– Charlie, he de dejarte. Acaba de entrar el medico. Dile que tendremos que hacerlo el fin de semana o la semana que viene.

– Henry, no puedo. Quiere ver Proteus antes de que enviemos la patente. No quiero retrasarlo, ni tu tampoco. Ademas, has de recibir a Maurice. No aceptara excusas.

– Tu vuelve a llamarlo y trata de retrasarlo.

– Esta bien. Lo intentare. Volvere a llamarte.

Charlie colgo y Pierce guardo el telefono de nuevo en la barandilla de la cama. Trato de sonreir a Langwiser, pero su rostro estaba mas dolorido que el dia anterior y le dolia de solo intentarlo. La abogada le tendio la mano y Pierce se la estrecho.

– Janis Langwiser. Encantada de conocerle.

– Henry Pierce. No puedo decir que las circunstancias hagan que conocerla sea un placer.

– Normalmente es asi en el trabajo de la defensa criminal.

Pierce ya habia leido el curriculum de la abogada que le habia proporcionado Jacob Kaz. Langwiser se ocupaba de la defensa criminal en el pequeno pero influyente bufete del centro Smith, Levin, Colvin amp; Enriquez. Segun Kaz el bufete era tan exclusivo que no constaba en ningun listin telefonico. Sus clientes eran de la elite, porque incluso la gente de la elite necesitaba abogados criminalistas de vez en cuando. Alli era donde entraba Janis Langwiser. La habian contratado de la oficina del fiscal del distrito un ano antes, tras una carrera en la que habia participado en algunos de los casos de mas altos vuelos de la ciudad de los ultimos anos. Kaz le explico a Pierce que el bufete lo aceptaba como cliente como un medio para establecer una relacion con el, una relacion que seria mutuamente beneficiosa cuando Amedeo Technologies saliera a bolsa en los anos venideros. Pierce no le dijo a Kaz que no habria ninguna eventual oferta publica ni siquiera un Amedeo Technologies si la situacion no se manejaba apropiadamente.

Tras interesarse educadamente por las lesiones de Pierce y su pronostico, Langwiser le pregunto por que creia que necesitaba un abogado defensor.

– Porque hay un detective de policia que cree que soy un asesino. Me dijo que iba a ir a la fiscalia para tratar de acusarme de una serie de crimenes, incluido el asesinato.

– ?Un policia de Los Angeles? ?Como se llama?

– Renner. Creo que no me dijo su nombre. O no lo recuerdo. Tengo su tarjeta, pero no he mirado su…

– Robert. Lo conozco. Trabaja en la Division del Pacifico. Lleva muchos anos.

– ?Lo conoce de un caso?

– Antes trabajaba en la fiscalia y llevaba casos a juicio. Lleve varios que presento el. Parecia un buen poli. Creo que la palabra que usaria es concienzudo.

– De hecho es la palabra que usa el.

– ?Va a solicitar que la fiscalia presente cargos de asesinato?

– No estoy seguro. No hay ningun cadaver. Pero dijo que primero iba a acusarme de otras cosas. Allanamiento de morada, dijo. Obstruccion a la justicia. Supongo que despues tratara de preparar un caso de asesinato. No se hasta que punto son estupideces y amenazas ni que es lo que puede hacer. Pero yo no he matado a nadie, asi que necesito un abogado.

Ella fruncio las cejas y asintio en ademan reflexivo. Hizo una senal hacia el rostro de Pierce.

– ?El caso con Renner esta relacionado de algun modo con sus lesiones?

Pierce dijo que si con la cabeza.

– ?Por que no empezamos por el principio?

– ?Tenemos una relacion abogado-cliente?

– Asi es. Puede hablar con libertad.

Pierce paso los siguientes treinta minutos contandole la historia con todo el detalle que fue capaz de recordar. Le hablo libremente de todo lo que habia hecho, incluidos los delitos que habia cometido. No se dejo nada en el tintero.

