estado encanonado por un arma, se sentia bastante bien.
Cuando la bahia se estrechaba hasta convertirse en un canal, McKittrick volvio a tirar hacia si de la palanca del acelerador y modero la velocidad. Saludo a un hombre que estaba en el puente de un yate gigante anclado a un restaurante de la orilla. Bosch no podia saber si conocia al hombre o se trataba de un saludo de buena vecindad.
– Llevalo en linea con el farol del puente.
– ?Que?
– Llevalo.
McKittrick se retiro del timon y se dirigio a la proa del barco. Bosch rapidamente se situo tras el timon, avisto el farol rojo que colgaba en el punto medio de un puente levadizo situado media milla mas adelante, y ajusto el timon para alinear el barco. Miro por encima del hombro y vio que McKittrick sacaba una bolsa de plastico llena de morralla de un compartimiento que habia en la cubierta.
– A ver a quien tenemos aqui hoy -dijo.
Fue a un lado del barco y se inclino por encima de la borda.
Bosch vio que empezaba a palmear en el costado del
– ?Que pasa? -pregunto Bosch.
Justo cuando lo dijo, un delfin salto del agua por la popa de babor y volvio a zambullirse a menos de un metro y medio del lugar en el que estaba McKittrick. Fue como un borron gris resbaladizo, y en un primer momento Bosch no supo con exactitud lo que habia ocurrido. Sin embargo, el delfin no tardo en volver a emerger al lado del barco, con el morro fuera del agua y castaneteando. Sonaba como si se estuviera riendo. Mc Kittrick lanzo dos de los pescaditos de morralla a su boca abierta.
– Este es
Bosch echo un rapido vistazo al puente de mando para asegurarse de que seguian razonablemente en ruta y retrocedio hasta la popa. El delfin continuaba alli. McKittrick senalo al agua por debajo de la aleta dorsal del animal. Bosch vio tres listas blancas que acuchillaban su suave lomo gris.
– Una vez se acerco demasiado y le hirio una helice. La gente de Mote Marine lo cuido, pero le quedaron esos galones de sargento.
Bosch asintio mientras McKittrick alimentaba otra vez al delfin. Sin levantar la mirada para ver si seguian en ruta, McKittrick dijo:
– Sera mejor que cojas el timon.
Bosch se volvio y advirtio que se habian apartado notablemente del rumbo. Regreso al timon y corrigio la derrota. Se quedo alli mientras McKittrick permanecio en la parte de popa, lanzando peces al delfin, hasta que pasaron por debajo del puente. Bosch decidio que lo esperaria. No importaba si McKittrick contaba su historia en el trayecto de ida o en el de vuelta, la cuestion era que no iba a marcharse sin haberla escuchado.
Diez minutos despues de pasar bajo el puente llegaron a un canal que los llevo al golfo de Mexico. McKittrick puso cebo en dos de las canas y desenredo un centenar de metros de sedal en cada una. Despues volvio a situarse al timon y grito por encima del sonido del viento y del ruido del motor.
– Quiero ir a los arrecifes. Iremos en motor hasta que lleguemos alli y despues haremos un poco de pesca a la deriva en los bajios. Entonces hablaremos.
– Suena como un plan -respondio Bosch en otro grito.
No pescaron nada y a unas dos millas de la costa McKittrick paro motores y le pidio a Bosch que se ocupara de una cana mientras el cogia la otra. Bosch, que era zurdo, tardo unos momentos en coordinarse en el carrete para diestros, pero enseguida sonrio.
– Creo que no habia hecho esto desde que era nino. En McClaren de vez en cuando nos metian en un autobus y nos llevaban al muelle de Malibu.
– Joder, ?ese muelle sigue alli?
– Si.
– Ahora debe de ser como pescar en una cloaca.
– Supongo.
McKittrick rio y sacudio la cabeza.
– ?Por que te quedas alli, Bosch? No parece que te tengan demasiado aprecio.
