– ?Entonces con que tenia que ver?

– Querian ayudarme. Yo los considero amigos.

– ?Ha tenido alguna vez relaciones sexuales con ellos?

Annabelle Crowe se miro las manos y nego con la cabeza.

– ?Esta diciendo que no, senorita Crowe?

– Estoy diciendo que no tuve relaciones sexuales con ellos cada vez que me dieron dinero. Y que no me dieron dinero cada vez que teniamos relaciones. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Esta haciendo que parezca una cosa que no es.

– Yo solo estoy haciendo preguntas, senorita Crowe. Esa es mi obligacion y la suya es decirle al jurado la verdad.

Despues de una larga pausa, Fowkkes afirmo que no tenia mas preguntas.

Bosch se dio cuenta de que habia estado sujetando los brazos de la silla con tanta fuerza que tenia los nudillos blancos y estaba entumecido. Se froto las manos y trato de tranquilizarse, pero no lo consiguio. Sabia que Fowkkes era un maestro, un artista del corte. Era breve y preciso y tan devastador como un estilete. Bosch se dio cuenta de que su malestar no era solo por la posicion desamparada y la humillacion publica de Annabelle Crowe, sino por su propia posicion. Sabia que el estilete iba a dirigirse a el a continuacion.

40

Se metieron en un reservado de Nat's despues de que la camarera con el tatuaje del corazon encadenado en alambre de espino les diera las botellas de Rolling Rock. Mientras sacaba las botellas de la nevera y las abria, la mujer no hizo mencion alguna a la visita de McCaleb de la otra noche para hacer preguntas sobre el hombre con el que habia regresado. Era temprano y en el local solo habia un par de grupos de tipos duros en la barra y reunidos en el reservado del fondo. En la maquina de discos Bruce Springsteen cantaba «Esta oscuro en el filo de la ciudad…»

McCaleb estudio a Bosch. Penso que tenia aspecto de estar preocupado por algo, probablemente por el juicio. El ultimo testimonio habia acabado como mucho en empate. Bien en el interrogatorio, mal en la interpelacion. El tipo de testigo que no usas si tienes eleccion.

– Parece que no os ha ido muy bien con la testigo.

Bosch asintio.

– Es culpa mia. Tendria que haberlo visto venir. La mire y pense que era tan guapa que no podia… Simplemente la crei.

– Te entiendo.

– Es la ultima vez que me fio de una cara.

– Todavia parece que lo llevais bien. ?Que mas teneis?

Bosch esbozo una sonrisita.

– Esto es todo. Iban a concluir hoy, pero decidieron esperar hasta manana para que Fowkkes no tuviera la noche para prepararse. Pero ya hemos disparado todas las balas. A partir de manana veremos que es lo que tienen ellos.

McCaleb observo que Bosch se bebia casi media botella de un trago. Decidio pasar a las preguntas que de verdad le interesaban mientras Bosch seguia sereno.

– Bueno, hablame de Rudy Tafero.

Bosch se encogio de hombros en un gesto de ambivalencia.

– ?Que pasa con el?

– No lo se. ?Lo conoces bien? ?Lo conocias bien?

– Bueno, lo conocia cuando estaba en nuestro equipo. Trabajamos juntos en la brigada de detectives de Hollywood durante cinco anos. Entonces entrego la placa, cogio su pension de veinte anos y se instalo al otro lado de la calle. Empezo a trabajar sacando del calabozo a los que nosotros metiamos en el calabozo.

– Cuando estabais los dos en Hollywood, ?teniais mucha relacion?

– No se que quiere decir relacion. No eramos amigos, ni nos tomabamos las copas juntos, el trabajaba en robos y yo en homicidios. ?Por que me preguntas tanto por el? ?Que tiene que ver el con…?

Se detuvo y miro a McCaleb, los engranajes obviamente girando en su mente. Rod Stewart estaba cantando Twisting the Night Away.

– ?Me estas tomando el pelo? -pregunto Bosch al fin-. ?Estas investigando a…?

– Dejame hacerte algunas preguntas -lo interrumpio McCaleb-. Despues haz tu las tuyas.

Bosch se acabo la botella y la levanto hasta que la camarera lo vio.

– No hay servicio de mesas, chicos -grito-. Lo siento.

– Mierda -dijo Bosch.

Salio deslizandose del reservado y se acerco a la barra. Regreso con otras cuatro Rocks, aunque McCaleb apenas habia empezado con la primera de las suyas.

– Pregunta -dijo Bosch.

– ?Por que no teniais mucha relacion?

Bosch apoyo los codos en la mesa y sostuvo una botella llena con ambas manos. Miro fuera del reservado y luego a McCaleb.

– Hace cinco o diez anos habia dos grupos en el FBI, y hasta cierto punto pasaba lo mismo en el departamento. Era como los santos y los pecadores, dos grupos distintos.

– ?Los nacidos de nuevo y los que no habian visto la luz?

– Algo asi.

McCaleb lo recordo. Hacia una decada habia sido bien conocido en los circulos de los cuerpos de segundad locales que un grupo en el Departamento de Policia de Los Angeles conocido como los «nacidos de nuevo» tenia miembros en puestos clave y prevalecia en los ascensos y la eleccion de destinos. Los miembros del grupo -varios cientos de agentes de todos los rangos- pertenecian a una iglesia del valle de San Fernando, donde el subdirector del departamento al frente de las operaciones era un predicador lego. Los oficiales ambiciosos se unieron en tropel a la iglesia, con la esperanza de impresionar al subdirector y mejorar sus perspectivas laborales. El grado de espiritualidad implicito estaba en entredicho. Pero cuando el subdirector pronunciaba su sermon todos los domingos durante el servicio de las once, la iglesia estaba llena hasta los topes de polis fuera de servicio con una mirada fervorosa fijada en el pulpito. McCaleb habia oido en una ocasion una anecdota acerca de la alarma de un coche que sono en el aparcamiento de la iglesia durante el servicio de las once. El desafortunado yonqui que estaba hurgando en la guantera del vehiculo pronto se vio apuntado por un centenar de pistolas empunadas por policias fuera de servicio.

– Supongo que tu eras de los pecadores, Harry.

Bosch sonrio y asintio.

– Por supuesto.

– Y Tafero estaba con los santos.

– Si, y tambien nuestro teniente de entonces, un petimetre llamado Harvey Pounds. El y Tafero tenian su iglesita montada y por eso eran inseparables. Supongo que cualquiera que estuviera con Pounds, fuera por la iglesia o no, no era alguien hacia el que yo iba a gravitar, no se si me explico. Y ellos no iban a gravitar hacia mi.

McCaleb asintio. Sabia mas de lo que dejaba entrever.

– Pounds fue el tipo que estropeo el caso Gunn -dijo-. El que empujaste por la ventana.

– El mismo.

Bosch bajo la cabeza y la sacudio en una actitud de autodesprecio.

– ?Estaba Tafero alli aquel dia?

– ?Tafero? No lo se, es probable.

– Bueno, ?no hubo una investigacion de asuntos internos con informes de testigos?

– Si, pero yo no la mire. O sea, empuje al tio por la ventana delante de toda la brigada. No iba a negarlo.

– Y despues al cabo de, ?que fue mas o menos un mes?, Pounds aparecio muerto en un tunel en las colinas.

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