– Esto esta bien -dijo el cuando finalmente se estaba acercando a su capacidad maxima de comer y beber-. Es genial.

– Si, lo hacen bien. ?Puedo decirte algo, Bosch?

– Adelante.

– Solo estaba bromeando en lo que he dicho antes de los polis de Los Angeles. Pero he conocido a otros polis antes… y tu pareces diferente. No se por que, pero es como si hubieras conservado mucho de lo que tu eres, ?sabes?

– Supongo. Gracias. Creo.

Los dos se echaron a reir y en un movimiento tentativo ella se inclino y lo beso fugazmente en los labios. Fue bonito y Bosch sonrio. Sabia a ajo.

– Suerte que te ha quemado el sol porque te habrias puesto colorado otra vez.

– No. O sea has dicho una cosa bonita.

– ?Quieres venir a mi casa, Bosch?

Esta vez vacilo. No porque tuviera que pensar su respuesta, sino porque queria darle a ella la oportunidad de retirarse en caso de que hubiera hablado demasiado deprisa. Despues de un momento de silencio, Bosch sonrio y asintio con la cabeza.

– Si, me gustaria.

Salieron del restaurante y se dirigieron tierra adentro hacia la autopista. Siguiendo al Volkswagen, Bosch se pregunto si ella se lo pensaria mejor mientras conducia sola. En el puente de Skyway obtuvo su respuesta. Cuando se detuvo en la caseta del peaje con su dolar en la mano, el empleado nego con la cabeza y rechazo el dinero.

– No, la senora del escarabajo ya lo ha pagado.

– ?Si?

– Si. ?La conoce?

– Todavia no.

– Pues creo que va a hacerlo. Buena suerte.

– Gracias.

Ahora Bosch no la habria perdido ni en una ventisca. Cuanto mas conducia, mayor era la euforia adolescente de la anticipacion. Estaba cautivado por la franqueza de aquella mujer y se preguntaba como se traduciria eso cuando hicieran el amor.

Jasmine lo condujo en direccion norte hasta Tampa y despues a una zona llamada Hyde Park. El barrio, con vistas a la bahia, consistia en viejas casas victorianas y de estilo Craftsman con amplios porches. Ella vivia en un apartamento encima de un garaje de tres plazas, detras de una casa victoriana gris con molduras verdes.

Cuando llegaron a lo alto de la escalera y Jasmine estaba metiendo la llave en la cerradura, Bosch penso en algo y no supo que hacer. Ella abrio la puerta y lo miro. Le adivino el pensamiento.

– ?Que pasa?

– Nada. Pero estaba pensando que deberia ir un momento a un drugstore.

– No te preocupes. Tengo lo que necesitas. Pero ?puedes esperar aqui un minuto? He de recoger un poco la casa y limpiar un par de cosas.

Bosch la miro.

– A mi no me importa.

– Por favor.

Vale, tomate tu tiempo.

Bosch espero durante unos tres minutos hasta que ella aparecio en el umbral y lo invito a entrar. Si habia limpiado, lo habia hecho a oscuras. La unica luz procedia de lo que Bosch supuso que era la cocina. Jasmine lo tomo de la mano y lo condujo en direccion contraria a la luz, a lo largo de un pasillo a oscuras que llevaba al dormitorio. Alli ella encendio la luz, revelando una habitacion escasamente amueblada en cuyo centro habia una cama de hierro forjado con dosel. Habia una mesita de noche de madera sin barnizar y un escritorio tambien sin barnizar y la mesa de una vieja maquina de coser Singer con un jarron azul con flores muertas. No habia nada colgado de las paredes, aunque Bosch vio un clavo que asomaba del yeso encima del jarron. Jasmine se fijo en las flores y enseguida cogio el jarron de la mesa y salio de la habitacion.

– Voy a tirar esto. No he estado aqui en una semana y olvide cambiarlas.

Al llevarse las flores se levanto en la habitacion un olor ligeramente acre. Cuando ella salio, Bosch volvio a mirar el clavo y creyo distinguir la forma de un rectangulo en la pared. Alli habia habido algo colgado. Jasmine no habia entrado a limpiar, si lo hubiera hecho habria tirado las flores. Habia entrado para descolgar un cuadro.

