entendido el proposito del engano.

– Si, senor Rohrshak. Quedese aqui, por favor, si no importa.

Rohrshak se encogio de hombros otra vez y levanto las manos.

McCaleb bajo las escaleras hasta el patio interior situado en el centro del edificio de apartamentos. Describio una circunferencia completa y su mirada ascendio hasta el techo plano. Al no ver la lechuza en ningun sitio, se volvio y salio a la calle por el vestibulo principal.

Cruzando la calle Sweetzer estaba el Braxton Arms, un edificio de apartamentos de tres plantas en forma de ele, con pasarela y escalera exteriores. McCaleb cruzo y se encontro con una puerta de seguridad de metro ochenta y una valla, cuyo sentido era mas figurativo que disuasorio. Se saco el chubasquero, lo doblo y lo paso entre dos barrotes de la verja. Luego subio un pie a la manecilla de la puerta, comprobo que resistia su peso y se impulso por encima de la valla. Cayo al otro lado y miro en torno para asegurarse de que nadie lo habia visto. Agarro el chubasquero y se encamino a la escalera.

Subio hasta la tercera planta y recorrio la pasarela hasta llegar a la fachada. Estaba agitado por el esfuerzo de trepar por la verja y subir la escalera. Cuando llego a la fachada, apoyo las manos en la barandilla y se inclino hasta que recupero el aliento. Luego miro al tejado plano del edificio en el que habia vivido Edward Gunn, al otro lado de la calle Sweetzer. Tampoco vio la lechuza.

McCaleb volvio a apoyar los antebrazos en Ja barandilla y trato de recuperar el aliento. Escucho la cadencia de su corazon hasta que finalmente se calmo. Sentia gotas de sudor formandose en su cuero cabelludo. Sabia que no era el corazon lo que tenia debil. Era el cuerpo el que se habia debilitado a causa de todos los farmacos que tomaba para mantener el corazon fuerte. Se sintio frustrado. Sabia que no volveria a ser fuerte, que se pasaria el resto de su vida escuchando a su corazon, del mismo modo que un ladron nocturno escucha el crujido del suelo.

Miro hacia abajo al oir un vehiculo y vio que una furgoneta blanca con el escudo de la oficina del sheriff en la puerta del conductor se detenia enfrente del edificio de apartamentos del otro lado de la calle. El equipo de huellas habia llegado.

McCaleb miro por ultima vez al tejado de enfrente y luego se dirigio de nuevo hacia abajo, derrotado. Se detuvo de repente. Alli estaba la lechuza, encima de un compresor del sistema centralizado de aire acondicionado, en el tejado de la extension en forma de ele del edificio en que se hallaba.

Se acerco rapidamente a la escalera y subio al rellano del tejado. Tuvo que abrirse camino entre algunos muebles almacenados en el descansillo, pero la puerta no estaba cerrada con llave. Troto por el suelo de grava del tejado hasta el aparato de aire acondicionado.

McCaleb observo la lechuza antes de tocarla. Coincidia con su recuerdo de la grabacion de la escena del crimen y la base era octogonal. Sabia que era la lechuza que estaba buscando. Quito el alambre que habian enrollado en la base para unirlo a la parrilla de entrada de aire del aparato. Se fijo en que la parrilla y las tapas metalicas de la unidad estaban cubiertas de deposiciones secas de pajaros. Supuso que los excrementos de pajaros constituian un problema de mantenimiento y Rohrshak, que al parecer se encargaba tambien de aquel edificio, se habia llevado la lechuza del apartamento de Gunn y la habia utilizado para mantener alejadas a las aves.

McCaleb saco el alambre y lo enrollo en torno al cuello de la lechuza, a fin de poder transportarlo sin necesidad de tocarlo, aunque no creia que fueran a encontrar ninguna huella ni fibras de ningun tipo. Lo levanto del aparato de aire acondicionado y regreso a la escalera.

Cuando McCaleb entro de nuevo en el apartamento de Edward Gunn, vio a dos tecnicos sacando su instrumental de un maletin. Habia una escalera de mano delante de la vitrina.

– Creo que tendriais que empezar por esto.

