se volvia.
La puerta no estaba cerrada con llave.
Pierce retrocedio. Con el tirador todavia en la mano, empujo y la puerta se abrio quince centimetros. Espero a que sonara una alarma, pero su intrusion fue recibida unicamente con silencio. Y casi de inmediato olio la empalagosa fetidez de la fruta podrida. O quiza, penso, era otra cosa. Saco la mano del tirador y abrio mas la puerta, se asomo al interior y grito.
– ?Lilly? Lilly, soy yo, Henry.
No sabia si lo estaba haciendo por los vecinos o por el mismo, pero grito el nombre de la joven dos veces mas. Espero, pero no obtuvo respuesta. Antes de entrar, se volvio y se sento en el escalon para sopesar su decision. Penso en la anterior reaccion de Monica a lo que estaba haciendo y lo que ella habia dicho: llama a la policia.
Era el momento de hacerlo. Algo iba mal en la casa y ciertamente tenia un motivo para llamar. Sin embargo, la verdad era que no estaba preparado para renunciar. Todavia no. Fuera lo que fuese, seguia siendo suyo y no iba a soltarlo. Sabia que sus motivaciones no se limitaban a Lilly Quinlan, que tenian un alcance mayor y se enmaranaban con el pasado. Sabia que estaba tratando de intercambiar el presente por el pasado, que trataba de hacer lo que no habia logrado entonces.
Se levanto del escalon y abrio la puerta por completo. Entro en la cocina y cerro la puerta tras de si.
Habia un sonido bajo de musica que llegaba de algun lugar de la casa. Pierce se quedo inmovil y examino la cocina otra vez, pero no encontro nada salvo la fruta en el bol. Abrio la nevera y vio un
Pierce se acerco a la mesa y retiro la silla donde estaba el diario. Era la edicion del
Habia un pasillo que iba desde la parte izquierda de la cocina a la entrada de la casa. Cuando Pierce paso al recibidor, vio la pila de correo que se acumulaba debajo de la ranura de la puerta de la calle. Pero antes de llegar a la parte delantera de la casa exploro las tres puertas que flanqueaban el pasillo. Una era la de un cuarto de bano, donde encontro todas las superficies horizontales llenas de perfumes y articulos de belleza, todos ellos aguardando bajo una fina capa de polvo. Eligio una botellita verde y la olio. Se la acerco a la nariz y aspiro el aroma de lilas. Era el mismo perfume que usaba Nicole; habia reconocido el frasco. Despues de un momento cerro la botellita y la devolvio a su lugar antes de retroceder hasta el pasillo.
Las otras dos puertas se abrian a sendos dormitorios. Uno parecia el dormitorio principal. Los dos armarios de la habitacion estaban abiertos y repletos de ropa en colgadores de madera. La musica que habia oido antes la ponia una radio con reloj y alarma situado en la mesita de noche del lado derecho. Busco un telefono en ambas mesas y un posible contestador automatico, pero no habia ninguno.
Al parecer la otra habitacion estaba destinada a sala de ejercicios. No habia cama. Vio una maquina de
Se acordo de algo. Volvio a poner la percha en su lugar y regreso al otro dormitorio. La cama no era la cama de barrotes de la foto. En ese momento se dio cuenta de que era lo que no encajaba, lo que le habia preocupado de la direccion de Venice. El anuncio de Internet. Lilly decia que recibia a los clientes en una casita de playa discreta y limpia en el Westside. Esa no era una casa de playa y no era la misma cama, lo cual significaba que todavia existia una direccion relacionada con Lilly Quinlan que debia encontrar.
Pierce se quedo de piedra cuando oyo un ruido procedente de la parte anterior de la casa. Se dio cuenta de que como artista del asalto aficionado habia cometido un error. Deberia haber revisado rapidamente toda la casa para asegurarse de que estaba vacia antes de empezar por el fondo y avanzar lentamente hacia la entrada.
Aguardo, pero no se produjo ningun otro sonido. Habia sido un unico golpe seco seguido por lo que sonaba como algo que rodaba por el suelo de madera. Lentamente avanzo hacia la puerta del dormitorio y luego miro al recibidor. Lo unico que vio fue la pila de correo delante de la puerta de entrada.
Se hizo a un lado del pasillo, donde era menos probable que el suelo de madera crujiera, y avanzo lentamente hacia la parte delantera de la vivienda. El pasillo se abria a una sala a la izquierda y a un comedor a la derecha. No habia nadie en ninguna de las dos estancias y tampoco vio nada que pudiera explicar el ruido que habia oido.
