– Le esta tomando el pelo, Bosch. Pensaba que lo sabia.
– ?Como es eso? -Estaba sorprendido de que Toliver se pusiera de su parte.
– Solo esta echandose un farol. Sigue cabreado por lo que le ha hecho en la mesa. Pero sabe que no funcionara. Es un caso antiguo. Homicidio sin premeditacion. Un caso de violencia domestica. Le cayeron cinco anos de condicional. Lo unico que ha de decir es que no lo sabia y se va a la mierda.
Bosch casi podia imaginar de que trataba el caso. Jasmine practicamente se lo habia dicho en el juego de las confesiones. Estuvo demasiado tiempo con alguien. Eso era lo que ella habia dicho. Penso en el cuadro que habia visto en su estudio. El retrato gris con los trazos rojos como la sangre. Trato de apartar la imagen de su mente.
– ?Por que me estas diciendo esto, Toliver? ?Por que vas contra los tuyos?
– Porque no son los mios. Porque quiero saber a que se referia con lo que me ha dicho en el pasillo.
Bosch ni siquiera podia recordar lo que habia dicho.
– Me dijo que no era demasiado tarde. ?Demasiado tarde para que?
– Demasiado tarde para salir -dijo Bosch, recordando las palabras que habia lanzado como una provocacion-. Todavia eres joven. Sera mejor que salgas de asuntos internos antes de que sea tarde. Si te quedas demasiado no saldras nunca. ?Es eso lo que quieres, pasar tu carrera hostigando a polis por comprar con droga a las putas?
– Mire, quiero trabajar en el Parker y no quiero esperar diez anos como todos los demas. Para un blanco es la forma mas facil y mas rapida de llegar.
– No vale la pena, eso es lo que te estoy diciendo. Los que se quedan en asuntos internos mas de dos o tres anos se quedan toda la vida, porque nadie mas confia en ellos. Son leprosos. Mejor que te lo pienses. El Parker Center no es el unico sitio del mundo para trabajar.
Pasaron unos segundos antes de que Toliver tratara de armar una defensa.
– Alguien ha de ser policia de la policia. Hay mucha gente que parece que no lo entiende.
– Es verdad. Pero en este departamento nadie controla a la policia de la policia. Piensalo.
La conversacion se vio interrumpida por el agudo tono que Bosch reconocio como el timbre de su movil en el asiento trasero del coche, donde estaban las pertenencias que le habian requisado durante el registro de su casa. Irving habia ordenado que se lo devolvieran todo. Entre ellas estaba su maletin y oyo que el telefono sonaba en el interior de este. Se estiro hacia atras, abrio el maletin y cogio el movil.
– Si, soy Bosch.
– Bosch, soy Russell.
– Eh, todavia no tengo nada que decirte, Keisha. Sigo trabajando en ello.
– No, yo tengo algo que decirte. ?Donde estas?
– Estoy en el mogollon. En la ciento uno llegando a Barham, mi salida.
– Bueno, tengo que hablar contigo, Bosch. Estoy escribiendo un articulo para manana. Creo que querras comentarlo en tu defensa.
– ?Mi defensa?
Sintio ganas de decir «?Que pasa ahora?», pero encajo el golpe y mantuvo la calma.
– ?De que estas hablando?
– ?Has leido mi articulo de hoy?
– No, no he tenido tiempo. ?Que…?
– Es sobre la muerte de Harvey Pounds. Hoy tengo una continuacion… Se refiere a ti, Bosch.
Joder, penso. Pero trato de mantener la calma. Sabia que si Russell detectaba panico en su voz ella ganaria confianza en lo que fuera que estuviera a punto de escribir. Tenia que convencerla de que su informacion era equivocada. Tenia que minar esa confianza. Entonces se dio cuenta de que Toliver estaba sentado a su lado y oiria todo lo que dijera.
– Ahora no puedo hablar. ?Cuando es tu hora limite?
– Ahora. Hemos de hablar ahora.