McCaleb vio que los ojos de Rohrshak se abrian como platos cuando el entraba en el salon y dejaba la lechuza de plastico sobre la mesa.

– Tambien se encarga del edificio de enfrente, ?verdad, senor Rohrshak?

– Eh…

– No se preocupe. Es muy facil de averiguar.

– Ya te lo digo yo -intervino Winston, doblandose para mirar la lechuza-. Estaba alli cuando lo necesitamos el dia del asesinato. Vive alli.

– ?Tiene alguna idea de como fue a parar al tejado? -pregunto McCaleb.

Rohrshak siguio sin contestar.

– Supongo que se fue volando, ?no?

Rohrshak no podia apartar la mirada de la lechuza.

– Ahora puede irse, senor Rohrshak, pero no se aleje demasiado. Si hay alguna huella en el pajaro o en la vitrina, tendremos que tomarle las suyas para compararlas.

Esta vez Rohrshak miro a McCaleb y sus ojos se abrieron todavia mas.

– Puede marcharse, senor Rohrshak.

El conserje se volvio y lentamente salio del apartamento.

– Y cierre la puerta, por favor-le grito McCaleb.

Cuando la puerta se cerro, Winston casi solto una carcajada.

– Te has pasado, Terry. En realidad no ha hecho nada malo. Nosotros nos fuimos y el dejo que la hermana se llevara todo lo que quisiera. ?Que se suponia que tenia que hacer, alquilar el apartamento con esa estupida lechuza ahi encima?

McCaleb nego con la cabeza.

– Nos mintio. Eso estuvo mal. Casi reviento subiendo a ese edificio del otro lado de la calle. Podia habernos dicho que estaba alli.

– Bueno, ahora esta mas que asustado. Creo que ha aprendido la leccion.

– Da igual. -Retrocedio para que uno de los tecnicos pudiera trabajar con la lechuza mientras el otro se subia a la escalera para examinar la parte superior de la vitrina.

McCaleb examino la figura mientras el tecnico aplicaba un polvo negro con un pincelito. Al parecer la lechuza estaba pintada a mano. Era marron oscuro y tenia la cabeza y la espalda negras. Su pecho era de un marron mas claro con algunos detalles amarillos y los ojos de un negro brillante.

– ?Ha estado a la intemperie? -pregunto el tecnico.

– Por desgracia -respondio McCaleb, recordando las lluvias que habian caido en el continente y en Catalina la semana anterior.

– Bueno, no hay nada.

– Lo suponia.

McCaleb miro a Winston, y en sus ojos se reflejaba una renovada animadversion por Rohrshak.

– Aqui tampoco hay nada -dijo el otro tecnico-. Demasiado polvo.

9

El juicio de David Storey se celebraba en el juzgado de Van Nuys. El crimen que se juzgaba no estaba conectado ni remotamente con Van Nuys ni con el valle de San Fernando, pero la fiscalia habia elegido ese juzgado porque el Departamento N estaba disponible y era la unica sala grande del condado; habia sido construido varios anos antes, uniendo dos salas para albergar comodamente a los dos jurados y a la aglomeracion de medios de comunicacion atraidos por el caso de asesinato de los hermanos Menendez. Los hermanos Menendez habian asesinado a sus padres, y el caso habia sido uno de los que capto el interes de la prensa en la decada de los noventa y, por tanto, la atencion del publico. Cuando termino, la oficina del fiscal no se molesto en desmontar la enorme sala. Alguien habia tenido la prevision suficiente para darse cuenta de que en Los Angeles siempre habria algun caso capaz de llenar el Departamento N.

Y en ese momento era el caso de David Storey.

El director de cine de treinta y ocho anos -conocido por peliculas que exploraban los limites de la violencia y el sexo manteniendo la clasificacion para salas comerciales- estaba acusado del asesinato de una joven actriz a la que se habia llevado a casa despues de la premier de su pelicula mas reciente. El cuerpo de la joven de veintitres anos habia sido hallado a la manana siguiente en el pequeno bungalo de Nichols Canyon que compartia con otra aspirante a actriz. La victima habia sido estrangulada y su cuerpo desnudo colocado en la cama en una postura que

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