– Para no haber terminado la facultad, no puedo quejarme. Es mejor que vender la pureza esencial por veinticinco pavos la bolsa.

Zeller se estaba refiriendo al plasma. Pierce dio la espalda a la panoramica del Pacifico. En la zona de vivienda habia sofas grises a juego y una mesita de cafe enfrente de una chimenea no empotrada con un acabado industrial, de hormigon. Detras de la chimenea se hallaba la cocina y a la izquierda el dormitorio.

– ?Cerveza, colega? Tengo Pacifico y Saint Mike.

– Si, claro. Cualquiera.

Mientras Pierce iba a la cocina, Pierce se acerco a la zona de trabajo. Una enorme estanteria de suelo a techo llena de material electronico bloqueaba la luz del exterior y servia de particion. Habia dos escritorios y otro conjunto de estantes con libros de codigo y manuales de software y sistemas. Pierce paso a traves de la cortina de plastico que habia sido la puerta al garaje. Bajo un escalon y se encontro en una sala de ordenadores climatizada. Habia dos puestos de ordenador completos, ambos equipados con multiples pantallas. Los dos sistemas parecian en funcionamiento. Las columnas de datos se movian por las pantallas como gusanos que reptaban por el proyecto en el que Zeller estaba trabajando. Las paredes de la sala estaban cubiertas con espuma negra para ahogar el ruido exterior. La sala se hallaba tenuemente iluminada con puntos de luz. En un equipo de musica que no estaba a la vista sonaba un viejo disco de los Guns N'Roses que Pierce no habia oido desde hacia mas de diez anos.

Una procesion de pegatinas de logos de companias y marcas registradas cubria la pared acolchada del fondo. La mayoria eran nombres de empresas omnipresentes en la vida cotidiana. Habia muchas mas pegatinas en la pared que en la ultima visita de Pierce. Este sabia que Zeller enganchaba un logo cada vez que conseguia introducirse con exito en los servidores de la empresa en cuestion. Eran las muescas de su cinturon.

Zeller ganaba quinientos dolares la hora como hacker de guante blanco. Era el mejor. Trabajaba de forma independiente, normalmente vendiendo sus servicios a una de las seis grandes companias auditoras para llevar a cabo pruebas de penetracion en sus clientes. En cierto modo era un fraude. Raro era el sistema que Zeller no podia derrotar. Y despues de cada penetracion con exito su empleador normalmente conseguia un jugoso contrato de seguridad digital, con una buena prima para Zeller. Este le habia dicho en una ocasion a Pierce que la seguridad digital era el sector de crecimiento mas rapido en la industria de las empresas auditoras. Constantemente le llovian ofertas suculentas para trabajar a tiempo completo en una u otra de las grandes firmas, pero siempre ponia reparos, argumentando que le gustaba trabajar por su cuenta.

Zeller entro en la sala acondicionada con dos botellas marrones de San Miguel. Entrechocaron las botellas antes de beber. Otra tradicion. A Pierce le gusto. Suave y fria. Botella en mano, senalo un cuadrado rojo y blanco pegado a la pared. Era el simbolo empresarial mas conocido del mundo.

– Ese es nuevo, ?no?

– Si, lo acabo de conseguir. Hice el trabajo en Atlanta. ?Sabes como consiguieron una formula secreta para hacer el refresco? Ponian…

– Si, cocaina.

– Eso es el mito urbano. Da igual, querian saber lo bien protegida que estaba la formula. Yo entre de cero. Tarde unas siete horas y entonces le mande la formula por correo electronico al director general. El ni siquiera sabia que estabamos llevando a cabo un test de seguridad; lo habia encargado gente que estaba por debajo de el. Me dijeron que casi le da un ataque al corazon. Supongo que tenia visiones de la formula viajando por Internet, cayendo en manos de Pepsi.

Pierce sonrio.

– Genial. ?Estas trabajando en algo ahora mismo? La maquina parece ocupada. -Senalo a las pantallas con la botella.

– No, en realidad no. Estoy de pesca, buscando a alguien que se que esta escondido por ahi.

– ?Quien?

Zeller miro a Pierce y sonrio.

