estallo alrededor de Macro y su optio y, un instante despues, el excesivamente delicado estomago de Cato se cerro como un puno y este se doblo en dos y vomito el agitado contenido de sus tripas sobre la hierba a sus pies.
Macro suspiro. Incluso desde el otro lado de las sombras de la muerte, Bestia poseia la capacidad de hacer sufrir a sus hombres.
CAPITULO V
'El problema, caballeros, radica en aquel altozano de alli. -El general senalo hacia el otro lado del rio con su baston de mando y sus oficiales superiores siguieron la direccion indicada con la mirada. Ademas de los comandantes de las cuatro legiones, entre el grupo de capas de color escarlata se encontraban los oficiales de Estado Mayor de Plautio. A Vespasiano le resultaba dificil no reirse ante la cantidad de resplandecientes dorados que adornaban el peto brunido de su hermano Sabino, que disfrutaba del rango honorifico de prefecto de caballeria. Casi igual de exagerada era la cantidad de oro que llevaba el exiliado britano que acompanaba a Plautio. Adminio habia sido obligado por su hermano Carataco a huir de su reino y se habia unido al ejercito romano para actuar como guia y negociador. Si Roma triunfaba, su titulo y tierras le serian devueltos, aunque gobernaria como regente de Roma con todas las obligaciones que eso conllevaba, lo que era una pobre recompensa por traicionar a su gente. Vespasiano aparto su desdenosa mirada del britano y la dirigio luego hacia el rio.
La otra orilla subia en pendiente hasta llegar a una cresta que seguia el curso del rio. La cima habia sido fortificada de un modo rudimentario e incluso entonces, mientras miraban, las diminutas figuras de los britanos trabajaban duro y freneticamente para mejorar sus esfuerzos iniciales. Ya habian cavado una zanja considerable alrededor del lugar por el que los romanos tenian que cruzar y la tierra extraida la habian anadido al terraplen que habia detras. Estaban levantando una burda empalizada en lo alto de la rampa, con un baluarte a cada extremo, tras la cual el terreno se volvia pantanoso.
– Quizas hayais notado que este tramo del rio es de regimen de marea -continuo diciendo Plautio-, y si os fijais en la otra orilla vereis que Carataco ha estado colocando obstaculos sumergidos en el lecho del rio. ?La marea esta subiendo o bajando, tribuno Vitelio?
Al ultimo oficial de Estado Mayor del general lo habian pillado desprevenido y Vespasiano no pudo evitar sonreir con satisfaccion cuando la habitual expresion de suficiencia de Vitelio fue sustituida por la de la duda y, acto seguido, por la de la verguenza. El tribuno habia salido de la segunda legion en comision de servicios como recompensa por sus recientes actos heroicos. Aquella experiencia en el Estado Mayor del general era una oportunidad para hacerse un nombre y allanar el camino hacia una futura carrera militar. Por un momento parecio que el tribuno intentaria salir del apuro, pero prevalecio la honestidad, si bien en perfecta armonia con su caracter. Vitelio no pudo resistirse a un intento de limitar el perjuicio mediante una evasiva.
– Lo averiguare, senor. -?Ese «lo averiguare, senor» quiere decir lo mismo que «no lo se, senor»? -pregunto Plautio con sequedad. _Si, senor.
– Entonces ocupate de ello inmediatamente -ordeno Plautio-. Y de ahora en adelante, recuerda que es tu deber saber estas cosas. No habra excusas en el futuro. ?Entendido?
– ?Si, senor! -exclamo Vitelio con brusquedad al tiempo que saludaba y abandonaba la escena a toda prisa.
– ultimamente no hay manera de tener un buen Estado Mayor -dijo Plautio entre dientes.
Los demas oficiales presentes intercambiaron unas miradas de complicidad. No era justo esperar que un oficial de Estado Mayor supiera el regimen de marea de un rio con el que se acababa de tropezar. Pero, si no se podia hacer que los oficiales de Estado Mayor se preocuparan por todos y cada uno de los posibles factores que influenciaban la ejecucion de una campana, entonces los oficiales no servian para nada. Valia la pena intentar obtener un ascenso en el Estado Mayor, pero los interesados tenian que cargar con toda suerte de cruces.
Vespasiano forzo la vista pero solo pudo distinguir una linea de inquietantes puntas negras que aparecian en la superficie del agua. Unas estacas de madera afiladas clavadas en el fondo del rio que muy bien podian empalar a un soldado de infanteria o destripar a un caballo. Los atacantes se verian obligados a cruzar sorteando los obstaculos con cautela, bajo una lluvia de flechas y proyectiles de honda disparados por el enemigo antes incluso de que salieran del rio y se toparan con la zanja y el terraplen.
