– Seguramente lo esta haciendo ahora mismo. El telefono era demasiado obvio. Probablemente hay microfonos en la sala.
– Vamos, Harry, esto no es la CIA.
– No, pero a veces es todavia peor. Lo unico que digo es
Carmen Hinojos parecia exasperada.
– No soy paranoico, doctora. He pasado por esto antes.
– Muy bien, no importa. En realidad no me importa quien esta escuchando y quien no. No puedo creer lo que acaba de hacer. Me hace sentir muy triste y decepcionada. ?De que han tratado nuestras sesiones? ?De nada? Estaba sentada alli escuchandole recurrir al mismo tipo de violencia que le trajo a mi consulta. Harry, esto no es ninguna broma. Es la vida real. Y tengo que tomar una decision que podria decidir su futuro. Esto me lo complica mucho.
Bosch espero hasta que estuvo seguro de que ella habia terminado.
– ?Ha estado todo el rato alli dentro con Irving?
– Si, me llamo y me explico la situacion y me pidio que viniera y me sentara. He de decir…
– Espere un momento. Antes de que continue. ?Ha hablado con el? ?Le ha hablado de nuestras sesiones?
– No, por supuesto que no.
– Muy bien, para que quede constancia, quiero reiterar que no renuncio a ninguna de las protecciones que se establecen en una relacion medico-paciente. ?Estamos de acuerdo en eso?
Por primera vez, Hinojos aparto la mirada. Bosch vio que el rostro de la psiquiatra se oscurecia de rabia.
– ?Sabe como me insulta que usted me diga esto? ?Cree que le he hablado de las sesiones porque el me lo ha ordenado?
– ?Lo ha hecho?
– No confia en mi en absoluto, ?verdad?
– ?Lo ha hecho?
– No.
– Eso esta bien.
– No se trata de mi. Usted no se fia de nadie.
Bosch se dio cuenta de que habia perdido el rumbo. No obstante, vio que habia mas dolor que rabia en el rostro de Hinojos.
– Lo siento, tiene razon, no deberia haberlo dicho. Yo solo… No lo se, estaba entre la espada y la pared aqui, doctora. Cuando ocurre eso, uno a veces se olvida de quien esta de su parte y quien no.
– Si, y de manera rutinaria responde con violencia contra aquellos que percibe que no estan de su lado. No me gusta verlo. Es muy, muy decepcionante.
Bosch aparto la mirada de la psiquiatra y observo la palmera de la esquina. Antes de salir de la sala, Irving la habia replantado, manchandose las manos con sustrato negro. Bosch se fijo en que todavia estaba ligeramente inclinada hacia la izquierda.
– Entonces ?que esta haciendo aqui? -pregunto-. ?Que quiere Irving?
– Queria que me sentara en su despacho y escuchara su entrevista por la linea de conferencias. Dijo que estaba interesado en mi evaluacion de sus respuestas respecto a si creia que podia ser responsable de la muerte del teniente Pounds. Gracias a usted y a la agresion a su interrogador, no necesita que haga ninguna evaluacion. En este punto esta claro que es propenso a atacar a companeros policias y que es capaz de ejercer violencia contra ellos.
– Eso es una tonteria y usted lo sabe. Maldita sea, lo que he hecho aqui a ese tipo disfrazado de policia es muy diferente de lo que creen que he hecho. Esta hablando de cosas que estan en mundos distintos y si no lo ve, se ha equivocado de profesion.
– No estoy tan segura.
– ?Alguna vez ha matado a alguien, doctora?
Formular la pregunta le recordo su juego de la hora de las confesiones con Jasmine.
– Por supuesto que no.
– Bueno, yo si. Y creame que es muy diferente a darle una paliza a un pomposo con el culo del traje desgastado. Muy diferente. Si usted o ellos creen que hacer una cosa significa que puedes hacer la otra, tienen mucho que aprender.
Ambos se quedaron un rato en silencio, dejando que su rabia se retirara como la marea.
– Muy bien -dijo Bosch finalmente-. Entonces, ?que pasa ahora?
– No lo se. El subdirector Irving acaba de pedirme que me siente con usted para calmarle. Supongo que esta pensando que hacer a continuacion. Diria que no estoy teniendo mucho exito en calmarlo.
– ?Que le dijo cuando le pidio que viniera a escuchar?
– Solo me llamo y me explico lo que habia ocurrido y dijo que queria mi opinion de la entrevista. Tiene que entender una cosa: a pesar de sus problemas con la autoridad, el es la unica persona que esta de su lado en esto. No pienso que el crea sinceramente que esta involucrado en la muerte de su teniente, al menos de manera directa. Pero se da cuenta de que es un sospechoso viable y que es preciso que se lo interrogue. Creo que si hubiera mantenido la compostura en la entrevista, todo esto podria haber acabado pronto para usted. Ellos habrian comprobado su coartada en Florida y habria sido el final de la historia. Yo incluso les dije que me habia dicho que iba a ir a Florida.
– No quiero que comprueben mi historia. No quiero involucrar a esas personas.
– Bueno, es demasiado tarde. Sabe que esta metido en algo.
– ?Como?
– Cuando llamo para pedirme que viniera, menciono el expediente del caso de su madre. El expediente del asesinato. Dijo que lo encontraron en su casa. Dijo que tambien encontro las pruebas almacenadas del caso.
– ?Y?
– Y me pregunto si sabia que estaba haciendo usted con todo eso.
– Asi que si que le pidio que revelara lo que hablamos en nuestras sesiones.
– De manera indirecta.
– A mi me parece bastante directo. ?Dijo especificamente que era el caso de mi madre?
– Si.
– ?Que le dijo?
– Le dije que no disponia de libertad para discutir nada de lo que se habia hablado en nuestras sesiones. Eso no le satisfizo.
– No me sorprende.
Otra nube de silencio paso entre ambos. Los ojos de la psiquiatra vagaron por la sala. Los de Bosch permanecieron fijos en los de ella.
– Escuche, ?que sabe de lo que le ocurrio a Pounds?
– Muy poco.
– Irving tiene que haberle contado algo. Usted tiene que haber preguntado.
– Dijo que encontraron a Pounds en el maletero de su coche el domingo por la tarde. Supongo que llevaba tiempo alli. Quiza un dia. El jefe dijo que… el cadaver mostraba signos de tortura. Una mutilacion particularmente sadica, dijo. No entro en detalles. Ocurrio antes de la muerte de Pounds. Eso lo sabian. Dijo que habia sufrido mucho. Queria saber si usted era la clase de persona capaz de hacer eso.
Bosch no dijo nada. Se estaba imaginando la escena del crimen. La sensacion de culpa volvio a arremeter contra el y por un momento sintio arcadas.
– Por si sirve de algo, dije que no.
– ?Que?
– Le dije que no era usted el tipo de hombre capaz de haber hecho eso.
Bosch asintio con la cabeza, pero sus pensamientos se hallaban otra vez a una gran distancia. Lo que le habia ocurrido a Pounds se estaba aclarando y Bosch cargaba con la culpa de haber puesto las cosas en movimiento. Aunque legalmente era inocente, sabia que moralmente era culpable. Pounds era un hombre al que el despreciaba, por el que sentia menos respeto que por algunos de los asesinos que habia conocido. De todos modos, el peso de la culpa era insoportable. Se paso las manos por la cara y el pelo. Sintio un escalofrio.