman estaba sentada en la cama y le tocaba el hombro con mimo para despertarla sin sobresaltos.

Birgitta dormia ya cuando llego Karin la noche anterior, bastante tarde. Temiendo el insomnio, se habia tomado una de las pastillas para dormir que rara vez consumia pero que siempre llevaba consigo.

– Estabas sonando -le dijo Karin-. Debia de ser algo triste, puesto que no parabas de llorar.

Pese a todo, Birgitta no recordaba su sueno. El paisaje interior que tan precipitadamente habia abandonado se le presentaba vacio.

– ?Que hora es?

– Casi las cinco. Estoy cansada. Necesito dormir un poco mas. Pero, dime, ?por que lloras?

– No lo se. He debido de sonar algo, aunque no recuerdo que.

Karin volvio a acostarse y no tardo en caer vencida por el sueno. Birgitta se levanto y descorrio un poco la cortina. Ya habia empezado el trafico matinal. A juzgar por el movimiento de algunas banderas que ondeaban en los mastiles, supuso que aquel dia el viento soplaria de nuevo en Pekin.

Volvio a experimentar el miedo que le inspiraba el recuerdo del asalto callejero, pero decidio oponer resistencia exactamente igual que cuando la habian amenazado como jueza. Una vez mas, reviso los hechos a la luz de su ojo mas critico y perspicaz. Al final se sintio casi avergonzada ante la posibilidad de haber superado su capacidad de autosugestion… Sospechaba la maquinacion de conspiraciones en todas y cada una de las situaciones, una cadena de sucesos que ella misma habia ido creando y en la que una cara de la realidad no guardaba la menor relacion con la siguiente. La habian asaltado por la calle, le habian robado el bolso. Con toda probabilidad, la policia hacia lo posible por atrapar a los ladrones; por que iba a estar involucrada en ello era algo que ahora, por la manana, escapaba a su razon. ?No habria estado llorando en suenos por si misma y por sus propias fantasias?

Encendio la lampara de pie, que retiro de modo que la luz no incidiese sobre la parte de la cama donde dormia Karin. Despues se puso a hojear la guia de Pekin. Senalo en los margenes lo que queria ver en los dias que le quedaban. Ante todo, queria visitar la Ciudad Prohibida, sobre la que habia leido y por la que se habia sentido atraida desde que China empezo a despertar su interes. Tambien queria dedicar otro dia a visitar uno de los templos budistas de la ciudad. Staffan y ella habian hablado en numerosas ocasiones de que si un dia, por casualidad, sintiesen la necesidad de cultivar valores espirituales superiores, el budismo era la unica via que les resultaba atractiva. Segun Staffan, era la unica religion que nunca habia promovido una guerra ni recurrido a la violencia para difundir su doctrina. Todas las demas religiones habian dominado y se habian expandido mediante el poder de las armas. Lo mas importante para Birgitta era que el budismo solo reconocia al dios que descansaba en el interior de cada uno; comprender su doctrina de sabiduria consistia en despertar poco a poco a aquel dios interior.

Durmio unas horas mas, hasta que oyo bostezar a Karin, que, desnuda, se estiraba junto a la cama. «Una vieja

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