Bosch penso un momento antes de contestar. El comentario era adecuado, pero se pregunto si correspondia a McKittrick o a la fuente a la que el habia llamado.
– ?A quien has llamado para preguntar por mi?
– No te lo voy a decir. Por eso habla conmigo, porque sabe que yo no voy a decirtelo.
Bosch asintio para dar a entender que no iba a insistir en la cuestion.
– Bueno, tienes razon -dijo-. No creo que me aprecien particularmente alli. Pero no se. Es como si cuanto mas me empujan en un sentido mas ganas tengo yo de empujar en el otro. Creo que si dejaran de presionarme probablemente decidiria irme.
– Creo que entiendo lo que quieres decir.
McKittrick guardo las dos canas que habian usado y empezo a preparar las otras dos con anzuelos y plomos.
– Vamos a usar salmonete.
Bosch asintio. No tenia ni idea de pesca, pero observaba a McKittrick de cerca. Se le ocurrio que podia ser un buen momento para empezar.
– Asi que entregaste la placa despues de veinte anos en Los Angeles. ?Que hiciste despues?
– Lo estas viendo. Me mude aqui, yo soy de Palmetto, costa arriba. Me compre un barco y me converti en guia de pesca. Hice eso durante otros veinte anos, me jubile y ahora pesco solo para mi.
Bosch sonrio y observo mientras McKittrick abria una bolsa con tiras de salmonete y las colocaba en los anzuelos. Despues de coger dos cervezas frescas, se colocaron en lados separados del barco y se sentaron a esperar en la borda.
– ?Entonces como terminaste en Los Angeles? -pregunto Bosch.
– ?Como es eso que dicen de rejuvenecerse viajando al oeste? Bueno, despues de que se rindio Japon, yo pase por Los Angeles de camino a casa y vi esas montanas que iban del mar al cielo… Maldicion, cene en el Derby la primera noche que pase en la ciudad. Estaba a punto de vaciar mi cartera y ?sabes quien estaba alli y pago mi cuenta? El mismisimo Clark Gable. No bromeo. Joder, me enamore de ese sitio y tarde casi treinta anos en ver la luz… Mary es de Los Angeles, ?sabes? Nacio y se crio alli. Pero le gusta vivir aqui.
McKittrick asintio para darse confianza a si mismo. Bosch espero unos segundos y el ex policia seguia mirando a sus recuerdos distantes.
– Era un buen tipo.
– ?Quien?
– Clark Gable.
Bosch aplasto la lata vacia de cerveza en la mano y fue a buscar otra.
– Bueno, hablame del caso -dijo despues de abrirla-. ?Que ocurrio?
– Ya sabes lo que ocurrio si has leido el expediente. Estaba todo alli. Me jodieron. Un dia tenia una investigacion y al dia siguiente estaba escribiendo: «No hay pistas en este momento.» Era una broma. Por eso recuerdo tan bien el caso. No deberian haber hecho lo que hicieron.
– ?Quien?
– Ya sabes, los peces gordos.
– ?Que hicieron?
– Nos quitaron el caso y Eno les dejo que lo hicieran. Llego a un acuerdo con ellos. Mierda. -Sacudio la cabeza con amargura.
– Jake -probo Bosch. Esta vez el no protesto porque lo llamara por el nombre-. ?Por que no empiezas por el principio? Necesito que me cuentes todo lo que puedas.
McKittrick permanecio en silencio mientras enrollaba el sedal. Nadie habia mordido su anzuelo. Lo coloco de nuevo, puso la cana en otro de los agujeros de la borda y saco otra cerveza. Cogio una gorra de Tampa Bay Lightning de debajo de la consola y se la puso. Se apoyo en la borda con su cerveza y miro a Bosch.
– Vale, chico, escucha. No tenia nada contra tu madre. Voy a contartelo como lo sentia, ?si?