– Eso es ridiculo. Yo…
– ?Lo es? No lo creo. Ya he hablado con una testigo que lo recuerda a usted de esos dias en la ronda del bulevar.
– ?Que testigo?
– Ella dijo que le conocia. Sabia que mi madre tambien le conocia.
– La unica persona a la que estoy protegiendo es usted, Bosch. ?No se da cuenta? Le estoy ordenando que detenga esta investigacion.
– No puede. Ya no trabajo para usted. Estoy de baja, ?recuerda? Baja involuntaria. Eso me convierte en un ciudadano, y puedo hacer lo que me venga en gana mientras sea legal.
– Puedo acusarle de posesion de documentos robados: el expediente del caso.
– No lo robe. Ademas, ?que ocurre si menti? ?Que es eso? ?Una falta? En la oficina del fiscal se le reiran en la cara.
– Pero perderia su trabajo. Eso sucederia.
– Llega un poco tarde con eso, jefe. Hace una semana habria sido una amenaza valida. Tendria que haberla considerado. Pero ya no me importa. Ahora paso de esas amenazas y este caso es lo unico que me importa. Hare lo que tenga que hacer.
Irving se quedo en silencio y Bosch supuso que el subdirector se estaba dando cuenta de que el se habia alejado de su alcance.
El poder de Irving sobre Bosch siempre se habia basado en el trabajo y el futuro. Pero Bosch se habia liberado por fin. Harry empezo de nuevo con voz baja y calmada.
– Si estuviera en mi lugar, jefe, ?podria simplemente darle la espalda? ?Que importa lo que pueda hacer para el departamento si no puedo hacer esto por ella… y por mi? -Se levanto y se guardo la libreta en el bolsillo de la chaqueta-. Me voy. ?Donde esta el resto de mis cosas?
– No.
Bosch vacilo. Irving lo miro y Bosch vio que la rabia habia remitido.
– No hice nada mal -dijo Irving en voz baja.
– Seguro que si -dijo Bosch con voz igual de calmada. Se inclino sobre la mesa hasta que estuvo a menos de un metro de distancia-. Todos lo hicimos, jefe. Lo dejamos estar. Ese fue nuestro crimen. Pero ya no mas. Al menos no conmigo. Si quiere ayudar, ya sabe como encontrarme.
Bosch se dirigio a la puerta.
– ?Que quiere?
Bosch volvio a mirado.
– Hableme de Pounds. Necesito saber que ocurrio. Es la unica forma de saber si esta conectado.
– Entonces sientese.
Bosch se sento en la silla que estaba al lado de la puerta. Ambos se tomaron un tiempo para serenarse antes de que Irving hablara por fin.
– Empezamos a buscarlo el sabado por la noche. Encontramos su coche el domingo a mediodia en Griffith Park. En uno de los tuneles que cerraron despues del terremoto. Era como si supieran que ibamos a buscar desde el aire y pusieron el coche en un tunel.
– ?Por que empezaron a buscar antes de saber que estaba muerto?
– Por la mujer. Llamo el sabado por la manana. Dijo que lo habian telefoneado a casa el viernes por la noche, no sabia quien. Pero quienquiera que fuese se las arreglo para convencerle de que saliera de casa y se reuniera con el. Pounds no le dijo a su esposa de que se trataba. Dijo que volveria al cabo de una hora o dos. Salio y nunca regreso. Por la manana ella nos llamo.
– Supongo que el numero de Pounds no esta en la guia.
– Exacto. Eso aumentaba la posibilidad de que fuera alguien del departamento.
Bosch penso en ello.
– No necesariamente. Solo tenia que ser alguien con contactos con gente del ayuntamiento. Gente que podia conseguir ese numero con una llamada. Deberia hacer correr la voz. Garantizar la impunidad a cualquiera que diga que proporciono el numero. Decir que no se le castigara si dice el nombre de la persona a quien se lo dio. Es a el a quien busca. Existen posibilidades de que quien dio el numero no supiera lo que iba a ocurrir.
Irving asintio.
– Es una idea. En el departamento hay cientos de personas que podian conseguir ese numero. Podria ser la unica forma de proceder.
– Cuenteme mas de Pounds.
– Fuimos directamente a trabajar en el tunel. El domingo los medios ya sabian que lo estabamos buscando, asi que el tunel represento una ventaja para nosotros. No habia helicopteros sobrevolando, molestando. Instalamos luces en el tunel.
– ?Estaba en el coche?
Bosch estaba actuando como si no supiera nada. Sabia que si esperaba que Hinojos respetara sus confidencias, el debia respetar las que le hacia ella..
– Si, estaba en el maletero. Y, Dios mio, era horrible. Le… Le habian arrancado la ropa. Le habian golpeado. Y… y habia pruebas de tortura…
Bosch aguardo, pero Irving se habia detenido.
– ?Que? ?Que le hicieron?
– Le quemaron. Los genitales, las tetillas, los dedos… ?Dios mio!
Irving se paso la mano por la cabeza pelada y cerro los ojos mientras lo hacia. Bosch vio que el jefe no podia borrar las imagenes de su mente. El tambien tenia problemas para hacerlo. La culpa era como un objeto palpable en su pecho.
– Era como si quisieran algo de el -dijo Irving-. Pero el no podia darlo. No lo tenia y… y ellos insistieron.
De repente, Bosch sintio el ligero temblor de un terremoto y estiro el brazo hasta la mesa para equilibrarse. Miro a Irving en busca de confirmacion y se dio cuenta de que no habia ningun seismo. Era el quien estaba temblando de nuevo.
– Espere un momento.
La sala se inclino ligeramente antes de enderezarse de nuevo.
– ?Que pasa?
– Espere un momento.
Sin decir otra palabra, Bosch se levanto y salio por la puerta. Recorrio rapidamente el pasillo hasta el cuarto de bano de caballeros que estaba al lado de la fuente. Habia alguien delante de uno de los lavabos afeitandose, pero Bosch no se tomo el tiempo de mirado. Empujo la puerta de una de las cabinas y vomito en el inodoro, estuvo a punto de no llegar a tiempo.
Tiro de la cadena, pero sintio una nueva arcada y luego otra, hasta que se vacio, hasta que no quedo en su interior otra cosa que la imagen de Pounds desnudo, muerto, torturado.
– ?Esta bien, amigo? -dijo una voz desde el exterior de la cabina.
– Dejeme solo.
– Lo siento, solo preguntaba.
Bosch se quedo unos minutos mas en la cabina, apoyado contra la pared. Finalmente, se limpio la boca con papel higienico y tiro de la cadena. Salio de la cabina con paso indeciso y se acerco al lavabo. El otro hombre seguia alli. Ahora se estaba poniendo una corbata.
Bosch lo miro en el espejo, pero no lo reconocio. Se doblo sobre el lavabo y se limpio la cara y la boca con agua fria. Despues uso toallas de papel para secarse. No se miro al espejo ni una sola vez.
– Gracias por preguntar -dijo al salir.
Irving daba la sensacion de no haberse movido durante la ausencia de Bosch.
– ?Esta bien?
Bosch se sento y saco el paquete de cigarrillos.
– Lo siento, pero voy a fumar.
– Ya lo ha hecho antes.
Bosch encendio un cigarrillo y dio una profunda calada. Se levanto y camino hasta la papelera de la esquina. Habia un vaso de cafe sucio y lo cogio para usarlo de cenicero.