– Podriamos realizar el ataque por el aire, senor -sugirio Vespasiano-. Los arqueros les impedirian levantar la cabeza mientras las catapultas echan abajo la empalizada. -Plautio asintio con la cabeza.
– Ya lo he pensado. El prefecto de los zapadores considera que estamos demasiado lejos. tendriamos que utilizar los proyectiles de calibre mas pequeno y eso no basta para causar todo el dano que hace falta. Creo que tenemos que descartar la posibilidad de un solo ataque directo. La infanteria pesada solo conseguiria cruzar el rio y formar sufriendo demasiadas bajas. Ademas, el frente en si es demasiado estrecho para poder ganar solo con la fuerza. Nuestros hombres quedarian expuestos a que les dispararan por tres lados cuando se acercaran a la zanja. No, me temo que debemos ser un poco mas sofisticados.
– tenemos que cruzar por aqui, senor? -pregunto Sabino-. ?No podemos marchar rio arriba hasta que encontremos un lugar por el que sea mas facil atravesarlo?
– No -respondio pacientemente el general-. Si vamos rio arriba Carataco puede seguir de cerca todos nuestros pasos y oponerse a cualquier intento que hagamos de pasar al otro lado. Podrian pasar dias, incluso semanas, antes de que pudieramos cruzar. Entonces el no tiene mas que replegarse hacia el Tamesis y repetir todo el proceso una vez mas. Y el tiempo esta de su lado, no del nuestro. Cada dia se iran uniendo mas hombres a su ejercito. Cada dia que le concedemos se reducen nuestras posibilidades de ocupar Camuloduno antes del otono. Y, a menos que Camuloduno caiga, no podremos conseguir la alianza de las tribus que todavia son neutrales. Debemos luchar contra Carataco aqui y ahora.
– Si, senor -mascullo Sabino mientras se estiraba para ocultar su verguenza al ser sermoneado como si no fuera mas que un tribuno todavia verde.
Plautio se volvio hacia sus oficiales alli reunidos. -Por lo tanto, caballeros, estoy abierto a todo tipo de sugerencias.
El legado de la novena legion miro pensativamente hacia el otro lado del rio. Hosidio Geta era un patricio que habia optado por continuar sirviendo en el ejercito en vez de dedicarse a una carrera politica, y poseia bastante experiencia en operaciones fluviales con su legion en el Danubio. Se volvio hacia su general.
– Senor, ?me permite?
– Por supuesto, Geta. -Esto requiere un movimiento de flanqueo; dos movimientos de flanqueo en realidad. - Geta se volvio a girar hacia el rio-. Mientras el ejercito principal se concentra aqui, podriamos hacer que otras fuerzas cruzaran el rio mas abajo, cubiertos por los disparos de algunos barcos de guerra, siempre y cuando la profundidad del agua sea suficiente en ese punto.
– Para ello podriamos utilizar a las tropas auxiliares de batalla, senor -sugirio Vespasiano, lo cual provoco que Geta le lanzara una mirada de irritacion por sus molestias.
– Iba a proponerlo -replico Geta con frialdad-. Estan entrenados para este tipo de servicios. Pueden cruzar rios a -nado completamente armados. Si conseguimos hacer que lleguen al otro lado sin una oposicion importante, podemos lanzar un ataque por el flanco contra las posiciones britanas. -Ademas de un segundo ataque de flanqueo -interrumpio Plautio.
– Si, senor. Mientras los Batavos cruzan, una segunda fuerza puede dirigirse rio arriba hasta encontrar un vado y lanzar asi contra el flanco derecho del enemigo. Plautio asintio con la cabeza. -Y si nos sincronizamos bien, tendriamos que caer sobre ellos en tres direcciones, en un ataque escalonado. Deberia terminar todo enseguida.
Es lo que yo creo, senor -contesto Geta-. El segundo ataque no hace falta que sea muy numeroso, su unico ideal papel es el de ser la sorpresa final con la que Carataco no sepa que hacer. Si lo pillamos desprevenido venceremos.
sera capaz de hacer frente a los tres ataques. Usted ya sabe como son esas tropas irregulares de nativos. Naturalmente, si llegan a alguna de nuestras fuerzas de flanqueo, las perdidas serian graves.
Vespasiano sintio un escalofrio en la nuca cuando reconocio la oportunidad que habia estado esperando. La oportunidad de redimirse el mismo y su legion. Si la segunda podia desempenar el papel decisivo en la inminente batalla, eso contribuiria en gran medida a restituir la moral de la unidad. Si bien la reciente emboscada de