compania, aunque no tenga relaciones sexuales con esos hombres…, la gente seguira pensando que las tiene.

Pierce asintio. Suponia que era un consejo de madre sensato. Se imaginaba a una mujer obesa, con mucho pelo y un cigarrillo en la comisura de los labios. Entre eso y su padre, no era de extranar que Lilly se hubiera marchado lo mas lejos posible de Tampa. Lo que le sorprendia era que solo hiciera tres anos que se habia ido.

– ?Donde contrato a un detective privado, en Tampa o aqui en Los Angeles?

– Alli. No serviria de mucho contratar uno aqui.

– ?Como contacto con el?

– El policia de Personas Desaparecidas me envio una lista. Lo elegi de alli.

– ?Vino aqui a buscarla, senora Quinlan?

– No tengo buena salud. El doctor dice que tengo enfisema y dependo de la botella de oxigeno. No serviria de mucho que fuera a Los Angeles.

Pierce reconstruyo su imagen de ella. El cigarrillo habia desaparecido y lo habia sustituido un tubo de oxigeno. El pelo abundante permanecia. Penso en que mas podia preguntar o que informacion podria obtener de la mujer.

– Lilly me dijo que le estaba enviando dinero.

Era una suposicion. Parecia concordar con la relacion madre-hija.

– Si, y si la encuentra, digale que me estoy quedando sin nada. Tengo que pagarle una fortuna al senor Glass.

– ?Quien es el senor Glass?

– Es el detective privado que he contratado. Pero desde que ya no puedo pagarle no he vuelto a tener noticias suyas.

– ?Puede darme su nombre completo y su numero de telefono?

– Voy a buscarlo.

La mujer dejo el telefono y tardo dos minutos antes de volver y proporcionarle a Pierce el numero y direccion del investigador privado. El nombre completo era Philip Glass y su oficina estaba en Culver City.

– Senora Quinlan, ?tiene alguna otra forma de contactar con Lilly? ?Amigos o algo parecido?

– No, nunca me dio ningun numero ni me hablo de amigos. Solo menciono a esa chica Robin con la que trabajaba a veces. Robin era de Nueva Orleans y me dijo que tenian cosas en comun.

– ?Dijo el que?

– Creo que tuvieron el mismo tipo de problemas con hombres en sus familias cuando eran jovenes. Creo que se referia a eso.

– Entiendo.

Pierce estaba tratando de pensar como un detective. Vivian Quinlan parecia una pieza importante del rompecabezas, aunque no se le ocurria ninguna otra pregunta. Estaba a cinco mil kilometros de distancia y obviamente estaba literal y metaforicamente distante del mundo de su hija. Miro la agenda de telefonos del escritorio que tenia delante de el y finalmente se le ocurrio una pregunta.

– ?Significa algo para usted el nombre de Wainwright, senora Quinlan? ?Lo mencionaron alguna vez Lilly o el senor Glass?

– Um, no. El senor Glass no menciono ningun nombre. ?Quien es?

– No lo se. Creo que es alguien a quien conocia.

Eso era todo. No tenia nada mas.

– Muy bien, senora Quinlan, voy a seguir tratando de encontrarla y cuando lo haga le dire que la llame.

– Se lo agradezco, y asegurese de mencionar lo del dinero. Me estoy quedando sin nada.

– Muy bien. Lo hare.

Pierce colgo y penso por unos momentos en lo que sabia. Probablemente sabia demasiado de Lilly. Le hizo sentirse deprimido y triste. Esperaba que alguno de sus clientes se la hubiera llevado con la promesa de riquezas y lujo. Tal vez estaba en algun lugar de Hawai o en el atico de un hombre rico en Paris.

Pero lo dudaba.

– Hombres de esmoquin -dijo en voz alta.

– ?Que?

Levanto la cabeza. Charlie Condon estaba en el umbral. Pierce habia dejado la puerta abierta.

– Ah, nada. Hablaba solo. ?Que estas haciendo aqui?

