– ?Por Dios! -susurro al tiempo que expiraba el aire y trataba de calmarse.

La sombra cruzo de nuevo las persianas de la sala, en direccion contraria. Y desaparecio.

Pierce se acerco y miro la ultima remesa del cartero. Unas pocas facturas mas, pero principalmente correo basura. Aparto los sobres con el pie para asegurarse y entonces vio uno pequenito con la direccion escrita a mano. Se agacho para recogerlo. En la esquina superior izquierda del sobre decia «V. Quinlan», pero no habia mas remite. El sello estaba parcialmente manchado y solo logro distinguir las letras «pa, Fia». Dio la vuelta al sobre y vio que tendria que rasgarlo si queria abrirlo.

Habia algo en el hecho de abrir esa misiva obviamente personal que le parecia mas entrometido y delictivo que nada de lo que habia hecho hasta entonces. Pero su vacilacion no duro demasiado. Abrio el sobre con una una y saco una hojita de papel doblada. Era una carta fechada cuatro dias antes.

Lilly:

Estoy preocupadisima por ti. Si recibes esto, por favor llamame para que sepa que estas bien. Por favor, carino. Desde que has dejado de llamarme no he podido dormir. Estoy muy preocupada por ti y por ese trabajo tuyo. Aqui las cosas nunca fueron demasiado bien y se que yo me equivoque. Pero creo que deberias decirme si estas bien. Si recibes esto, llamame enseguida, por favor.

Te quiero,

Mama

Lo leyo dos veces y luego volvio a doblar la hoja y la devolvio al sobre. Mas que ninguna otra cosa en el apartamento, incluida la fruta podrida, la carta inspiro en Pierce una sensacion de fatalidad. No creia que la carta de V. Quinlan fuera a ser contestada nunca, ni por medio de una llamada ni de ninguna otra forma.

Pierce cerro el sobre lo mejor que pudo y lo enterro rapidamente en la pila de correo del suelo. La intrusion del cartero habia servido para infundirle cierto sentido del riesgo que estaba corriendo al estar en la casa. Ya tenia bastante. Se volvio rapidamente y recorrio de nuevo el pasillo hacia la cocina.

Salio por la puerta de atras y la cerro, pero no echo la llave. Tan disimuladamente como podia hacerlo un delincuente aficionado, doblo la esquina de la casa y se dirigio hacia la calle por el sendero de entrada.

Ya estaba a medio camino por el lateral de la casa cuando oyo un fuerte sonido seco procedente del tejado y acto seguido una pina que caia rodando por el alero y aterrizaba a sus pies. Al acercarse, Pierce se dio cuenta de lo que habia causado el ruido que le habia alarmado antes. Asintio al comprenderlo. Al menos habia resuelto un misterio.

9

– Luces.

Pierce rodeo el escritorio y se sento. Saco de la mochila todo lo que se habia llevado de la casa de Lilly Quinlan. Tenia una factura de la tarjeta Visa, un extracto bancario y una agenda de telefonos.

Empezo pasando las hojas de la agenda. Habia bastantes hombres designados solo por el nombre de pila o por el nombre y una inicial. Los numeros cubrian toda la gama de codigos de area. Habia muchos locales, pero todavia mas con prefijos de fuera de Los Angeles. Tambien figuraban varios hoteles y restaurantes de la ciudad, asi como un concesionario Lexus de Hollywood. Vio el nombre de Robin y el de ECU, que sabia que era Entrepeneurial Concepts Unlimited.

Bajo el encabezamiento «Dallas» habia varios numeros de hoteles, restaurantes y nombres de pila de varones. Lo mismo ocurria con Las Vegas.

Encontro una anotacion correspondiente a Vivian Quinlan con un prefijo telefonico 813 y una direccion de Tampa, Florida; lo cual resolvia el misterio del matasellos manchado. Hacia el final de la agenda encontro a alguien llamado Wainwright, con el numero de telefono y una direccion de Venice que no estaba lejos de la casa de Altair.

Volvio a la Q y utilizo el telefono de su escritorio para llamar a Vivian Quinlan. Una mujer contesto al segundo timbrazo. Su voz era rasposa, como una escoba barriendo la acera.

– ?Hola?

– ?Senora Quinlan?

– ?Si?

– Ah, hola, la llamo desde Los Angeles. Me llamo Henry Pierce y…

– ?Es por Lilly? -La voz tenia un tono de ansiedad y desesperacion.

– Si. Estoy tratando de localizarla y me preguntaba si usted podria ayudarme.

– Oh, ?gracias a Dios! ?Es usted policia?

– Eh…, no, senora, no.

– No importa. Por fin hay alguien que se interesa.

– Bueno, solo estoy tratando de encontrarla, senora Quinlan. ?Ha tenido noticias de ella ultimamente?

– Ninguna desde hace mas de siete semanas, y eso no es propio de Lilly. Siempre llamaba. Estoy muy preocupada.

– ?Ha contactado con la policia?

– Si, he llamado y he hablado con los de Personas Desaparecidas. No estaban interesados porque ella es adulta y por la forma en que se gana la vida.

– ?Como se gana la vida, senora Quinlan?

Hubo cierta vacilacion.

– Pensaba que habia dicho que…

– Solo soy un conocido.

– Ella trabaja de acompanante de caballeros.

– Ya veo.

– Sin sexo, ni nada. Me cuenta que casi siempre va a cenar con hombres de esmoquin.

Pierce lo dejo pasar como una negacion materna de lo obvio. Era algo que habia visto antes en su propia familia.

– ?Que le dijo la policia de ella?

– Solo que puede que se marchara con uno de esos tipos y que probablemente pronto tendre noticias suyas.

– ?Cuando fue eso?

– Hace un mes. Vera, Lilly me llama todos los sabados por la tarde. Cuando pasaron dos semanas sin que telefoneara avise a la policia. No volvieron a llamarme. Despues de la tercera semana, llame otra vez y hable con Personas Desaparecidas. Ni siquiera hicieron un informe ni nada, solo me dijeron que continuara esperando. No les importo.

Por alguna razon una vision se colo en la mente de Pierce y lo distrajo. Era la noche que habia llegado de Stanford. Su madre estaba esperandolo en la cocina, con las luces apagadas. Simplemente lo esperaba alli para contarle la noticia de su hermana Isabelle.

Cuando hablo la madre de Lilly Quinlan, era su propia madre.

– He llamado a un detective privado, pero no me ha ayudado. Tampoco ha podido encontrarla.

El contenido de lo que la senora Quinlan estaba diciendo finalmente devolvio a Pierce al presente.

– Senora Quinlan, ?esta ahi el padre de Lilly? ?Puedo hablar con el?

– No, hace mucho que se fue. No ha estado aqui desde hace doce anos… desde el dia que lo encontre con ella.

– ?Esta en prision?

– No, simplemente se fue.

Pierce no sabia que decir.

– ?Cuando se traslado Lilly a Los Angeles?

– Hace unos tres anos. Antes fue a una escuela de azafatas en Dallas, pero nunca hizo ese trabajo. Despues se instalo en Los Angeles. Ojala se hubiera hecho azafata de vuelo. Yo le decia que en el trabajo de las chicas de

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