– No lo se exactamente. Puede que solo estuviera intercambiando favores. No digo que se hiciera rico, pero creo que saco algo del trato. No lo habria hecho por nada. Pero no se lo que es.

McKittrick empezo a sacar las canas de los agujeros y a guardadas en unos ganchos a tal fin que habia a lo largo de la popa.

– En mil novecientos setenta y dos sacaste de los archivos el expediente del caso, ?como es eso?

McKittrick lo miro con curiosidad.

– Yo firme el mismo recibo hace unos dias -explico Bosch-. Tu nombre seguia alli.

McKittrick asintio con la cabeza.

– Si, eso fue justo despues de presentar mis papeles. Me iba, estaba revisando mis archivos y mis cosas. Me habia quedado las huellas que sacamos del cinturon. Me quede con la tarjeta. Y con el cinturon.

– ?Por que?

– Ya sabes por que. No creia que fuera a estar seguro en ese archivo ni en la sala de pruebas. No con Conklin como fiscal del distrito ni con Ella haciendole favores. Asi que me quede el material. Despues pasaron unos anos y todo seguia alli cuando estaba recogiendo para irme a Florida. Asi que justo antes de irme volvi a poner la tarjeta de huellas en el expediente del caso y baje a devolver el cinturon a la caja de pruebas. Eno ya se habia retirado y estaba en Las Vegas. Conklin estaba quemado y alejado de la politica. El caso se habia olvidado hacia mucho. Devolvi las cosas. Supuse, o tal vez fue solo un deseo, que alguien lo investigaria algun dia.

– ?Y tu? ?Miraste el expediente cuando devolviste la tarjeta?

– Si, y vi que habia hecho lo correcto. Alguien lo habia revisado. Sacaron la entrevista de Fax. Probablemente fue Eno.

– Como segundo hombre del caso, tenias que llevar el papeleo, ?no?

– Si. La burocracia era cosa mia. En su mayor parte.

– ?Que escribiste del interrogatorio de Fox para que Eno quisiera eliminarlo?

– No recuerdo nada especifico, solo que pensaba que el tipo estaba mintiendo y que Conklin estaba fuera de lugar. Algo por el estilo.

– ?Recuerdas si faltaba algo mas?

– No, nada importante, solo eso. Creo que Eno solo queria eliminar del archivo el nombre de Conklin.

– Si, bueno, se le paso algo. Tu habias anotado su primera llamada en el informe cronologico. Por eso lo supe.

– ?Si? Vaya, bien por mi. Y aqui estas.

– Si.

– Bueno, vamos de vuelta. Lastima que no hayan picado mucho hoy.

– Yo no me quejo. Yo tuve mI pez.

McKittrick se situo detras del timon y estaba a punto de poner en marcha el motor cuando penso en algo.

– Ah, ?sabes que? -Fue a la nevera y la abrio-. No quiero decepcionar a Mary.

Saco las bolsas de plastico que contenian los sandwiches que habia preparado su mujer.

– ?Tienes hambre?

– La verdad es que no.

– Yo tampoco.

Abrio las bolsas y echo los sandwiches por la borda. Bosch lo observo.

– Jake, cuando has sacado esa pistola, ?quien creias que era?

McKittrick no dijo nada mientras doblaba cuidadosamente las bolsas de plastico y volvia a meterlas en la nevera. Cuando se enderezo, miro a Bosch.

– No lo se. Lo unico que se es que pense que tal vez tendria que traerte aqui y lanzarte como esos sandwiches. Parece que haya estado escondiendome aqui toda mi vida, esperando que mandaran a alguien.

– ?Crees que iban a llegar tan lejos en tiempo y distancia?

– No tengo ni idea. Cuanto mas tiempo pasa, mas lo dudo. Pero los viejos habitos son dificiles de superar. Siempre tengo un arma cerca. No importa que muchas veces ni siquiera recuerde por que.

Volvieron del golfo con el motor rugiendo y con la suave salpicadura del agua en sus rostros. No hablaron. Ya habian dicho todo lo que tenian que decir. Ocasionalmente, Bosch miraba a McKittrick. Su viejo rostro estaba bajo la sombra de la visera de su gorra. Pero Bosch veia sus ojos desde alli, mirando a algo que habia ocurrido mucho tiempo atras y que ya no podia cambiarse.