Jasmine regreso a la habitacion y volvio a poner el jarron vacio en la mesa.

– ?Te apetece otra cerveza? Tambien tengo vino.

Bosch se acerco a ella, cada vez mas intrigado por sus misterios.

– No, gracias.

Sin decir ni una palabra mas, se abrazaron. Bosch sintio el gusto de la cerveza y el ajo y el humo del cigarrillo mientras la besaba, pero no le importo. Sabia que ella estaria saboreando lo mismo. Apreto su mejilla contra la de ella y acerco la nariz al lugar del cuello donde ella se echaba el perfume. Jazmin nocturno.

Fueron hasta la cama, cada uno quitandose prendas de ropa entre besos apasionados. El cuerpo de Jasmine era hermoso, con las lineas del bronceado distinguibles. Bosch beso sus pechos pequenos y encantadores y suavemente poso su espalda en la cama. Ella le pidio que esperara y rodo en la cama para sacar del cajon de la mesita de noche una tira con tres condones. Se los paso.

– No te hagas ilusiones -comento el.

Los dos se echaron a reir y la risa parecio mejorar las cosas.

– No lo se-dijo ella-. Ya veremos.

Para Bosch, los encuentros sexuales siempre habian sido una cuestion de sincronizacion. Los deseos de dos individuos se elevan y remiten siguiendo un curso propio. Existen necesidades emocionales separadas de las fisicas. Y en ocasiones todas esas cosas encajan en una persona y despues encajan a la vez con las de otra persona. El encuentro de Bosch con Jasmine Corian fue una de esas ocasiones. El sexo creo un mundo sin intrusiones. Un mundo tan vital que podria haber durado una hora o tal vez solo unos pocos minutos y el no habria detectado la diferencia. Al final, Harry estaba encima de ella, mirando sus ojos abiertos, y Jasmine se aferraba a los brazos de Harry como si de ello dependiera su vida. Los cuerpos de ambos se estremecieron al unisono y el se quedo quieto encima de Jasmine, respirando en el hueco que habia entre el cuello y el hombro de ella.

Se sentia tan bien que tenia la necesidad de reir en voz alta, pero no creyo que ella lo hubiera entendido. Sofoco la risa y la hizo sonar como una tos amortiguada.

– ?Estas bien? -pregunto ella con suavidad.

– Nunca he estado mejor.

Bosch se aparto, retrocediendo sobre su cuerpo. Le beso los pechos y se sento con las piernas de ella a ambos lados de su cuerpo. Se quito el preservativo dandole la espalda.

Se levanto y camino hasta una puerta que esperaba que fuera el cuarto de bano y que resulto ser un armario. La siguiente puerta que probo si era el cuarto de bano y Bosch tiro el condon por el inodoro. Inadvertidamente se pregunto si terminaria en algun lugar de la bahia de Tampa.

Cuando Harry volvio del cuarto de bano, Jasmine estaba sentada con la sabana enrollada en torno a la cintura. Bosch vio su americana en el suelo y saco los cigarrillos. Le dio uno a ella y se lo encendio. Despues se doblo y volvio a besarle los pechos. La risa de Jasmine era contagiosa y le hizo sonreir.

– ?Sabes una cosa? Me gusta que no hayas venido preparado.

– ?Preparado? ?De que estas hablando?

– Bueno, de que ofreciste ir al drugstore. Eso muestra la clase de hombre que eres.

– ?A que te refieres?

– Si hubieras venido desde Los Angeles con un condon en la cartera, habria sido tan… No se, premeditado. Como alguien siempre listo. Todo habria sido poco espontaneo. Me alegro de que no haya sido asi, Harry Bosch, nada mas.

Bosch asintio con la cabeza, tratando de seguir el hilo de su argumentacion. No estaba seguro de haberla entendido. Y se pregunto que debia pensar el del hecho de que ella si estuviera preparada. Decidio dejarlo y

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