Esta vez fue McCaleb quien sacudio la cabeza.

– Todavia no tengo listo un perfil, Jaye.

– Entonces ?que es lo que tienes?

– Un sospechoso.

Cerro la puerta en ese momento y pudo oir las maldiciones sordas mientras se dirigia a su coche. Al cruzar el aparcamiento una sombra lo cubrio a el y a todo lo demas. Levanto la cabeza y vio el zeppelin de Goodyear cruzando por encima, eclipsando totalmente el sol.

17

Se reunieron de nuevo al cabo de un cuarto de hora en el Following Sea. McCaleb saco unas Coca-colas e invito a Winston a sentarse en la silla acolchada que habia al extremo de la mesa de cafe del salon. En el aparcamiento le habia pedido que trajera la lechuza de plastico al barco. Utilizo dos toallas de papel para sacarla de la caja y colocarla en la mesa enfrente de ella. Winston lo observo, con los labios fruncidos por el enfado. McCaleb le dijo que comprendia su rabia por haber sido manipulada en su propio caso, pero anadio que volveria a quedar a cargo de la situacion en cuanto le presentara sus hallazgos.

– Lo unico que puedo decirte, Terry, es que mas vale que esto sea de puta madre.

McCaleb recordo que en una ocasion, en el primer caso en el que habian trabajado juntos, McCaleb habia anotado en la tapa interior de la carpeta que ella tendia a utilizar lenguaje grosero cuando estaba tensa. Tambien habia anotado que era lista e intuitiva. Esperaba que esos rasgos no hubieran cambiado.

Se acerco a la encimera, donde habia dejado la carpeta de la presentacion. La abrio y se llevo la hoja superior a la mesita de cafe. Aparto los listados de Bird Barrier y dejo la hoja junto a la base de la lechuza.

– ?Crees que este es nuestro pajaro?

Winston se acerco para examinar la imagen en color que el habia traido. Era un detalle ampliado del cuadro de Bosch El jardin de las delicias que mostraba a un hombre desnudo abrazando la oscura lechuza de ojos negros y brillantes. Habia recortado ese y otros detalles del libro de Marijnissen. Observo mientras los ojos de Winston se movian constantemente de la lechuza de plastico al detalle del cuadro.

– Diria que coinciden -dijo por fin-. ?De donde has sacado esto? ?Del Getty? Tendrias que haberme hablado de esto ayer, Terry. ?Que cono esta pasando?

McCaleb levanto las manos para solicitar calma.

– Te lo explicare todo. Solo te pido que me dejes que te ensene esto como yo quiero. Despues contestare a todas tus preguntas.

Ella hizo una senal con la mano para indicarle que podia continuar. McCaleb se acerco de nuevo a la encera para coger la segunda hoja. La puso delante de ella.

– El mismo pintor, otra obra.

Ella lo miro. Era un detalle de El Juicio Final en el que se representaba al pecador atado en la posicion fetal invertida, a la espera de ser enviado al infierno.

– No me hagas esto. ?Quien es el pintor?

– Te lo dire en un momento. -Regreso al archivo de la encimera.

– ?Sigue vivo este tipo? -pregunto ella a su espalda.

McCaleb acerco la tercera hoja y la puso en la mesa junto a las otras dos.

– Murio hace quinientos anos.

– ?Dios mio!

Ella cogio la tercera hoja y la miro atentamente. Era la reproduccion completa de Los siete pecados capitales.

– Se supone que es el ojo de Dios que ve todos los pecados del mundo -explico McCaleb-. ?Reconoces las palabras del centro que rodean el iris?

– Cuidado, cuidado… -Winston murmuro la traduccion-. Oh, cielos, este tio esta completamente loco, ?Quienes?

– Uno mas. Ahora esta pieza si que encaja.

Volvio al fichero por cuarta vez y regreso con otra reproduccion de una pintura del libro de Bosch. Se la tendio a ella.

– Se llama La extraccion de la piedra de la locura. En la Edad Media algunos creian que una operacion para extraer una piedra del cerebro era la solucion para la estupidez y la demencia. Fijate en la localizacion de la incision.

– Me he fijado. Igual que nuestro hombre. ?Que es todo esto de alrededor?

Winston trazo con el dedo el borde circular de la pintura. En el margen exterior negro habia palabras que en su momento habian estado pintadas en dorado, pero el tiempo las habia deteriorado y resultaban casi indescifrables.

– La traduccion es «Maestro, quite la piedra. Me llamo Lubbert Das». Los libros de critica sobre el autor de esta obra senalan que Lubbert era un nombre ridiculo que se aplicaba a los pervertidos o a los estupidos.

Winston dejo la hoja al lado de las otras y levanto las manos con las palmas hacia afuera.

– Muy bien, Terry, ya basta. Dime quien era el pintor y quien es el sospechoso que dices que te ha surgido.

McCaleb asintio. Era el momento.

– El nombre del pintor era Jerome van Aeken. Era holandes y esta considerado uno de los grandes maestros del Renacimiento en el norte de Europa. Sin embargo, sus obras eran oscuras, llenas de monstruos y fantasmas demoniacos. Lechuzas tambien. Muchas lechuzas. La critica dice que las lechuzas de sus obras lo simbolizan todo, desde el mal a la muerte y la caida de la humanidad.

Busco entre las hojas colocadas sobre la mesita de te y levanto el detalle del hombre que abrazaba a la lechuza.

– Este lo dice todo de el. El hombre abraza el mal (la lechuza demoniaca, por usar la descripcion del senor Riddell) y eso conduce al inevitable destino del infierno. Esta es la pintura completa.

Volvio al fichero y trajo la reproduccion completa de El jardin de las delicias. McCaleb observo los ojos de Winston mientras ella estudiaba las imagenes. Vio repulsion mezclada con fascinacion. McCaleb senalo las cuatro lechuzas que habia encontrado en la pintura, incluido el detalle que ya le habia mostrado a ella.

Ella de repente aparto la hoja y lo miro.

– Espera un momento. Se que he visto este cuadro antes. En algun libro o quiza en las clases de arte que tomaba en la Universidad de California. Pero nunca habia oido mencionar a este Van Aeken, no me suena. Fue el quien pinto esto.

McCaleb asintio.

– El jardin de las delicias. Van Aeken lo pinto, pero no has oido hablar de el porque no era conocido por su nombre verdadero. Usaba la version latina de Jerome y adopto el nombre de su ciudad natal por apellido. Se lo conocia como Hieronymus Bosch.

Ella se limito a mirarlo por un momento al tiempo que todo encajaba en su mente, las imagenes que el le habia mostrado, los nombres del listado, su propio conocimiento del caso de Edward Gunn.

– Bosch -dijo ella, casi como si expulsara el aire-. ?Hieronymus es el…?

Ella no termino. McCaleb asintio.

– Si, es el verdadero nombre de Harry.

Ambos estaban paseando por el salon con la cabeza baja, aunque con cuidado de no chocar. Hablaban atropelladamente.

– Esto es ir demasiado lejos, McCaleb. ?Sabes lo que dices?

– Se exactamente lo que estoy diciendo. Y no creas que no me lo he pensado mucho antes de decirlo. Yo lo considero un amigo, Jaye. En una ocasion… No se, hubo un tiempo en que pense que eramos muy parecidos. Pero mira esto, mira las conexiones, los paralelismos. Encaja. Todo encaja.

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