– Entonces ?por que le dijo a Renner que era culpa suya? ?Por que cree que lo que le sucedio a su hermana fue culpa suya?
– Porque no la encontre. Todas esas noches buscandola y nunca la encontre. Si al menos…
Pierce lo dijo sin conviccion ni enfasis. Era una mentira. No iba a decirle la verdad a esa mujer que conocia desde hacia solo una hora.
Langwiser dio la impresion de que queria ir mas lejos, pero tambien parecia consciente de que estaba llegando a un limite personal con el.
– De acuerdo, Henry. Creo que ayuda a explicar cosas… tanto sus acciones en relacion con la desaparicion de Lilly Quinlan como su declaracion ante Renner.
Pierce asintio.
– Siento lo de su hermana. En mi antiguo trabajo tratar con los familiares de las victimas era la parte mas dificil. Al menos usted tuvo algun cierre. El hombre que lo hizo sin duda obtuvo lo que merecia.
Pierce trato de hacer una sonrisa sarcastica, pero le dolia demasiado.
– Si, un cierre. Hace que todo sea mejor.
– ?Esta vivo su padrastro? ?Sus padres?
– Mi padrastro si. Que yo sepa. Hace mucho tiempo que no hablo con el. Mi madre ya no vive con el. Sigue viviendo en el valle de San Fernando. Tampoco he hablado con ella en mucho tiempo.
– ?Donde esta su padre?
– En Oregon. Tiene otra familia. Pero estamos en contacto. De todos ellos es el unico con el que trato.
Langwiser asintio. Estudio sus notas durante un buen rato, pasando las paginas de su bloc mientras revisaba todo lo que Pierce habia dicho desde el principio de la conversacion. Finalmente la abogada lo miro.
– Bueno, creo que es todo mentira.
Pierce nego con la cabeza.
– No, estoy diciendole exactamente lo que suce…
– No, me refiero a Renner. Creo que va de farol. No tiene nada. No va a acusarle de esos delitos menores. En la oficina del fiscal se iban a reir de el por lo del allanamiento. ?Que pretendia usted? ?Robar? No, lo hizo para asegurarse de que ella estaba bien. No saben nada del correo que se llevo, y de todos modos no podrian probarlo porque ya no esta. Y por lo de obstruccion a la justicia, solo era una amenaza vana. La gente miente y se reserva informacion constantemente cuando habla con la policia. Es lo que se espera. Tratar de acusar a alguien por eso es otra cuestion. Ni siquiera recuerdo cuando fue la ultima vez que se llevo a juicio un caso por obstruccion a la justicia. Al menos no hubo ninguno que recuerde cuando yo estuve en la fiscalia.
– ?Y la cinta? Yo estaba confundido. El dijo que lo que yo habia dicho era un reconocimiento.
– Estaba enganandole, poniendole nervioso para ver como reaccionaba, estaba buscando alguna confesion mas perjudicial para usted. He de escuchar la declaracion para estar segura, pero suena a algo marginal, a que su explicacion en relacion con su hermana es ciertamente legitima y seria percibida asi por un jurado. Si anadimos que estoy segura de que estaba bajo la influencia de una combinacion de medicamentos y que…
– Esto nunca puede llegar a un jurado. Si llega, estoy acabado. Arruinado.
– Lo entiendo. Pero el punto de vista de un jurado sigue siendo el adecuado, porque es como lo vera la oficina del fiscal cuando considere los posibles cargos. Lo ultimo que harian seria meterse en un caso sabiendo que un jurado no se lo va a tragar.
– No hay nada que tragar. Yo no lo hice. Solo trate de descubrir si estaba bien. Eso es todo.
Langwiser asintio, pero no parecia especialmente interesada en sus alegatos de inocencia. Pierce siempre habia oido que los buenos abogados defensores nunca estaban tan interesados en la pregunta ultima acerca de la culpabilidad o inocencia de sus clientes como en la estrategia de defensa. Practicaban la ley, no la justicia. A Pierce le resulto frustrante, porque queria que Langwiser reconociera su inocencia y luego saliera a defenderle.