Mientras el hablaba, Langwiser se apoyo contra la mesa donde estaba el equipo medico. La abogada tomo notas con una pluma de aspecto caro en un bloc amarillo que saco de una bolsa negra de piel, que o bien era un bolso enorme o un maletin pequeno. Todo su aspecto inspiraba una confianza cara. Cuando Pierce hubo terminado de contarle la historia, ella volvio a la parte de lo que Renner habia calificado como reconocimiento de los hechos por su parte. Planteo diversas preguntas, como cual era el tono de la conversacion en ese punto, que medicacion estaba tomando Pierce en ese momento y que efectos de la agresion y la cirugia estaba sintiendo. Despues la abogada le pregunto especificamente que queria decir con que era su culpa.

– Me referia a mi hermana, Isabelle.

– No lo entiendo.

– Ella murio. Hace mucho tiempo.

– Vamos, Henry, no me venga con adivinanzas. Quiero saberlo.

Pierce se encogio de hombros, y eso le causo dolor en el hombro y las costillas.

– Ella se fugo de casa cuando eramos ninos. Entonces la mataron… Fue un tipo que habia matado a mucha gente. Chicas que iba a buscar a Hollywood. Al final la policia lo mato y… eso fue todo.

– Un asesino en serie… ?cuando fue?

– En los ochenta. Lo llamaron el Fabricante de Munecas. Los periodistas les ponian nombres a todos, ?sabe? Al menos entonces.

Pierce vio que Langwiser revisaba su historia contemporanea.

– Recuerdo al Fabricante de Munecas. Yo estaba en la facultad de derecho de la UCLA. Mas tarde conoci al detective que le disparo. Se ha retirado este mismo ano.

Los pensamientos de Langwiser parecieron vagar en el recuerdo durante unos segundos.

– De acuerdo. Entonces, ?como se confundio eso con Lilly Quinlan en su conversacion con el detective Renner?

– Bueno, ultimamente he estado pensando mucho en mi hermana. Desde que surgio este asunto de Lilly. Creo que es la razon por la que hice lo que hice.

– ?Quiere decir que cree que es responsable de lo que le ocurrio a su hermana? ?Como es posible eso, Henry?

Pierce espero un momento antes de hablar. Compuso la historia en su mente con sumo cuidado. No toda la historia, solo la parte que queria contarle a la abogada. Dejo de lado la parte que nunca explicaria a un desconocido.

– Mi padrastro y yo soliamos bajar aqui. Viviamos en el valle de San Fernando e ibamos a Hollywood a buscarla. Por la noche. A veces tambien de dia, pero sobre todo por la noche.

Pierce fijo la mirada en la pantalla apagada de la television que estaba montada en la pared, al otro lado de la habitacion. Hablo como si estuviera viendo la historia en la pantalla y la estuviera repitiendo para ella.

– Me vestia con ropa vieja para parecer uno de ellos, uno de los chicos de la calle. Mi padrastro me enviaba a los sitios donde los chicos se escondian y dormian, donde vendian su sexo o se drogaban. El caso…

– ?Por que usted? ?Por que no entraba su padrastro?

– Entonces el me decia que era porque yo era un chico y me dejarian entrar. Si un hombre entraba en un sitio asi, todo el mundo podia echar a correr. Y de esa forma la perderiamos.

Pierce se detuvo y Langwiser aguardo, pero al final tuvo que instigarle.

– Ha dicho que entonces le dijo que esa era la razon. ?Que le dijo despues?

Pierce nego con la cabeza. Era una buena abogada. Habia captado las sutilezas de su forma de narrar la historia.

– Nada. Es solo que… creo…, o sea, que ella se fugo por un motivo. La policia dijo que estaba metida en la droga, pero creo que eso vino despues, cuando ya estaba en la calle.

– Cree que su padrastro es el motivo por el que ella huyo.

Langwiser lo dijo como una afirmacion y Pierce incluso asintio de manera casi imperceptible. Penso en lo que la madre de Lilly Quinlan habia dicho acerca de lo que tenian en comun su hija y la mujer que ella conocia como Robin.

– ? Que le hizo su padrastro?

– No lo se, y ahora no importa.

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