– Yo tambien. Casi siempre la llamamos Cid. Da igual, ?recuerdas aquella noche aqui arriba que no parabas de preguntar sobre la mano de Dios y decias que ya no podias verla en nada? A mi me paso lo mismo. Lo perdi. En este trabajo es dificil no hacerlo. Entonces… -Levanto la foto-. Esta aqui otra vez. Volvi a encontrar la mano de Dios. La veo en los ojos de CiCi.
Bosch se quedo mirando a McCaleb un rato antes de asentir.
– Me alegro por ti, Terry.
– O sea, no estoy tratando de,…, vamos que no quiero convertirte ni nada por el estilo. Lo unico que te estoy diciendo es que he encontrado eso que faltaba. Y no se si tu sigues buscandolo… Solo queria decirte, bueno, que esta ahi. No te rindas.
Bosch aparto la vista de McCaleb y miro por las puertas de cristal hacia la oscuridad.
– Estoy seguro de que para alguna gente es asi.
Bosch apuro su botella y fue a la cocina para romper la promesa que se habia hecho a si mismo de tomarse solo una. Llamo a McCaleb para ver si queria una segunda cerveza, pero su visitante dijo que no. Al inclinarse en la nevera abierta se detuvo un momento para sentir la caricia del aire frio en el rostro. Penso en lo que McCaleb acababa de decirle.
– ?Tu no crees que seas uno de ellos?
Bosch se incorporo de golpe al oir la voz de McCaleb, que estaba de pie en el umbral de la cocina.
– ?Que?
– Has dicho que es asi para alguna gente. ?Tu crees que no formas parte de esa gente?
Bosch saco una cerveza de la nevera y la coloco en el abridor montado en la pared. Destapo la botella y dio un buen trago antes de responder.
– ?Que es esto, Terry, un concurso de preguntas y respuestas? ?Estas pensando en hacerte cura o que?
McCaleb sonrio y nego con la cabeza.
– Lo siento, Harry. Esto de ser padre primerizo… Supongo que se lo quiero contar al mundo. Eso es todo.
– Es bonito. ?Ahora quieres hablar de Gunn?
– Claro.
– Salgamos a contemplar la noche.
Salieron a la terraza trasera y ambos admiraron la vista. La 101 era la cinta de luz habitual, una vena brillante que se abria camino entre las montanas. El cielo estaba claro, despues de que la lluvia de la semana anterior hubiera limpiado la capa de contaminacion. Bosch veia las luces del fondo del valle de San Fernando que se extendian hasta el horizonte. Mas cerca de la casa, solo la oscuridad se sostenia en los arbustos de la colina. Le llegaba el olor a eucalipto; siempre era mas intenso despues de la lluvia.
McCaleb fue el primero en romper el silencio.
– Es un lugar bonito este, Harry. Un buen sitio. Supongo que odias tener que meterte en la plaga cada manaria.
Bosch miro a su invitado.
– No me importa siempre que tenga oportunidad de pescar a los peces gordos de cuando en cuando. A gente como David Storey. No me importa.
– ?Y los que se escapan? Como Gunn.
– Nadie se escapa, Terry. Si creyera que lo consiguen no podria hacer esto. Esta claro que no podemos detenerlos a todos, pero yo creo en el circulo. En la noria.
Todo termina por volver a su sitio tarde o temprano. Puede que no vea La mano de Dios con tanta frecuencia como tu, pero creo en eso.
Bosch dejo la botella en la barandilla. Estaba vacia y aunque le apetecia otra sabia que tenia que echar el freno. Iba a necesitar la maxima lucidez en el juicio al dia siguiente. Penso en fumarse un cigarrillo y sabia que habia un paquete entero en el armario de la cocina, pero decidio contenerse tambien en ese aspecto.
– Entonces supongo que lo que le paso a Gunn es una confirmacion de tu fe en la teoria de la noria.
Bosch no dijo nada durante un buen rato, solo miro las luces del valle.
– Si-dijo al fin-. Supongo que si.