– Para empezar -dijo ella-, sin cadaver es muy dificil construir una acusacion contra nadie. No es imposible, pero si muy dificil, sobre todo en este caso, considerando el estilo de vida y la fuente de ingresos de la victima. Me refiero a que podria estar en cualquier parte. Y si esta muerta, entonces la lista de sospechosos va a ser muy larga.
»En segundo lugar, vincular el hecho de que entrara en una casa con un posible homicidio en otra no va a funcionar. Es un salto que no creo que la oficina del fiscal este dispuesta a dar. Recuerde que trabaje alli y la mitad del trabajo consistia en devolver a la realidad a los polis. Creo que a no ser que las cosas cambien radicalmente estara a salvo, Henry. En todos los cargos.
– ? Radicalmente?
– Si descubren el cadaver. Si descubren el cadaver y de algun modo lo relacionan con usted.
Pierce nego con la cabeza.
– Nada lo va a relacionar conmigo. Yo nunca la vi.
– Perfecto. Entonces deberia estar a salvo.
– ?Deberia?
– Nada es nunca seguro al ciento por ciento. Especialmente en la ley. Todavia tendremos que esperar y ver.
Langwiser reviso sus notas durante unos momentos antes de volver a hablar.
– Muy bien -dijo al cabo-. Ahora, llamemos al detective Renner.
Pierce levanto las cejas -lo que quedaba de ellas- y le dolio. Hizo una mueca y dijo:
– ?Llamarlo? ?Por que?
– Para ponerlo sobre aviso de que tiene representacion legal y para ver que tiene que decir.
La abogada saco un movil del bolso y lo abrio.
– Creo que tengo su tarjeta en la cartera -dijo Pierce-. Deberia estar en el cajon de la mesita.
– No importa, recuerdo el numero.
La llamada a la Division del Pacifico fue contestada rapidamente y Langwiser pregunto por Renner. El detective tardo unos minutos, pero al final lo tuvo en la linea. Mientras esperaba, ella subio el volumen del telefono y lo giro para que Pierce pudiera oir ambos lados de la conversacion. Senalo a Pierce y se llevo los dedos a los labios para advertirle que no participara.
– Hola, Bob, soy Janis Langwiser. ?Se acuerda de mi?
Tras una pausa, Renner dijo:
– Claro, aunque he oido que se ha pasado al lado oscuro.
– Muy gracioso. Escuche, estoy en el St. John's. Le he hecho una visita a Henry Pierce.
Otra pausa.
– Henry Pierce, el buen samaritano. El eterno rescatador de putas desaparecidas y mascotas perdidas.
Pierce sintio que se ruborizaba.
– Esta de muy buen humor hoy, Bob -dijo Langwiser con sequedad-. Se rie mucho ultimamente, ?no?
– Henry Pierce es el bufon, las historias que cuenta…
– Bueno, por eso lo llamaba. No habra mas historias de Henry, Bob. Yo lo represento y no va a volver a hablar con usted. Desaprovecho su oportunidad.
Pierce miro a Langwiser y ella le guino un ojo.
– No desaproveche nada-protesto Renner-. Cuando quiera empezar a explicarme la historia completa y verdadera. Aqui estoy. De lo contrario…
– Mire, detective, esta mas interesado en arremeter contra mi cliente que en tratar de entender lo que ocurrio de verdad. Esto tiene que detenerse. Ahora Henry Pierce esta fuera de su lazo. Y otra cosa, si trata de llevar esto a juicio voy a meterle por donde usted sabe ese truquito de las dos grabadoras.
– Le dije que estaba grabando -protesto Renner-. Le lei sus derechos y el dijo que los habia entendido. Es todo lo que se me exige. No hice nada ilegal durante ese interrogatorio voluntario.
– Tal vez no per se, Bob, pero a los jueces y los jurados no les gusta que la poli engane a la gente. Les gusta el juego limpio.
Esta vez hubo una larga pausa de Renner y Pierce ya comenzaba a pensar que Langwiser estaba yendo demasiado lejos, que tal vez estaba empujando al detective a buscar una acusacion contra el por simple rabia o resentimiento.
– De verdad ha cruzado la linea, ?eh? -dijo finalmente Renner-. Espero que sea feliz alli.
– Bueno, si solo tengo clientes como Henry Pierce, gente que estaba tratando de hacer un bien, entonces lo