Bosch miro el reloj. Eran las seis menos veinticinco.
– Puedes esperar hasta las seis, ?verdad?
Habia trabajado antes con periodistas y sabia que esa era la hora limite para la primera edicion del
– No, no puedo esperar a las seis. Si quieres decir algo, dilo ahora.
– No puedo. Dame quince minutos y vuelve a llamarme. Ahora no puedo hablar.
Hubo una pausa hasta que ella dijo:
– Entonces no podre demorarlo mas, sera mejor que hables.
Estaban en la salida de Barham y llegarian a su casa en diez minutos.
– No te preocupes por eso. Mientras tanto, avisa a tu director de que podrias retirar el articulo.
– No lo hare.
– Mira, Keisha, ya se que vas a preguntarme. Es una trampa y esta mal. Has de confiar en mi. Te lo explicare dentro de quince minutos.
– ?Como sabes que es una trampa?
– Lo se. Viene de Angel Brockman.
Cerro el telefono y miro a Toliver.
– ?Ves, Toliver? ?Es esto lo que quieres hacer con tu trabajo? ?Con tu vida?
Toliver no dijo nada.
– Cuando vuelvas, dile a tu jefe que puede meterse la edicion de manana del
– Ah, y todo el mundo se fia de usted, Bosch.
– No todo el mundo. Pero puedo dormir por la noche y llevo veinte anos en el cuerpo. ?Crees que tu podras hacerlo? ?Cuanto tiempo llevas? ?Cinco, seis anos? Te doy diez, Jerry. Es lo maximo para ti. Diez y adios. Pero pareceras uno de esos tios que lo dejan despues de treinta.
La prediccion de Bosch fue recibida con un silencio petreo. Bosch no sabia por que se preocupaba por alguien que formaba parte del equipo que trataba de hacerle morder el polvo, pero habia algo en el rostro fresco del joven policia que le invitaba a darle el beneficio de la duda.
Tomaron la ultima curva a Woodrow Wilson y Bosch vio su casa. Tambien vio un coche blanco con una matricula amarilla aparcado enfrente de ella y un hombre que llevaba un casco de construccion y estaba de pie delante de una caja de herramientas. Era el inspector de obras municipal. Gowdy.
– Mierda -dijo Bosch-. ?Esto tambien es uno de los trucos de asuntos internos?
– No lo… Si lo es, yo no se nada.
– Si, claro.
Sin decir una palabra mas, Toliver se detuvo delante de la casa y Bosch bajo con sus pertenencias recuperadas. Gowdy lo reconocio e inmediatamente se acerco mientras Toliver se alejaba del bordillo.
– Escuche, ?no estara viviendo en esta casa? -pregunto Gowdy-. Tiene etiqueta roja. Recibimos una llamada diciendo que alguien robaba electricidad.
– Yo tambien he recibido la llamada. ?Ha visto a alguien? Venia a comprobarlo.
– No me mienta, senor Bosch. He visto que ha hecho algunas reparaciones. Tiene que saber una cosa: no puede reparar esta casa, ni siquiera puede entrar. Tiene una orden de demolicion y ya ha vencido. Voy a emitir una orden de ejecucion y buscare un contratista municipal que la ejecute. Recibira la factura. No hay motivo para esperar mas. Ahora, deberia salir de aqui porque voy a cortar la luz y voy a poner un candado.
Se doblo para dejar la caja de herramientas en el suelo y procedio a abrirla y sacar unos cerrojos de acero inoxidable que iba a colocar en las puertas.
– Mire, tengo un abogado -dijo Bosch-. Esta tratando de solucionarlo con ustedes.
– No hay nada que solucionar. Lo siento. Si vuelve a entrar ahi sera objeto de arresto. Si encuentro que se han manipulado esos cerrojos, tambien sera objeto de arresto. Llamare a la Division de North Hollywood. Ya no estoy bromeando con usted.
Por primera vez se le ocurrio a Bosch que tal vez se trataba de un