Aparto la mirada y dio la espalda al valle. Se recosto en la barandilla y miro de nuevo a McCaleb.
– ?Bueno, y que hay de Gunn? Pensaba que ayer te habia dicho todo lo que habia que decir. Tienes el expediente, ?no?
McCaleb asintio.
– Probablemente me lo dijiste todo y si que tengo el expediente. Pero me estaba preguntando si se te ocurrio algo mas. Ya sabes, si nuestra conversacion te hizo pensar en eso.
Bosch casi contuvo la risa y levanto la botella antes de recordar que estaba vacia.
– Venga, Terry, tio, estoy en medio de un juicio, he estado localizando a una testigo que se largo sin avisar. O sea, que deje de pensar en tu investigacion en el momento en que me levante de la mesa en Cupid's. ?Que es exactamente lo que quieres de mi?
– Nada, Harry. No quiero nada de ti que no tengas. Solo pense que valia la pena intentarlo. No se. Estoy trabajando en esto y trato de encontrar algo. Pense que quiza… no te preocupes.
– Eres un tio raro, McCaleb. Ahora me estoy acordando de la forma en que solias mirar las fotos de la escena del crimen. ?Quieres otra cerveza?
– Si, ?por que no?
Bosch se agacho para recoger su botella y la de McCaleb. Quedaba al menos un tercio. Volvio a dejarla.
– Bueno, acabatela.
Entro a la casa y saco otras dos cervezas de la nevera. Esta vez McCaleb estaba de pie en la sala cuando el salio de la cocina. Le paso a Bosch su botella vacia, y este se pregunto por un momento si se la habia acabado o la habia vaciado desde la terraza. Se llevo la vacia a la cocina y cuando salio McCaleb estaba delante del equipo de musica, mirando la caja del cede.
– ?Es esto lo que suena? -pregunto-.
Bosch se acerco.
– Si. Art Pepper y la banda de Miles. Red Garland al piano, Paul Chambers al bajo, Philly Joe Jones a la bateria. Lo grabaron aqui en Los Angeles el diecinueve de enero del cincuenta y siete. Un dia. Dicen que el corcho del saxo de Pepper estaba roto, pero no importaba. Tenia una oportunidad con estos tipos y le saco todo el partido posible. Un dia, una sesion, un clasico. Esa es la forma de hacerlo.
– ?Estos tipos estaban en la banda de Miles?
– En esa epoca si.
McCaleb asintio. Bosch se acerco para mirar la tapa del cede que sostenia McCaleb.
– Si, Art Pepper -dijo-. De pequeno no sabia quien era mi padre. Mi madre tenia un monton de discos de Pepper. Ella se pasaba por algunos de los clubes de jazz donde tocaba. Art era guapo. Para ser yonqui. Mira la foto. Yo me invente la historia de que el era mi padre y que no estaba nunca en casa, porque siempre andaba de gira y grabando discos. Casi llegue a creermelo. Despues (quiero decir anos despues) lei un libro sobre el. Decia que era yonqui cuando le hicieron esa foto. Se pincho en cuanto termino de grabar y volvio a acostarse.
McCaleb se fijo en la fotografia del CD. Un hombre atractivo recostado en un arbol con el saxo descansando en su brazo derecho.
– Bueno, podia tocar-dijo McCaleb.
– Si, podia tocar -coincidio Bosch-. Era un genio con una jeringa en el brazo.
Bosch subio ligeramente el volumen. El tema era
– ?Tu crees eso? -pregunto McCaleb.
– ?Que, que era un genio? Si, era un genio con el saxo.
– No, me refiero a si todo genio (musico, artista, incluso detective) tiene un defecto asi. La jeringa en el brazo.
– Yo creo que todo el mundo tiene un defecto fatal, tanto si es un genio como si no.
Bosch subio mas el volumen. McCaleb dejo la cerveza encima de uno de los altavoces del suelo. Bosch la levanto y se la devolvio. Limpio con la palma de la mano el cerco humedo de la superficie de madera. McCaleb bajo la musica.
– Venga, Harry, dame algo.