Despues del paseo en barco, Bosch sentia la aparicion de un dolor de cabeza por la combinacion de un exceso de sol y un exceso de cerveza. Rechazo una invitacion a cenar de McKittrick argumentando que estaba cansado. Una vez en su coche, se tomo dos pastillas de paracetamol que tenia en la bolsa de viaje y las trago sin acompanarlas de ningun liquido y con la esperanza de que le hicieran efecto. Saco su libreta y reviso algunas de las cosas que habia anotado de la version de Mc Kittrick.

Al final de la salida de pesca, el viejo policia ya le caia bien. Tal vez habia visto algo de si mismo en el hombre mayor. McKittrick estaba atormentado porque habia dejado escapar el caso. No habia hecho lo correcto. Y Bosch sabia que el era culpable de lo mismo por todos los anos que habia dado la espalda a un caso que sabia que estaba esperandole. Pero se estaba redimiendo, igual que habia hecho McKittrick al hablar con el. No obstante, ambos sabian que tal vez estaban haciendo demasiado poco y demasiado tarde.

Bosch no estaba seguro de que haria a continuacion cuando llegara a Los Angeles. Le daba la impresion de que su unico movimiento posible era confrontar a Conklin. Se sentia reticente a hacerla porque sabia que acudiria a esa confrontacion debil, sin pruebas, armado solo con sus sospechas. Conklin tendria la mejor mano.

Le invadio una oleada de desesperacion. No queria que el caso terminara asi. Conklin no habia parpadeado en casi treinta y cinco anos y no lo haria delante de Bosch. Harry sabia que necesitaba algo mas. Pero no tenia nada.

Bosch giro la llave de contacto. Puso el aire acondicionado a tope y anadio lo que McKittrick le habia contado en el puchero de lo que ya tenia. Empezo a formular una teoria. Para Bosch, se trataba de uno de los componentes mas importantes de una investigacion de homicidios. Coger los hechos y agitarlos para formar hipotesis. La clave era no sentirse en deuda con ninguna teoria. Las teorias cambian y uno tiene que cambiar con ellas.

A partir de la informacion de McKittrick parecia claro que Fox tenia pillado a Conklin. ?Como? Bueno, penso Bosch, el negocio de Fox eran las mujeres. La teoria que emergia era que Fox habia atrapado a Conklin a traves de una mujer o mujeres. Los articulos de diario de entonces senalaban que Conklin era soltero. La moral de la epoca dictaba que como servidor publico y pronto candidato a fiscal jefe, Conklin no necesariamente tenia que ser celibe, pero, al menos, no debia sucumbir en privado a los mismos vicios que atacaba publicamente. Si lo habia hecho y salia a la luz, ya podia despedirse de su carrera politica, y por supuesto tambien de su puesto de jefe de los comandos del fiscal del distrito. Asi pues, concluyo Bosch, si ese era el punto debil de Conklin y si sus escarceos se establecian a traves de Fox, entonces Fox tendria una mano casi imbatible en cuanto a tener poder sobre Conklin. Eso explicaria las circunstancias inusuales de la entrevista que McKittrick y Eno mantuvieron con Fox.

Bosch sabia que la misma teoria funcionaria todavia mejor si Conklin habia hecho algo mas que sucumbir al vicio del sexo y habia ido mas lejos: si habia matado a una mujer que Fox le habia enviado, Marjorie Lowe. Por un lado, eso explicaria por que Conklin sabia a ciencia cierta que Fax era inocente, porque el mismo era el asesino. Por otro lado, explicaria por que Fox consiguio que Conklin intercediera por el y por que fue contratado mas tarde como trabajador de campana de Conklin. En resumen, si Conklin era el asesino, el anzuelo de Fax estaria aun mas enganchado. Conklin habria sido como el wahoo al extremo del sedal, un pez precioso incapaz de escapar.

A no ser que el hombre que sostenia la cana desapareciera de algun modo. Bosch penso en la muerte de Fox y vio como encajaba. Conklin dejo que transcurriera cierto tiempo entre una muerte y la otra. Actuo como un pez enganchado al anzuelo, accediendo incluso a la demanda de Fox de tener un puesto legal en la campana, y entonces, cuando todo parecia claro, Fox fue arrollado por un coche en la calle. Tal vez el pago a un periodista mantuvo en secreto el historial de la victima, si es que el periodista lo conocia, y unos meses despues Conklin fue coronado fiscal del distrito.

Bosch considero donde encajaba Mittel en esta teoria. Sentia que era poco probable que toda la trama se hubiera gestado en el vacio. La apuesta de Bosch era que Mittel, como mano derecha y jefe de seguridad de Conklin, sabia lo que este sabia.

A Bosch le gustaba su teoria, pero le molestaba porque no era mas que eso, teoria. Sacudio la cabeza al darse

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