– Si te lo dijera tendria que matarte.

Era un comentario de indole laboral. Zeller estaba diciendo que parte de lo que el vendia era discrecion. La amistad entre ambos se remontaba a buenos tiempos y a un momento muy malo -al menos para Pierce- en la facultad. Pero el trabajo era el trabajo.

– Entiendo -dijo Pierce-. Y no quiero entrometerme, asi que dejame ir al grano. ?Estas demasiado ocupado para aceptar un encargo?

– ?Cuando tendria que empezar?

– Ayer, seria perfecto.

– Un rapido. Me encantan los rapidos. Y me gusta trabajar para Amedeo Tech.

– No es para la empresa, es para mi. Pero te lo pagare.

– Eso me gusta mas todavia. ?Que necesitas?

– Quiero observar a alguna gente y algunos negocios y a ver que sale.

Zeller asintio, pensativo.

– ?Gente peligrosa?

– No lo se, pero usaria todas las precauciones. Podriamos decir que se trata del mundo del ocio para adultos.

Esta vez Zeller sonrio de oreja a oreja y su piel quemada se arrugo en torno a los ojos.

– Oh, cielo, no me digas que se te ha quedado enganchada.

– No, nada de eso.

– ?Entonces que?

– Vamos a sentarnos. Y sera mejor que cojas algo para tomar notas.

En la sala de estar, Pierce le dio a Zeller toda la informacion que tenia de Lilly Quinlan sin mencionar de donde la habia sacado. Tambien le pidio a Zeller que averiguara todo lo que pudiera de Entrepeneurial Concepts Unlimited y de Wentz, el hombre que lo dirigia.

– ?Sabes el nombre?

– No, solo Wentz. Supongo que no habra muchos en el sector.

– ?Afondo?

– Todo lo que puedas conseguir.

– ?Me mantengo dentro de las lineas?

Pierce vacilo. Zeller no dejo de mirarlo a los ojos. Le estaba preguntando a Pierce si queria que se mantuviera dentro de los limites establecidos por la ley. Pierce sabia por experiencia que podia descubrirse mucho mas si Zeller cruzaba la frontera y se introducia en ordenadores a los que no estaba autorizado a acceder. Y sabia que Zeller era experto en cruzar esa frontera. Ambos habian formado los Maleficos cuando estaban en segundo curso de la facultad. La pirateria informatica estaba empezando a ponerse de moda entre los de su generacion y los miembros del grupo, en gran medida bajo la direccion de Zeller, no se quedaron atras. Sobre todo cometieron bromas, la mejor de las cuales fue cuando accedieron a la base de datos de informacion del 411 de la compania telefonica local y cambiaron el numero del Domino's Pizza mas cercano al campus por el numero de la casa del decano del Departamento de Ciencias de la Computacion.

Pero su mejor momento fue tambien el peor. Los seis maleficos fueron detenidos por la policia y despues suspendidos. Por el lado delictivo, todos salieron en condicional y los cargos fueron eliminados al cabo de seis meses sin mayores problemas. Cada uno de los chicos tuvo tambien que cumplir con ciento sesenta horas de trabajo para la comunidad. Por el lado academico, todos fueron suspendidos durante un semestre. Pierce volvio despues de cumplir con la condicional y la suspension. Bajo la lupa de la policia y los administradores de la facultad, cambio de ciencias de la computacion a quimica y nunca volvio a mirar atras.

Zeller tampoco miro atras. No volvio a Stanford. Lo contrato una empresa de seguridad informatica con un buen sueldo. Como un atleta con cualidades que deja la facultad para pasar a profesional, Zeller no podia volver a la facultad una vez que habia probado los placeres de tener dinero y hacer lo que mas le gustaba en la vida.

– ?Sabes que te digo? -respondio finalmente Pierce-. Consigue todo lo que puedas. De hecho, creo que alguna variacion de abra cadabra te permitira entrar en Entrepeneurial Concepts. Pruebalo primero del reves.

– Gracias por el empujoncito. ?Cuando lo necesitas?

– Como te he dicho ayer estaria bien.

– Vale, un rapido. ?Estas seguro de que no has metido la polla en algo sucio?

– Si.

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