La sala de estar se mantenia en orden. Los muebles de estilo artesanal estaban a tono con la casa. Lo que desentonaba era el doble estante de productos electronicos de gama alta situados debajo de la television de plasma que colgaba de la pared. Lilly Quinlan tenia equipamiento de ocio domestico que probablemente le habia costado veinticinco mil dolares: el sueno erotico de un fanatico de la modernidad. Parecia en contradiccion con todo lo que habia visto hasta el momento.
Pierce se acerco a la puerta y se agacho junto a la pila de correo. Empezo a revisarlo. La mayoria era correo basura dirigido al «Residente actual». Habia dos sobres de All American Mail, los avisos de impago. Habia facturas de tarjetas de credito y extractos bancarios, asi como un sobre grande de la Universidad del Sur de California.
Pierce buscaba especificamente cartas -facturas- de la compania telefonica, pero no vio ninguna. Le extrano, aunque enseguida supuso que probablemente le enviaban las facturas telefonicas a su casilla de All American Mail. Se guardo uno de los extractos bancarios y una factura de Visa en el bolsillo de atras de los vaqueros sin pensarselo dos veces; su primera idea fue que estaba complementando el delito de entrar en una casa sin permiso con un robo de correo. Decidio abandonar esa linea de raciocinio.
En el comedor encontro un escritorio de persiana apoyado contra la pared del fondo. Giro una silla de la mesa hacia el escritorio, subio la persiana de este y se sento. Reviso rapidamente los cajones y determino que era el lugar donde Lilly preparaba el pago de sus facturas. Habia talonarios de cheques, sellos y boligrafos en el cajon central. Los cajones de ambos lados del escritorio estaban llenos de sobres de companias de tarjetas de credito, luz, gas y otras facturas. Encontro una pila de sobres de Entrepeneurial Concepts Unlimited, aunque estaban dirigidos al apartado postal. En cada uno de los sobres, Lilly habia anotado la fecha en la que habia pagado la factura. De nuevo llamaba la atencion la ausencia de facturas telefonicas viejas. Aunque no las recibiera en esa direccion, daba la impresion de que extendia los cheques para abonar todas sus facturas desde ese escritorio. Pero no habia recibos, ni sobres con la fecha de pago escrita en ellos.
Pierce no tenia tiempo de demorarse en eso ni tampoco podia revisar todas las facturas. De todos modos, no estaba seguro de que iba a encontrar en ellas que pudiera ayudarle a determinar lo que le habia ocurrido a Lilly Quinlan. Volvio al cajon del centro y rapidamente examino los resguardos de los talonarios de cheques. No habia actividad en ninguna cuenta desde final de julio. Retrocediendo rapidamente por uno de los talonarios, descubrio el comprobante de pago a la compania telefonica hasta el mes de junio. De manera que Lilly habia pagado la factura telefonica con un cheque del talonario que tenia en la mano y muy probablemente lo habia extendido en el escritorio en el que estaba sentado. Sin embargo, no logro encontrar ningun otro registro de la facturacion en los cajones. Ni siquiera encontro un telefono.
Apurado por las circunstancias, Pierce se rindio ante la contradiccion y cerro el cajon. Cuando se estiro para cerrar el escritorio de persiana vio un librito al fondo de los separadores verticales. Era una pequena agenda telefonica personal. Fue pasando las hojas con el pulgar y descubrio que estaba llena de entradas escritas a mano. Sin pensarselo dos veces, se guardo la agenda en el bolsillo de atras junto con el correo que habia decidido llevarse.
Cerro la persiana del escritorio, se levanto y procedio a un ultimo examen de las dos habitaciones de la parte delantera, buscando infructuosamente un telefono. Casi inmediatamente vio una sombra que se movia detras de las cortinas de la ventana de la sala de estar. Alguien se acercaba a la casa.
Pierce sintio una cuchillada de puro panico. No sabia si esconderse o correr por el pasillo y huir por la puerta de atras. Pero no pudo hacer nada. Estaba alli paralizado, incapaz de mover los pies mientras oia pasos en la entrada embaldosada.
Un clac metalico le hizo saltar. Un instante despues, una pequena pila de cartas fue empujada por la rejilla y cayo al suelo sobre el resto de la correspondencia. Pierce cerro los ojos.