Pierce se dio cuenta de que la agenda de Lilly Quinlan y su correo estaban esparcidos delante de el. Disimuladamente cogio el planificador diario que tenia en el escritorio, lo miro como si estuviera comprobando una fecha y luego lo puso encima de los sobres que tenian el nombre de Lilly escrito.

– Te he llamado a tu nuevo numero y se ha puesto Monica. Dijo que supuestamente ibas a estar aqui mientras ella esperaba los muebles. Pero nadie contestaba en el laboratorio ni en tu oficina, asi que me he pasado.

Charlie se apoyo en el marco de la puerta. Era un hombre atractivo y lucia lo que aparentemente era un bronceado perpetuo. Habia trabajado de modelo en Nueva York durante unos anos antes de aburrirse y volver a la universidad para sacarse un master en finanzas. Los habia presentado un banquero de inversiones que sabia que Condon era experto en conseguir capitales para empresas de tecnologia emergente cortas de activos. Pierce se habia unido a Condon porque este le habia prometido conseguir inversores para Amedeo Technologies sin que el tuviera que sacrificar el control. A cambio, Charlie se quedaba con el 10 % de la compania, una porcion que en ultima instancia podria valorarse en cientos de millones, si ganaban la carrera y salian a bolsa con una oferta publica de acciones.

– Me he perdido tus llamadas -dijo Pierce-. En realidad acabo de llegar. He parado a comer algo por el camino.

Charlie asintio.

– Pensaba que estarias en el laboratorio.

Lo que significaba: ?por que no estas en el laboratorio, que hay trabajo que hacer? Estamos en una carrera. Tenemos que hacer una presentacion a una ballena. No puedes crear un mundo en una mota de polvo desde la oficina.

– Si, no te preocupes. Ahora ire. Solo tengo que revisar el correo. ?Has venido hasta aqui para controlarme?

– En realidad no. Pero solo tenemos hasta el jueves para ponernos las pilas con Maurice. Quiero asegurarme de que todo va bien.

Pierce sabia que estaban concediendo demasiada importancia a Maurice Goddard. Incluso el mail de Charlie en que se referia al inversor como Dios era una indicacion subliminal de esto. Era cierto que el numero de feria del jueves seria el numero de feria mas importante de todos los tiempos, pero Pierce se estaba preocupando cada vez mas por la fe ciega de Condon en el acuerdo con Goddard. Estaban buscando un inversor dispuesto a dedicar al menos seis millones de dolares al ano durante un minimo de tres o cuatro anos. Goddard, segun la «auditoria» llevada a cabo por Nicole James y Cody Zeller, contaba con 250 millones de dolares, gracias a que habia invertido pronto en empresas como Microsoft. Estaba claro que Goddard tenia el dinero. Pero si no ofrecia un plan de financiacion importante despues de la presentacion del jueves, entonces tendrian que buscar otro inversor. Y el trabajo de Condon consistia en encontrarlo.

– No te preocupes -dijo Pierce-. Estaremos listos. ?Va a venir Jacob?

– Aqui estara.

Jacob Kaz era el abogado de patentes de la firma. Ya tenian cincuenta y ocho patentes registradas o solicitadas y Kaz iba a presentar nueve mas el lunes, despues de la presentacion a Goddard. Las patentes eran la clave de la carrera. El control de las patentes suponia estar metido en la lucha desde el principio y la posibilidad de hacerse con el control del mercado. Las nueve nuevas solicitudes de patentes, las primeras que surgian del proyecto Proteus, enviarian una onda expansiva por el nanomundo. Pierce casi sonrio al pensarlo. Y Condon parecio leerle el pensamiento.

– ?Aun no has mirado las patentes?

Pierce palpo en el espacio para las rodillas de debajo de su escritorio y golpeo con el puno la caja fuerte atornillada al suelo, donde estaban guardados los borradores de las patentes. Pierce tenia que aprobarlos antes de que se presentaran, pero era un lectura muy pesada y habia estado distraido por otras cosas incluso antes de que

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